Siempre se ha dicho: “Cuando los EEUU estornuda, el Mundo tiembla”. Hoy, vemos a Trump, como Presidente de esa nación, jugar el papel de introducirse rapé en su nariz para, entre otras cosas, estornudar. Vieja costumbre europea que nuestros indígenas enseñaron a éstos. Trump ha planteado un nuevo escenario para su país frente Europa: Los analistas del diario The Guardian, dicen que ésta, se encuentra entre el martillo y el yunque con emblemáticos personajes que manipulan esos instrumentos: Putin y Trump. Las indecisiones en política cuentan y mucho. Por lo que se debe estudiar con atención los pasos que dará el liderazgo de la Unión Europea frente a las posturas del nuevo inquilino de la Casa Blanca, como frente a Putin.

Los gobiernos europeos han iniciado un proceso de estudio y discretamente han movido a sus emisarios a Washington para conocer, de primera mano, las intenciones del magnate-Presidente. Merkel, en nombre de Alemania busca las vías para encontrar puntos comunes con Washington, el de Trump. A ese país viajó uno de sus consejeros principales, Christoph Heusgen, a fin de encontrarse con Michael Flynn, Consejero  de Seguridad Nacional de EEUU; también envió al Vicecanciller y Ministro de Asuntos Exteriores alemán, Sigmar Gabriel –a la sazón líder del Partido Socialdemócrata, gran socio de la coalición de Merkel– quien se reunió con el Vicepresidente Mike Pence y el Secretario de Estado Rex Tillerson. Por su parte, Theresa May logró reunirse con Trump en la Casa Blanca y obtener su apoyo para un Londres pos-Brexit. En todo caso, los líderes europeos están atrapados, todavía, por las inexplicables actitudes de líder de EEUU. No saben que esperar. Es todo un acertijo. Es un hombre cuya manera de informar sus pasos, están determinados por la red social Twitter. Ello refuerza la incertidumbre de los europeos frente a la estrategia de Trump, lo que facilita las intenciones rusas de aprovechar las circunstancias, como consecuencia de ella, en el seno de la Unión Europea

Los alemanes dicen estar en un Mundo distinto, más bien paralelo, diría un especialista en novelas de ciencia ficción. Se extraña la anterior colaboración entre el Ex-Presidente Obama y su líder Merkel, a propósito del tema Ucrania, como de otros temas de interés para ambas realidades geopolíticas. Si bien para los demócratas de EEUU es difícil “tragar” las actitudes de Trump, para los europeos las preocupaciones son una pesadilla en el contexto geopolítico. Con un Trump, que ya no candidato, sino Presidente, instalado en la  Oficina Oval y Putin mostrando su dentadura al reír por la satisfacción que la realidad le concede al Kremlin.

Irónicamente, Trump juega el papel del martillo, uno de los símbolos del comunismo. Trump hace ese papel, al golpear, mediante el descrédito de los aliados y exponer abiertamente sus simpatías por el liderazgo, para nada liberal, que aparece en Europa. Es un fantasma que recorre ese viejo continente, como diría Marx en el Manifiesto Comunista.  En tanto que el yunque representa el mecanismo usado por Putin para su esperanza europea. Significa que Putin pacientemente tendría más oportunidades para alcanzar beneficios para la política exterior rusa. El Kremlin juega duro y perspicazmente. Putin busca la recomposición de Europa. Éste, considera que como quiera que la mujer de Trump es de origen esloveno; ello marcará el interés de la política del magnate-Presidente hacia Europa. Bien sea por ironía o por desesperación. Para Europa constituye un doble peligro. Según se destaca, primero los principios con los que se tejió, desde 1949, el manto de la relación entre Europa y EEUU, vale decir, el espectro del Atlántico Norte, entre los cuales destaca la defensa de la democracia, el estado de derecho y las libertades individuales podrían verse afectados por ese fantasma que recorre a Europa, el cual goza de las simpatías en la Casa Blanca de Donald Trump; luego, que el mismo viejo continente se podría ver envuelto en un fatal juego de intereses y de reparto de esferas de influencias.

Es en este sentido que los europeos deben observar una política que garantice su independencia, intereses y grado global de influencia. Putin se prepara a recibir “con los brazos abiertos” a aquellos que admiran o temen a Rusia. El tema energético, junto a su poderoso músculo geopolítico son sus grandes armas. Putin, aprovechará la circunstancia del posible y eventual retiro estratégico estadounidense del viejo continente europeo para el reacomodo global. El alejamiento de EEUU de Europa es el principal objetivo de los rusos bajo la conducción de Putin, el nuevo zar del siglo XXI. Para él, una Europa organizada bajo un esquema integrador y fuerte es favorable a los intereses de Moscú, siempre y cuando sirva a los intereses ideológicos del Kremlin. Esto se potenciaría con los elementos constitutivos de la política del nativismo cultural, es decir, ese punto de vista que supuestamente se hereda como factor del conocimiento humano y que encontramos en el cualquier individuo a pesar de la estimulación o el aprendizaje; está en él. Esta visión paradigmática reposa en los textos ideológicos de individuos como Marine Le Pen, en Francia; Geert Wilders, en Holanda y Viktor Orbán, en Hungría. Si la Europa liberal resiste, principalmente en Francia y Alemania, entonces Putin intentará promover una Europa débil y dividida.

En Alemania se aguarda con impaciencia que el buen sentido se imponga para que Trump se convenza y recupere la sindéresis en la idea de promover la reiterada postura estadounidense de ejercer un liderazgo y mantener la herencia del compromiso ante Europa desde hace 70 años. Francia apuesta por coincidir en las luchas contra el terrorismo, en tanto que Reino Unido busca salvar, lo que se pueda, de esa relación especial con los EEUU.

Hoy por hoy, Europa luce como un vulnerable panal que ha caído del árbol atlántico que le daba sostén; y en el suelo se encuentra a merced del hambriento oso ruso.

@eloicito

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