Los Derechos Humanos, la ONU y Venezuela

El tema de los DDHH no es nuevo. El siglo XX y, particularmente después de su segunda mitad, generó un acentuado interés. Ello, gracias a la explosión y fuerza con la que los medios de comunicación se hicieron presentes en la vida del hombre. Hoy, el tema de éstos, es algo normal todos los días y es objeto de discusión en la mesa.

Desde tiempos remotos, éstos, han estado en el centro de las preocupaciones del hombre mismo. Los sofistas, primero, para quienes el hombre, debía ser el centro de la meditación filosófica desde el punto de vista antropológico. Protágoras, uno de los sofistas, en su lenguaje, decía: “el hombre es la medida de todas las cosas; de lo que es en cuanto es y de lo que no es en cuanto no es”. Igualmente Sócrates con su postura ética frente al juicio al que sometieron arbitrariamente. “Conócete a ti mismo”; esa máxima marcó al pensamiento filosófico acerca de los DDHH.

Zenón, otro filósofo griego, por ejemplo, formuló su tesis antropológica con el estoicismo, para darle sentido a la libertad del individuo. Éste, promovió la necesidad de que a cada individuo debe reconocérsele y respetársele su dignidad. Sus enseñanzas sirvieron de estímulo para el  impulso del cristianismo.

Posiblemente el primer documento que expresó la garantía de los individuos (la nobleza) fue la Magna Charta Libertatum en el siglo XIII con la que se obliga al Rey a la consideración y el respeto de sus privilegios y derechos. Posteriormente otro documento que sirvió de garantía lo constituyó el “Pettition of Rights” en el siglo XVII y el “Habeas Corpus Acte” también de ese mismo siglo en Inglaterra. Es comprensible, pues se estaba instalando o conformando una conciencia social que procuraba disminuir el absolutismo monárquico y enaltecer la libertad del individuo. El ejemplo lo constituyó la instauración del Parlamento, como institución, en sus dos versiones: el Parlamento corto y el largo.

No podemos obviar la importancia del “Bill of Rigths” elaborado en Virginia en 1776 así como la propia declaración de Independencia de los EEUU, el 4 de julio de ese mismo año. Ambos documentos bañados por las tesis modernizantes de una filosofía racionalista que procuraba la libertad personal y política del individuo. Tampoco podemos olvidar la importancia e influencia que ejerció la Revolución francesa de 1789; ella fue significativa, pues fundamentó, con sus tesis de la Declaración de los Derechos del hombre y del ciudadano, toda la armazón estructural de los modernos sistemas políticos fundados en el espíritu democrático.

Tras la II Segunda guerra mundial, el hombre fue adquiriendo consciencia de su papel y ha realizó esfuerzos para democratizar y universalizar la voluntad general para hacer respetar los derechos humanos. Un ejemplo de este aserto lo constituye la Declaración Universal de los Derechos del Hombre en 1948. La O.N.U. se convirtió en el foro natural de la humanidad para hacer respetar esa voluntad general. Debemos recordar:

  1. La Comisión de los DDHH creada en 1948 por resolución del ECOSOC
  2. La Convención para prevenir y castigar el genocidio en 1948
  3. La Convención europea para proteger los derechos del hombre y la defensa de sus libertades fundamentales en 1950.
  4. El Protocolo adicional de 1952
  5. El Pacto internacional por los derechos ciudadanos y políticos de 1966
  6. El documento final de la Conferencia de Helsinki en 1975
  7. El Consejo de los DDHH en 2006, sustituye a la Comisión de éstos, pues no era lo suficientemente vigilante de los gobiernos que violentaban los DDHH. Hay que precisar que el gobierno de Miraflores, en el 2006, no apoyó su creación. La consideraba un bozal a sus propuestas ”antiimperialistas y revolucionarias”.

También, hay que mencionar la creación del Consejo de Europa. Este posee un instrumento organizativo fundamental: La Convención Europea de Derechos Humanos, el cual, como tratado,  define los derechos del hombre y las libertades inalienables de cada uno de sus ciudadanos. E incluso, estableció un sistema internacional de protección para los Estados, dependiendo de ciertas situaciones y sus ciudadanos, como personas particulares, puedan acudir a la institución de Estrasburgo en caso de la violación de lo contemplado en esa Convención.

Como quiera que estos elementos los observamos, históricamente, en su devenir contradictorio, hoy, nos encontramos con la paradójica, como absurda, escogencia del gobierno de Miraflores para el Consejo de los DDHH de la ONU, mediante una elección. La votación alcanzada fue de 105 votos, frente a un Brasil que alcanzó 153; en tanto que Costa Rica, candidatura, tardíamente presentada, alcanzó valientemente 96 votos. Hay que recordar que toda esa votación se hace abiertamente. El tema de los DDHH es un tema que ofrece muchas aristas a considerar.

Hay que especificar que los DDHH, como problema central de la ONU se transformaron en toda una revolución copernicana al introducir esa preocupación que se materializó con la savia de los regímenes democráticos occidentales. Toda la armazón constitucional de los países democráticos y/occidentales emana de esas preocupaciones. Es un tema occidental.

Las enseñanzas de la II Guerra en Europa dejaron secuelas por lo que éstas han contribuido a la promoción de un clima de tolerancia. Ya, los Estados, no pueden hacer lo que les venga en gana con sus ciudadanos. El sacro santo derecho a la soberanía, no es que esté en entredicho, sino que sus ciudadanos y sus derechos humanos son temas neurálgicos y susceptibles de verificación en su vigencia y cuidado. En la medida de como los Estados traten a sus ciudadanos en esa medida los Estados serán catalogados y respetados por las convenciones internacionales. Si un determinado Estado agrede a sus ciudadanos;  éste, es puesto bajo observación, pues puede representar un peligro para la paz mundial. De cómo trata a sus ciudadanos, en esa medida tratará a los otros Estados.

Así fue concebida en 1948, la Declaración Universal que establece la fórmula para los Derechos universales e indivisibles de la persona humana; esto es, un ideal concebido para la humanidad entera, justamente como base y marco de todos los progresos planificados para más tarde. Esa Declaración se presenta cual código total y exhaustivo del ser humano: es decir, derecho a la vida, a la libertad, libertad de conciencia, de expresión, presunción de inocencia, prohibición de la tortura, derecho a la libre circulación, pero también derecho a una vida decente, trabajo, educación, pago de vacaciones y asistencia médica. Es de remarcar que ningún país miembro de la Organización de la Naciones Unidas votó en contra de la Declaración Universal. Se abstuvieron los miembros del bloque soviético junto a Arabia Saudita.

El jurista Andrei Vishinski (1883-1954), famoso por ser uno de los representantes soviéticos en los juicios de Núremberg, además padre de la llamada “legalidad soviética”, pues, instauró un concepto violatorio de cualquier elemental derecho humano: “la ley criminal es un instrumento de la lucha de clases”. Este individuo fue Ministro de Asuntos Exteriores de la URSS y representó al Estado soviético ante la O.N.U. Vishinski el día de que se adoptó la Declaración Universal, comentó seca e irónicamente: “es una colección de frases piadosas”. Él, bruto no era; por el contrario, era un hombre culto, hablaba inglés y francés; tenía un dominio de la materia jurídica. Me permito especular que él, conocía de las dificultades que se imponían. En efecto, la Declaración universal se mostró impotente. Los años duros de la guerra fría la definieron. Las violaciones a los derechos humanos estuvieron a flor de piel de los tiempos.

Basta enumerar determinados momentos, para confirmar lo dicho anteriormente y que edificaron una cultura violatoria de los DDHH: los soviéticos, a instancia de León Trotsky, crearon  los GULAGS (en ruso significa Glavnie Upravlenie Lagerei, es decir dirección de campos de concentración) y los ampliaron durante la existencia de la URSS; la Revolución cultural de Mao Tse Tung en China y sus devastadores efectos; los campos de concentración de Camboya o la guerra sucia en Argentina; pero, también hay que decirlo, en nuestro país, los movimientos guerrilleros estimulados para promover la revolución violenta, mediante el asesinato de centenares de policías y soldados, también ellos padres de familias, esposos e hijos de madres y padres. Venezuela durante un tiempo mostró que la sangre estaba en la piel de todos.

Luego, globalmente hablando hubo violaciones de los DDHH de parte y parte. Éstos, se invocaban en forma hipócrita. El mundo observaba un torneo. Era la guerra fría y ella fue el escenario para invocarlo por parte de los soviéticos y los americanos. Estos se acusaban recíprocamente, al tiempo que apoyaban a dictadores y militares bananeros de la peor calaña y de todo tipo Kim IL Sung o Pol Pot, Ceausescu, Pinochet, Castro, Videla, Mobuto Sese Seko, Idi Amín; Bokasaa, Noriega y otros.

La Declaración Universal estaba ajustada a esos tiempos pero, lucía impotente y débil. La guerra fría frenaba su desempeño. Hubo de transcurrir muchos años, más de 30 años, para que esa Declaración fuese cobrando mayoría de edad y fuerza política. Concretamente en los años 70, se impuso el criterio de averiguar discretamente las violaciones a los DDHH. El criterio fue muy severo con países como Cuba y más blando con países como China. Sin embargo ese comité para los derechos humanos, con el tiempo, inició su mayoría de edad, repito, con una fuerza moral y política.

Desde Núremberg no se habían castigado crímenes contra la humanidad. La humanidad ha conocido muchos conflictos sangrientos para nada castigados. Hoy mismo vemos, por ejemplo, directamente, vía satélite, los crímenes contra el pueblo sirio. Las víctimas, civiles, en su mayoría y son olvidadas con facilidad. Sin embargo, la conciencia democrática se ha ido imponiendo poco a poco. Hoy los DDHH se toman en consideración. Las advertencias de la O.N.U. cobran fuerza. Los organismos especializados en la materia están presentes. Los Países Bajos y otros países como Canadá han debido modificar, en buena parte, sus legislaciones en esta materia. Japón ha introducido variantes en su tratamiento a los prisioneros. Los EEUU, hoy en día, son acusados por violación a los DDHH. La pena de muerte es también un motivo para las críticas. ¿Cuándo, en otros contextos de tiempo, ello hubiera podido ser posible? Lo que demuestra que el tema de los derechos humanos, repito, ha ido adquiriendo fuerza y ha alcanzado mayoría de edad. Cada día que pasa, es más fácil imponer criterios justos en la materia y cada vez es menos fácil eludirlo, puesto que es un tema fundamental para la existencia humana.

Europa, posiblemente por conocer, en vivo, guerras, todas en su piel directamente, ha mostrado una tendencia positiva frente al tema de los DDHH. Aún está fresco el recuerdo de la guerra que exterminó más de 30 millones de seres humanos, otros tantos mutilados y heridos; todo un continente traumatizado por los desmanes y la violencia bélica. Ello, permitió, con facilidad, crear un contexto definitorio para imponer determinadas posturas legislativas en países como Austria, Francia, Alemania y Gran Bretaña.

En el año 1991, culminó la guerra fría. Según Francis Fukuyama, llegó “El fin de la Historia”, así tituló incluso su libro. Él, exudó un exagerado optimismo al ver el desmoronamiento del Muro de Berlín; lo que permitiría superar el problema de los DDHH. Falso, pues, los casi 20 años restantes del siglo XX y los 19 del siglo XXI dicen lo contrario. Bosnia, Ruanda, Somalia, Chechenia y Sri Lanka son un elocuente ejemplo. La superación de las confrontaciones ideológicas no ha hecho a la humanidad más objetiva a la hora de culminar con las violaciones a los DDHH. Nuestro país es un claro ejemplo: 20 años de Revolución y las violaciones a los DDHH no se reducen, han aumentado y sin embargo el gobierno de Miraflores fue escogido con 105 votos para ocupar un puesto en el Consejo de los DDHH de la O.N.U. ¡Paradójico!

Hay ejemplos que inspiran a creer en la inevitabilidad de los juicios y condenas a los violadores de los DDHH; por lo que de ahora en  adelante los gobernantes y gobiernos deben ser respetuosos y cuidadosos de éstos. Ya existen precedentes. El juicio de las autoridades británicas contra el ex dictador chileno Pinochet; el caso del general Karadjci en la antigua Yugoslavia, muestran un comienzo para superar la violación de los DDHH, así como para juzgar a los que comenten esas violaciones. El tema de la violación de los DDHH, deben recordarlo los gobernantes; éstos, nunca prescriben. Como tampoco, éstos no pueden seguir arropándose con “el manto del nacionalismo, la dignidad y la soberanía”, como hacen muchos. Este, es el gran adelanto internacional en esta materia.

En cuanto a las consideraciones sobre la validez de estos tribunales hay que agregar que la legislación internacional está en la vía de completar el “círculo perfecto”. No obstante, existen posiciones contrarias a la  legitimación de estos tribunales. Hay posiciones que los consideran hechura del mal llamado “nuevo orden jurídico internacional” o, bien el resultado de una forma de “imperialismo de las democracias liberales de los Estados occidentales” contra  otras culturas que abrazan una cosmovisión axiológica distinta y contraria a la occidental. Citan a los pueblos asiáticos o los musulmanes, concretamente los fundamentalistas islámicos. Esta cuestión es relativa, pues cuando se estableció la Declaración Universal de los Derechos del Hombre en 1948, se especificó “independientemente de la cultura o del sistema social”, pues hay más puntos coincidentes en los pueblos, en esta materia, que los que nos separan. Ejemplo: ningún pueblo musulmán moderado o fundamentalista o los budistas mostraron solidaridad con el criminal Pol Pot cuando éste, masacró una tercera parte de Camboya.

El tema de los DDHH debemos verlo como todo un proceso muy complejo. Más allá de los compromisos, acuerdos, sanciones  (incluso) politizadas, errores y otros. Es un proceso que avanza en la complejidad específica de las relaciones internacionales. Aunque todavía veamos el gran peso del elemento militar, político y económico por encima del elemento moral, es perfectamente detectable el desarrollo que el tema de los DDHH ha ido alcanzando.

Basta con observar el temor que suscita la organización Amnesty International en los gobiernos. Pues si bien los gobiernos tratan de eludir el asunto, ellos mismos no pueden sustraerse de los principales elementos axiológicos de los DDHH presentes en la Declaración de 1948, tales como educación, salud y derecho a una existencia justa y decente. Estos forman parte del normal arsenal de asuntos de la humanidad que no requieren de una decisión de ningún tribunal, ni nacional, ni muchos menos internacional. A pesar de ello, esos derechos humanos forman parte, repito, de la aspiración y sueño del hombre.

En este sentido, los regímenes totalitarios, concretamente los comunistas, esclavos de la filosofía del iraní Maní, el creador del maniqueísmo, manipularon estas exigencias humanas y se presentaron, durante muchos años, como los creadores de estas condiciones: el socialismo sí crea las condiciones materiales para que el hombre esté satisfecho: “Trabajo, salud y educación gratuita; he aquí los derechos humanos”, decían, en su época, los comunistas en el poder. Hoy, hay quienes pretenden reeditar esas tesis pero, bolivarianamente.

El Estado debe ocuparse del respeto de los DDHH de sus ciudadanos. Para eso es el Estado; mientras el individuo va encontrando, por la vía de la concientización, formas de convivencia, consideración y respeto mutuo. El Estado al no superar sus problemas, permite, en cierto modo, la imposición de formas dictatoriales. La primera víctima de este proceso, es el ciudadano, quien es sustituido, por el hombre masa o pueblo, pues cae fácilmente victimizado por el dictador mesiánico, condotiero o caudillo de turno.

Para comprender los fenómenos vinculados a la aparición y evolución de los DDHH, habría que observar su desarrollo a través del prisma de los acontecimientos humanos. Marx, el satanizado Marx, decía “…los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado”. Con esto quiero decir que hay que estudiar la evolución del pensamiento, primero filosófico e histórico de la humanidad, la cual siempre ha buscado en formulaciones teóricas una salida para el asunto de los DDHH.

La religión ha sido una respuesta limitada, una forma de vida o una reducida cosmovisión. En tanto que la filosofía pretende interpretar total y globalmente al hombre. La religión proyecta responder al problema, fuera del hombre, en tanto que la filosofía trata de encontrarla en el hombre mismo. De hecho, los DDHH son considerados universalmente. Todos los hombres son iguales y merecen dignidad; hablando desde la perspectiva de Kant, deben ser poseedores de los mismos derechos. La creencia de que hay hombres o mujeres más iguales que otros, no pasa de ser un mal chiste, pues la propia Declaración universal de los DDHH lo establece taxativamente.

Existe un aspecto históricamente relevante: un hombre solo, es huérfano, en tanto que acompañado, es una fuerza. El proceso de respeto de los DDHH es difícil, arduo y complejo. No quiero abundar en recuerdos históricos, pero ellos son necesarios para encontrar respuesta a los problemas del hombre. Hurguemos en ella y se verá la luz. Mientras hay que decir que el hombre hoy, es más libre, pero más esclavo de su realidad. Es libre jurídicamente. Es más culto y preparado. Dueño de su antropología, pues promueve fórmulas hacia su liberación total, pero siempre encuentra impedimentos. El primer obstáculo, es el hombre mismo, quien no está de acuerdo consigo. Este vive más preocupado de los embates de los medios de comunicación social y olvida su esencia. No es casual que Hegel dijera y a quien me permito parafrasear: el hombre permanentemente vive en la búsqueda de su libertad. El individuo mientras más sujeto, es más libre; en tanto que mientras más objeto es menos libre. De ahí la tesis de Hegel según la cual la Historia es el proceso de desarrollo de la libertad, por ello hemos analizado el tema de los DDHH y la escogencia del gobierno de Miraflores para formar parte de éste, como algo paradójico y absurdo, pero es real.

La O.N.U y el Consejo de los DDHH y la reciente votación en la cual el gobierno de Miraflores resultó escogido por 105 gobiernos. Este hecho tiene un impacto interno e internacional. Es grave, muy grave, pues desnaturaliza a la organización mundial. Es una opinión.

¿Por qué un gobierno acusado de cometer violaciones a los DDHH, además, de ser señalado por un informe de la propia ONU, pudo conseguir un puesto en el órgano dedicado a denunciar las trasgresiones y violaciones sistemáticas a los DDHH generando un rechazo internacional?  Las organizaciones defensoras de los DDHH, como Humans Rights Watch, políticos y significativos líderes gubernamentales, acompañan en esa condena el resultado de este pasado jueves y la respectiva elección para el Consejo de los DDHH de la ONU, el cual está compuesto por 47 miembros, los cuales son elegidos por la Asamblea General, por un período de tres años: No pueden ser reelegidas más de dos veces consecutivas. Los países están divididos en regiones —África, Asia Pacífico, Europa del Este, Latinoamérica y el Caribe; y Europa Occidental — a cada una le corresponde un número determinado de puestos. En el caso latinoamericano, la región tiene 8 puestos. Siempre se aplica la ley de incluir a todos para entrar al consejo, puesto que todos los países miembros deben participar.

El clima internacional apuntaba a cumplir lo acordado. El GRULAC, siempre respetó ese acuerdo entre los países de la región. A Venezuela le correspondía ingresar. No obstante, sus condiciones internas, aunado al rechazo internacional, motorizaron, a última hora, la candidatura de Costa Rica, país al cual le corresponde ingresar en 2023. Costa Rica, sería la contraparte, es decir, el país anti-Miraflores. Fueron apenas dos semanas. Costa Rica, asumió con valentía esa posibilidad. No se dieron las condiciones; a pesar de ello la diferencia fue de 8 votos. Brasil sacó 153. Por Latinoamérica,  Brasil y la Venezuela de Miraflores tendrán cada uno su puesto en el Consejo. Pero, si vemos con atención, algunos países que ocupan actualmente un puesto en dicho Consejo, no son propiamente unos dechados de virtudes en materia del respeto a los DDHH. Eritrea, Cuba y Arabia Saudita. Ellos han sido acusados de violentar y no respetar los DDHH de sus ciudadanos. Ellos han sido miembros de ese Consejo. Creemos que el voto de los 105 gobiernos al gobierno de Miraflores, responde a varios factores:

  • El manejo transaccional del apoyo intradelegaciones. Los miembros del Consejo se apoyan para que desde el inicio de su gestión se cumplan favores prometidos durante mucho tiempo. Los miembros de las organizaciones multilaterales actúan quid pro quo.
  • El gobierno de Miraflores logró, desde hace mucho tiempo, amarrar los votos para tales fines. Brasil igual. No es culpa de la diplomacia de Guaidó.
  • Para Miraflores era vital lograr ese espacio en el Consejo de los DDHH-ONU, pues de alguna manera se permite desviar la atención del tema. El apoyo cubano fue significativo en ese esfuerzo. A Miraflores sólo, le hubiera sido imposible. Ganó por 8 votos. Pero, le permite alcanzar oxígeno mediático nacional e internacionalmente.
  • Washington coincide con esa percepción. Esto es, si consideramos que ese país, muy crítico del gobierno de Miraflores, se retiró del  Consejo de los DDHH-ONU el año pasado, justamente por la blandenguería de cómo la ONU y ese Consejo actúan con los países violadores de los DDHH. No obstante, se cree que a pesar de esa elección, Venezuela no la tendrá fácil en su desempeño como miembro de ese Consejo y que como el alacrán, no podrá controlar su naturaleza, en este caso, represiva. Siempre será vigilado severamente. Tendrá los ojos del mundo sobre su nuca.
  • Dos últimas consideraciones, las cuales, no por ello son menos importante:
  1. La mayoría de los gobiernos que votaron por la Venezuela de Miraflores son coincidentes, axiológicamente hablando, de una visión, para nada occidental ni democrática. Son gobiernos que abrazan el feudalismo en las relaciones internacionales. A éstos, no les agrada “la intromisión en sus asuntos internos” por parte de los organismos especializados, particularmente esos Organismos intergubernamentales. El concepto de democracia y DDHH, libertad de expresión, dignidad humana, son elementos indeseables en la narrativa de esos gobiernos. Su cultura está reñida con los valores occidentales. Los DDHH no existen. Ellos buscan la coincidencia generalizada con sus aspiraciones revanchistas e intolerantes. Son anti occidentales por excelencia.
  2. Son gobiernos, cuya naturaleza es antiglobalización, libre mercado, democracia y DDHH. Todos bailan al compás de la música que pone el populismo y mesianismo. Todo aquel que marche o baile otra música, como la del gobierno norteamericano y la Unión europea, automáticamente es considerado enemigo y se votará contra éste y sus corifeos. Cuba y el gobierno de Miraflores promovieron desde el Movimiento de los No alineados unas posturas claras y efectivas. Esta “sampablera” aún no ha terminado. Mientras, la Venezuela de Miraflores, está en ese Consejo, seguramente para rechazar que el gobierno de Corea del Norte viola los DDHH, o que el mundo es redondo.

@eloicito

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