Henry A. Kissinger describe en su monumental obra “Un Mundo restaurado”, cómo el diplomático austríaco Metternich, enfrentó al genial Napoleón Bonaparte. El cochero de Europa fue su apodo por los constantes viajes que hubo de hacer para tejer la telaraña donde la mosca fue atrapada. La voluntad fue derrotada por la proporción, encarnada por el austríaco. Éste, como estadista se impuso, al hacer que su política, triunfase bajo la forma de la “Santa Alianza” sobre Napoleón y su empeño en imponer la Revolución francesa, con pólvora y cañones. Éste, irrespetó los límites y se convirtió en un verdadero dolor de cabeza para la legitimidad del orden que se negaba a desaparecer: la monarquía, como forma de dominación política.

Hoy, a finales del 2017, nos topamos con una realidad donde, aparentemente,  el irrespeto a los límites se vuelve patéticamente peligrosa. El líder norcoreano Kim Jong-un parece firme en llevar adelante la amenaza a EEUU con sus armas nucleares, a pesar de las sanciones internacionales llevadas a cabo muy diplomáticamente por la ONU, las múltiples advertencias y actos disuasivos realizados por la Administración Trump y sus aliados más cercanos, y la hambruna que acosa a su pueblo. Éstas, no son nuevas. El joven dictador se mueve con facilidad y presiona a sus especialistas para aumentar los lanzamientos de misiles. Con lo que estamos, supuestamente, ante un total irrespeto de los límites y las proporciones. Lo que nos hace reflexionar acerca del modo de como éste, ha manejado la situación. Mucha sangre fría para ello; es lo que los expertos llaman “la estrategia de las tensiones”.

Sobre la mesa hay muchas interrogantes. La principal: ¿Podrá, Kim Jung Un, manejar correctamente las señales que recibe del exterior? Es decir, ¿ponderará él que sus posturas e irrespeto a los límites puede llevar un desastroso desenlace para Corea del Norte? Estas cuestiones serán claves en 2018.

Vestido con el traje de Stalin y Mao, pero nos referimos al del aislamiento internacional, Kim Jong-un, apunta a continuar con la política de su abuelo, el fundador de la dinastía al magnificar, con su retórica incendiaria, acerca de su batalla contra los enemigos externos. Corea del Norte no tiene casi contacto con el mundo exterior.

Paradójicamente en un Mundo donde se busca reducir la producción de armas nucleares, Kim Jong Un, acelera su programa para desarrollarlas. Según indican los medios de comunicación social, Corea del Norte estaría al filo de desarrollar un arsenal que podría golpear a Alaska, California y Chicago, para no hablar de su actual capacidad de destruir a Corea del Sur y lesionar gravemente al Japón. Pero, como en el juego de póker, Kim Jung-un, prefirió destacar que tiene la capacidad para destruir a Guam. Según algunos se trata de un “bluf”; esto es, porque Kim, tras conocer la agresiva decisión de EEUU, decidió bajar el tono de sus amenazas, no sin antes ordenar intensificar las pruebas con otros misiles.

En septiembre, Corea del Norte anunció la prueba de una bomba con carga termonuclear (la bomba H). Ésta, se llevó a cabo, tras los ejercicios militares anuales de Corea del Sur con EEUU. La prueba de esta bomba le confirmaría a Kim Jong-un el privilegio de tener el arma atómica; no obstante,  según los expertos, ella, requiere ser “miniaturizada” a fin de ser instalada en un cohete. Otra pregunta: Corea habrá alcanzado  esa capacidad. Hay dudas al respecto. La gran pregunta de “Quién quiere ser millonario” y sin derecho a comodín: ¿Aún si Kim Jong-un alcanza poseer el arma nuclear, se atrevería a atacar a EEUU?

Él, debe estar consciente que la respuesta será devastadora. Su régimen sería destruido. Se acabaría totalmente. No obstante, como todo jugador, debe actuar con racionalidad. La posesión del arma nuclear le ofrece una “póliza de seguro” a su régimen que no será sacado del poder. Seguramente habrá leído de historia: Saddam Hussein y Gadafi tras abandonar sus intentos de poseer la bomba atómica, fueron barridos del poder. Por lo que los intentos de la comunidad internacional deben apuntar a minimizar la posibilidad de alcanzar la tenencia de esta arma. Mientras más avance, será más difícil frenarlo.

Trump ha dicho: todas las opciones están sobre la mesa. El hombre del copete amarillo, habló de embestir con “fuego y furia” si hay alguna acometida contra EEUU. Por lo que hay un difícil proceso de negociación. China conoce los intríngulis de la diplomacia estadounidense. Su papel puede aumentar en la zona. Trump, no quiere negociar directamente con Kim Jong-un (que sería lo más sabio) por lo que busca afanosamente convencer a China de ese papel. Ella es la que debe calmar “diplomáticamente” los ímpetus norcoreanos.

Ya China ha dado un paso adelante. Adhirió su voto al proceso sancionatorio contra Corea del Norte, en la ONU, propuesto por EEUU. Ello no había ocurrido hasta ahora. Esto es, como quiera que el régimen de Corea del Norte no logra calmar su apetito nuclear, China actuó en consecuencia. Corea del Norte es un obstáculo muy peligroso para ella. Pero, las cosas hay que verlas en una dimensión muy particular: Mientras, EEUU presionan a China, para que no  abastezca de energía al régimen coreano; ella observa la dinámica geopolítica y busca evitar el derrumbe del equilibrio regional, donde ella, juega un papel fundamental. Xi Jinping apuesta por mantener ese equilibrio.

Se concluye que el derrumbe del gobierno de Kim Jong-un, podría reunificar a Corea del Norte con la del Sur. Ello acercaría a las tropas norteamericanas a la frontera china. Todo un peligro, en perspectiva, para el coloso amarillo. Por lo que se ve, Kim Jong-un es aparentemente el dueño del juego. Él sabe que ocasiona pesadillas a sus poderosos vecinos. No obstante, está convencido que China no lo dejará solo (es su apuesta) Si él cae, el peligro gringo se acercará a las  fronteras chinas. China debe ponderar esa realidad. Mientras, Kim Jong-un, acentúa su papel de gran dirigente, alimentado con la idea “Juche”. Ésta, supuestamente  aumenta la creencia de los norcoreanos de estar preparados para los grandes sacrificios. Si ellos soportaron una hambruna en 1990, pueden estar preparados para otras inmolaciones, en la idea de defender a su líder y la independencia. Mientras ello ocurre Kim Jung-un con su nomenclatura hacen progresos, sin violentar los límites ni las proporciones. El hombre sabe jugar, mientras los otros son unos amateurs que no ven quien es el dueño del juego. Veremos más adelante si Trump da un golpe de timón y se sienta discutir la paz con Kim Jong-un. Lo que hay es un armisticio firmado en 1953. La firma de un tratado de paz traería sosiego al Mundo.

@eloicito

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