De nuevo la ciudad de Nueva York es el escenario de una nueva edición de la Asamblea General de las Naciones Unidas; se transforma con  dispositivos de seguridad y mayor concentración del cosmopolitismo diplomático. Los  discursos de mandatarios y líderes se pasean por el lenguaje diplomático que envuelve el debate general dentro de una compleja agenda construida “a pulso” intergubernamental en el mayor aforo del multilateralismo instalado desde mediados del siglo pasado.

Con el riesgo consciente de omitir aspectos relevantes, la región del Gran Caribe se destacó en esta primera etapa porque casi en paralelo ocurren dos movimientos sísmicos en México y el paso de dos grandes huracanes por El Caribe. La programada intervención de los líderes caribeños se ajustó y los contenidos temáticos acordados en las cumbres regionales cedieron el paso a la presentación de los grados de devastación de los territorios insulares, siendo los más dramáticos los casos de Antigua y Barbuda y Dominica.

La vulnerabilidad de la región caribeña ha quedado expuesta en cifras preliminares de vidas humanas, pérdidas económicas en sectores claves para su crecimiento (agricultura, turismo), afectaciones en los servicios básicos, entre otras.

En esta visibilidad de desastres por huracanes, resaltamos a la insularidad caribeña “no autónoma” cuyo estatus político sigue siendo tema de debate en el Comité de Descolonización de la ONU, en los respectivos parlamentos metropolitanos y sobre todo en el cuadro político de estos territorios. Su condición de soberanía está mediada por controvertidos debates jurídicos y políticos sobre la autodeterminación y la no injerencia en los asuntos internos de quienes ejercen la autoridad: las Islas Vírgenes británicas y americanas; las dependencias francesas y holandesas en el Caribe.  De manera muy especial y solidaria, destacamos el caso de Puerto Rico, cuyo estatus ante el gobierno federal de EEUU revela el trato ‘desigual’ del gobierno federal de EEUU en las declaratorias de emergencia y zona de desastre y los impedimentos para solicitar de manera autónoma ayuda internacional.

Por su parte, Venezuela y Guyana nuevamente cruzan sus respectivas estrategias diplomáticas en una ruta accidenta de coincidencia contra el Bloqueo a Cuba y de distancias sobre los mecanismos de solución a Controversia por el Esequibo.

Los discursos marca la prioridad de temas en la diplomacia de cada país así como de las negociaciones de bloques y regiones. Los debates estarán asociados a los intereses de los actores involucrados; sus resultados mostrarán frustraciones y progresos para el Caribe y el mundo en general. La evaluación y seguimiento son tarea obligada.

Nota al pie: El escarceo post-Huracan sube sus tonos en lo discursivo y en las redes sociales. Los ‘reclamos’ de Puerto Rico y las respuestas política desde Washington y la de sector privado desde EEUU son parte del contexto que rodea la visita que el Presidente Trump realizará a una muy golpeada “Isla del Encanto”.

@mirnayonis

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