A medida que la UE busca aumentar su influencia en los Balcanes, Rusia y Turquía han estado trabajando arduamente para fortalecer sus propios lazos con la región. El renovado interés de la UE en su patio trasero del sur se debe a los temores de un creciente impacto de Moscú en los Balcanes. Aunque el aliado europeo más cercano de Rusia es Serbia, no es el único país con una larga historia en los Balcanes. Turquía es otro peso pesado, obteniendo un gran apoyo de funcionarios corruptos en los Balcanes. Al igual que Rusia, Turquía está invirtiendo en importantes proyectos nacionales estratégicamente calculados para tener el mayor impacto económico y político en el mercado financiero.
Para demostrar su compromiso con Serbia, en una conferencia de prensa conjunta celebrada el 7 de mayo en Ankara con el presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, Erdogan dijo que el objetivo para 2018 es de 2 mil millones de dólares, llegando a 5 mil millones de dólares a largo plazo. Entre los proyectos más grandes, la autopista Belgrado-Sarajevo fortalecerá los lazos regionales y económicos. Vucic agradeció a Erdogan por “estabilizar” los Balcanes, declarando que “Turquía es la potencia más grande, el país más fuerte de los Balcanes”.
El 17 de mayo, durante la Cumbre EU-Balcanes Occidentales celebrada en Bulgaria, los líderes europeos expresaron su preocupación por la creciente influencia de Turquía y Rusia en los Balcanes, particularmente desde que los Balcanes alguna vez fueron parte del Imperio Otomano, y posteriormente bajo la Unión Soviética. Erdogan ha dejado clara su posición sin escrúpulos a las potencias occidentales, haciendo hincapié en que Turquía será tan poderosa e influyente como lo fue el Imperio Otomano durante su apogeo.
Rusia considera a Serbia su aliada más confiable en Europa y está invirtiendo fuertemente en grandes proyectos, especialmente en el sector energético. A pesar de que Vucic reconoce que está recibiendo un apoyo sustancial de Putin, está fortaleciendo su alianza con Turquía también. Mientras Rusia y Turquía compiten por la influencia en Serbia, todavía colaboran debido a su oposición conjunta a la participación continua y extensa de la UE en los Balcanes.
Vucic busca unirse a la UE y construir una relación trilateral con Rusia y Turquía, que desafía directamente los valores e intereses occidentales. Vucic, sin embargo, no puede “bailar” en dos bodas al mismo tiempo. Su alianza anti occidental hizo sonar las alarmas en la Unión Europea. El presidente francés Emmanuel Macron puso a Ankara y a Moscú bajo la misma luz, diciendo que no quería “unos Balcanes que se volteen hacia Turquía o Rusia”.
La Unión Europea sigue siendo el mayor socio comercial de Serbia; sin embargo, Serbia depende en gran medida de Rusia para el equipamiento militar, lo que de muchas maneras define las relaciones ruso-serbias. Hay aproximadamente 1.000 empresas en Serbia propiedad parcial o totalmente de rusos, con un ingreso estimado de 5 mil millones de euros. En octubre de 2017, Serbia compró seis aviones de combate rusos.
Las encuestas muestran que la mayoría de los serbios son pro-rusos y consideran a la OTAN desfavorable. Recuerdan bien que las potencias occidentales bombardearon fuertemente su país en 1999 durante la guerra con Kosovo. En una visita el año pasado a Belgrado, Dmitry Rogozin, viceprimer ministro de Rusia, afirmó que “Serbia nunca se unirá a la UE”.
La UE y EEUU Saben que Serbia sigue siendo la “oveja negra” en los Balcanes occidentales y tiene a Rusia a la defensiva. La UE simplemente rechaza lo que está haciendo el presidente ruso Putin en Serbia y no espera que Erdogan cambie su estilo dictatorial mientras él y su partido AK estén en el poder, ya que ninguno de ellos es consecuente con la cultura sociopolítica de Occidente.
En una conversación que tuvimos con Veran Matic, fundador y director de la estación B92 de Radio y Televisión de Belgrado, dijo que a Vucic ciertamente le interesaba establecer buenas relaciones entre Serbia y Rusia. Agregó que Serbia quiere estar conectada al oleoducto Turkish Stream (ya que Serbia depende del gas ruso, pero no hay posibilidad de que éste sea entregado directamente a Serbia).
“Para Serbia”, dijo Matic, “las inversiones son muy importantes, pero por otro lado, nos preocupa tener demasiadas buenas relaciones con el sistema que es reconocido como un impostor mundial de la libertad de medios, y con un Estado que encarceló a la mayor cantidad de periodistas en todo el mundo”.
En una conversación con Xhemal Ahmeti, historiador y filósofo, dijo que las frecuentes reuniones entre Irán-Turquía-Rusia, seguidas de actividades en las regiones donde operan, revelan claramente los contornos de su cooperación tanto en Oriente Medio como en los Balcanes. “Estos dos poderes”, dijo, “han acordado que su esfera de influencia trabaje en su agenda contra su enemigo común, los Estados Unidos”.
“La llamada doctrina semita chiíta, el pan-eslavismo de Putin y los neo-otomanos de Erdogan han ideado una alianza contra la agenda estratégica de la UE que ahora opera en los Balcanes”, dijo Ahmeti. Mientras tanto, Serbia ha logrado tener ambas cosas, mirando simultáneamente hacia el Este y el Oeste.
Mientras que el reconocimiento de la independencia de Kosovo sigue siendo la condición clave de la UE para la membrecía de Serbia, Elena Guskova, del Instituto de Estudios Balcánicos de la Academia Rusa en Moscú, argumenta que cooperar con el ejército ruso es “una garantía de seguridad” para muchos serbios.
Vucic ha buscado el apoyo constante de Moscú sobre Kosovo y ha reafirmado su oposición a la membrecía de la OTAN, ya que se convirtió en el primer líder extranjero en reunirse con Putin desde que éste último comenzó su último mandato como presidente de Rusia. “Serbia preservará su independencia, Serbia preservará su neutralidad militar y Serbia no tiene previsto convertirse en miembro de la OTAN ni de ninguna otra alianza militar”, dijo Vucic durante su visita al Kremlin.
Blerim Latifi, profesor de filosofía en la Universidad de Pristina, nos dijo que esta “alianza” entre Turquía, Rusia y Serbia es un golpe a la unidad y funcionalidad de la OTAN, y que “cualquier golpe a la OTAN tiene efectos negativos en la seguridad nacional de los Balcanes”.
Mientras que Putin no oculta su animosidad hacia la alianza occidental y trata de socavar los intereses occidentales en cualquier lugar que pueda, Erdogan quiere que sea en ambos sentidos. Quiere mantener la membrecía de Turquía en la OTAN y presumiblemente aún desea unirse a la UE, pero está trabajando arduamente para socavar los intereses estratégicos de la UE y la OTAN en los Balcanes al afianzar a Turquía en Serbia, en particular para cumplir su insidioso plan.
La Unión Europea debería advertir a Serbia que debe sopesar cuidadosamente sus opciones y emprender las reformas sociopolíticas y económicas necesarias si quiere convertirse en miembro de la UE. Serbia ciertamente no tendrá ninguna posibilidad de unirse a la UE si mantiene una asociación abierta con Erdogan o Putin.
Para estar seguro, Serbia ahora debe darse cuenta de que la perspectiva de la democracia sostenible, la libertad y el crecimiento económico descansa en una estrecha asociación con la UE. Debe distanciarse de los dictadores despiadados que pretenden ser el salvador de los Balcanes cuando en realidad están explotando la vulnerabilidad de la región para su fin estratégico a largo plazo.
Profesor de Medio Oriente del Center for Global Affairs de la Escuela de Estudios Profesionales de la Universidad de Nueva York (NYU-SPS).