La historia de la humanidad ha estado marcada por los cambios de perspectiva ocurridos en su seno. Éstos, han generado transformacionales radicales. Esta realidad fue organizada, por Thomas S. Kuhn, bajo un esquema epistemológico: el cambio de paradigma, en su libro “La Estructura de las Revoluciones Científicas”. Este autor impactó al universo epistemológico al pretender desafiarlo con sus estudios acerca de la evolución del pensamiento científico. Entre los ejemplos más significativos nos topamos con la transición newtoniana a la perspectiva relativista de Einstein. En ese universo de transiciones hay que tomar en consideración la “revolución cognitiva”. Ésta, ha introducido variantes que ayudan a comprender el comportamiento humano.
Las sociedades se han transformado en el tiempo. No pretendemos reeditar la sucesión arbitraria, aprendida de los textos de corte marxista, que no de Marx, acerca de la historia de la humanidad. Hemos observado una sucesión de realidades que fueron superadas. No se trata de una diacronía en perspectiva. Pero, los cambios están presentes en ella.La esclavitud, racismo o la homofobia, considerados normales en algún momento dado de la historia; hoy son rechazados y condenados por una inmensa mayoría de la humanidad.
Muchos de estos cambios de paradigmas fueron acompañados por la innovación tecnológica. Hay que destacar, por ejemplo, que la revolución producida por Galileo no hubiera sido posible sin la ayuda del telescopio. Hace algún tiempo Crick y Watson desarrollaron la teoría del ADN, gracias a la utilización de los instrumentos con los cuales analizaron las moléculas. Actualmente, el hombre enfrenta un desafío en su universo cognitivo y éste, alcanza proporciones extraordinarias con el internet. Éste, ha generado y provocado tantos cambios no sólo científicos, sino culturales, para no hablar de los políticos. La sociedad global es una aldea global, señaló Gutenberg en una ocasión.
Hoy los elementos humanos adquieren una dimensión vital. Terencio, el comediógrafo sentenció:”Homo sum, humani nihil a me alienum puto” (“Hombre soy, nada de lo humano me es ajeno”) con lo que queremos destacar que las realidades políticas pueden sufrir modificaciones en su interior. Las monárquicas también. Ambas son estructuradas por seres humanos. Está el caso de la Casa de Windsor, la cual, en este siglo XXI, enfrentó un desafió. Uno de sus miembros, nieto de la Reina Isabel, a saber, Harry, contrajo nupcias con una mujer divorciada, norteamericana, un tanto mayor que el príncipe (3 años) no obstante, lo más interesante es que la dama en cuestión es de origen negro. Su muy hermosa madre no podía ocultar la satisfacción en su rostro. Al igual que muchos invitados, entre los cuales destacaron, parejas de homosexuales, deportistas, miembros de la cofradía de artistas, parejas interraciales y fundamentalmente gente negra, con sus atributos estéticos en específico y dueños de su personalidad. Todo muy bello. Cómo ha cambiado este cuento. Ahora, las descendientes de esclavos, pueden estar, codo a codo, con los herederos de aquellos que, tiempo atrás, eran sus compradores de mano de los corruptos jefes de tribus que dominaban en las junglas africanas. Hoy, el racismo fue derrotado en su corte real. La humanidad de la cual hablaba Terencio se hizo presente.Ya, el negro, no puede ser visto como esclavo o descendiente de éstos. La muy hermosa y humana boda, lo demostró.
La sociedad inglesa, ha sabido resolver sus contradicciones; por ello son tradicionalmente geniales y exitosos en política. Han sabido y saben convivir con sus contradicciones. Son un pueblo progresista y a la vez ultra conservador. Posiblemente, el historiador francés André Maurois, fue el más atinado cuando definió al inglés, como un individuo que sabe vivir sus tensiones; para él, “la incomprensión entre los hombres proviene de que algunos viven mucho más en el pasado; mientras que otros en el presente”. La Casa de Windsor con esta boda de uno de sus miembros, demostró estar al tanto de los cambios que transforman al mundo. La monarquía busca revitalizase en una nueva dimensión.
Ahora, frente a esta ecuación que marca trazos de ruptura paradigmática en la Casa de Windsor, nuestro país, es víctima y prado de todo tipo de ideologías trasnochadas, vinculadas a los siglos donde campeaba la intolerancia, barbarie y atraso cultural. Venezuela, es un país, inicialmente vestido con un manto militarista y posteriormente conducido por un grupo de hombres que se dicen representar a la clase obrera; hoy, vive un desorden existencial. Está sometido, a un desmadre descomunal. No sabemos hacia dónde vamos. Este domingo pasado, el gobierno bebió de su propia medicina. Sufrió una derrota institucional. De nada valieron la caja del claps, carnet de la patria y el chantaje con las misiones y pare Ud. de contar. El votante, desafió al gobierno y no votó en su farsa montada con los recursos de todos.
No se toma en cuenta la realidad. Ella es ignorada, pues no se le observa con criterios que apunten a solucionar sus problemas; en tal sentido, vemos que mientras otros gobiernos buscan adaptarse a las nuevas realidades; el de aquí apunta a adentrarse en el siglo XVIII o un poco más lejos. Lo grave es que la población es la que sufre. Estamos en manos de los enemigos de nuestro futuro. Hay personas enfermas de la desesperanza aprendida, al no valorar lo que Venezuela ha hecho. Acusan a este país de no tener identidad, de ser una manga de flojos; luego, que no hemos hecho nada por esta tierra. Nos comparan con los otros latinoamericanos y dicen que éstos, si tienen identidad; mientras que nosotros no. Esta visión, repetimos, de una “desesperanza aprendida” se ha incoado en la sangre del venezolano. No vemos futuro. Somos petróleo y más nada. Pobre país, cuando sus habitantes, o por lo menos algunos de ellos le consideran una porquería.
Personalmente creo, estamos ante el cambio de un paradigma. Eso no se ve. Hay que reconstruir al país. Europa sufrió una multiplicidad de guerras, invasiones, hambrunas, pestes y miserias. Ella lo superó. En cambio, nosotros sufrimos una desgracia, de la cual aparentemente no podemos salir. Tenemos la sangre helada por las miserias de un régimen que ha congelado las aspiraciones de una nación que ha creído siempre en una salida mesiánica. Por lo que pensamos es posible reconstruir al país y no caer en la tentación de sufrir el desengaño y la “angoisse”.
El resultado electoral del 20 de mayo de 2018, debe ser un aliciente para retomar el ánimo. Hay quienes creen que buscar un culpable, es la solución; hay, incluso algunos analistas extranjeros, muy lúcidos e inteligentes que actúan de buena fe, pero equivocan el foco. Creemos que esta revolución que se avecina en Venezuela, nadie la soñó, pero, más temprano que tarde, se presentará. Debemos aprender a convivir con nuestras contradicciones, con tolerancia y comprender que el mundo es cada vez menos ajeno y más humano. La casa de Windsor lo demostró. Venezuela también lo puede hacer cambiando al régimen que nos ahoga: no sabemos cuándo, pero vendrá,
Al igual que así como nadie pudo anticipar la manera de cómo la maquina inventada por Gutenberg pudo transformar la religión en Europa, al eliminar el monopolio de la iglesia católica para reproducir e interpretar la Biblia, así, veremos cómo Venezuela se levantará para cambiar su realidad. ¿Cuándo? No sabemos, pero, por ahora los resultados electorales anuncian una tempestad que el gobierno no puede frenar. Éstos, son una clara señal y eso es lo que importa.
@eloicito