A veces los tiempos de la política no sintonizan con las crisis económicas y sociales. Esas situaciones son indeseables. Especialmente cuando las crisis son integrales y tienden a agravarse constantemente. El esfuerzo por armonizar la acción política con las otras manifestaciones del conflicto siempre resulta fundamental. Una manera de aproximarse a lograr consonancia, es actuando simultáneamente en los diversos escenarios. Orientar la diversidad en la acción es una labor indelegable de la conducción política. Guiar y enfocar el sentido global de la lucha es inherente a la condición de dirección.

Los avances y aciertos de la oposición –pese a las dificultades actuales– no siempre ha producido la necesaria combinación en las diferentes esferas del entramado social. Con frecuencia concentramos todos los esfuerzos en un solo espacio, en una sola tarea.

La complejidad actual nos exige superar esa limitación, diversificar los campos y la ejecución de acciones, para avanzar en la conquista del cambio por la ruta democrática y constitucional.

En la solución de todo conflicto existe un escenario que siempre hay que considerar y es el de la negociación, no es casual que toda la comunidad internacional que reconoce la legitimidad de la Asamblea Nacional y desconoce la fraudulenta constituyente, lo privilegie cono solución a la crisis venezolana.

No se puede garantizar de antemano frente a regímenes autoritarios, con prácticas dictatoriales y pretensiones de eternizarse en el poder el éxito, centrando la lucha en un solo espacio, mucho menos el de la negociación.

En el caso de las conversaciones que se vienen adelantando entre el gobierno y la oposición en República Dominicana  –donde existen notables diferencias con anteriores intentos– podemos reafirmar la validez de tal afirmación, sin embargo esa es una ruta que hay que explorar, un camino que tenemos que recorrer.

Estas iniciativas suelen estar rodeadas y precedidas por “mutuas desconfianzas” sobre todo por los extremos de lado y lado. Siempre es así.

Las aprehensiones manifestadas en algún sector de la oposición son explicables, dada el carácter falaz y tramposo del gobierno, lo que no se comprende es que se apueste al fracaso, que se desate –sobre todo a través de las redes– una campaña de acusaciones infundadas, vilipendiando e injuriando a una dirección que ha conducido a los avances y logros, jugando un rol protagónico en la consecución del respaldo internacional con que cuenta la lucha democrática.

Esa apuesta está dirigida a responsabilizar a la Mesa de la Unidad ante un eventual fracaso de las conversaciones y a concluir que todas las vías para cambiar el actual estado de cosas están cerradas, dependeríamos entonces de la intervención de factores exógenos para la solución.

La “oposición de la oposición” mientras es prolija en señalar los errores de otros, se niega a reconocer los propios. La última reunión en Santo Domingo demostró que los augurios sobre debilidades de la MUD, las acusaciones de entreguista y concesiones indebidas no obedecían a la realidad. Igual que quienes frente a la anuncio de la agenda de la AN cuando se contemplaba un Acuerdo sobre el Petro, presuponían que se acordaría un respaldo a ese invento del gobierno no hubo –tampoco es esa oportunidad– el más mínimo indicio autocrítico.

Lo que no se puede obviar es la necesidad imperiosa de la unidad para poder derrotar al régimen, el atrincheramiento en posturas irreductibles y en afirmaciones generales sin acompañamiento de la acción política, sirven como desahogo inútil, predica infecunda que ofrecen un flaco servicio a la lucha y favorece los propósitos del gobierno de dividir las fuerzas democráticas. Es necesario colocarse a la altura del compromiso que tenemos por delante, dejar a un lado las menudencias e intereses parciales y promover una gran alianza amplia y diversa, con el propósito de lograr el cambio que nos permita salir de la actual pesadilla y enrumbar al país hacia un destino distinto.

@lmesculpi

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