La crisis venezolana se ha internacionalizado, el indicador más significativo es la progresiva consideración del tema en el marco del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y, entre las consecuencias de esta realidad, destaca el hecho de que la negociación de las soluciones adquiere un mayor nivel de complejidad, al incorporar, con distintos grados de intensidad, a las grandes potencias: Estados Unidos, Unión Europea, China y Rusia. En el caso de los Estados Unidos su participación es tan activa y determinante que ejerce el liderazgo de la estrategia dura, ratificando constantemente que todas las opciones coercitivas, empezando por las sanciones económicas, están en mesa.

La estrategia persuasiva política y diplomática avanza bajo la coordinación del Grupo de Lima y la Unión Europea y la presión se intensifica. En el escenario global, la jugada que podría representar un aporte significativo para la solución pacífica del conflicto pareciera estar en manos de China; en consecuencia, conviene reflexionar sobre su posición y desarrollar una estrategia coordinada de diversos actores y en diversos frentes para inclinar la participación del gobierno chino por el camino de la salida pacífica del conflicto.

El proceso bolivariano mantiene la aspiración que China se convierta en su salvavidas, siguiendo el modelo de Corea del Norte. Ahora bien, el gobierno chino ha reiterado que su relación con la revolución bolivariana es estrictamente económica y no se ha involucrado en las permanentes fantasías de guerra global bolivarianas. Por otra parte, ha cuestionado, incluso públicamente, el desastre del modelo económico bolivariano, su ineficiencia y colosal corrupción.

China ha jugado con prudencia y distancia frente al fracaso bolivariano. Posición coherente con su política global de promover un liderazgo confiable, respetuoso de las reglas del mercado, de allí la importancia que ha asignado a su participación en la Organización Mundial del Comercio (OMC). Su estrategia de expansión global se concentra en los temas económicos, con tácticas flexibles y hábiles está presente en la gran mayoría de países en desarrollo; ha fortalecido el Banco Asiático de Inversiones, promoviendo una conveniente competencia con el Banco Mundial; y recientemente ha lanzado el ambicioso proyecto de “La Ruta de la Seda” que abarca buena parte de los países asiáticos y europeos.

En el Foro Económico Mundial de Davos, el Presidente chino Xi Jinping ha resaltado su compromiso con la economía de mercado, postura pragmática frente a su ideario comunista. En este contexto, la relación económica de China con América Latina es muy importante, llegando a constituirse en uno de los principales socios comerciales de la mayoría de los países de la región. Esto deja muy claro que los proyectos chinos prosperan en el marco de las reglas de mercado. Por el contrario, en el caso venezolano varios de los proyectos chinos han fracasado por la discrecionalidad y el caos que caracterizan a la revolución.

Pero el caso venezolano se presenta en una coyuntura muy especial, pues China se encuentra en una guerra comercial con los Estados Unidos y en pleno proceso de negociación; por lo tanto, Venezuela representa una jugada estratégica.

Apoyar la revolución bolivariana forma parte de las tácticas frente a Donald Trump. Adicionalmente cabe señalar, que tales negociaciones se presentan complejas, ya que Estados Unidos aspira cambios profundos en la dinámica de funcionamiento de la economía china. Lo que sí está claro es que ambas partes necesitan superar la situación de conflicto para beneficio de sus economías.

La revolución bolivariana es una ficha en el juego chino con Donald Trump, pero es importante recordarle al gobierno chino, que la diáspora venezolana está afectando la economía de varios de sus socios latinoamericanos y que la paz y prosperidad en la región también beneficia a los proyectos chinos. También conviene recordar al gobierno chino que en un cambio democrático en Venezuela, que fortalezca las reglas de mercado, la seguridad jurídica y la confianza; las inversiones chinas son bienvenidas, convenientes e importantes.

En este contexto, todo indica que la apuesta china debería ser por el cambio pacífico que pueda consolidar la prosperidad y, al respecto, diversos actores, como la Unión Europea y su Grupo de Contacto, el Grupo de Lima, la dirigencia de nuestra oposición democrática en el país y en el exilio; se lo podrían recordar. Incluso, en la creciente creatividad del gobierno de los Estados Unidos sobre el caso venezolano, podría incorporar en sus diálogos con China el tema venezolano. En la complejidad del escenario venezolano no podemos olvidar que los rusos también juegan y su participación es muy compleja y peligrosa, lo que exige de una mayor reflexión en otra oportunidad.

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