Analistas internacionales  han filtrado la información de que China está considerando seriamente no continuar otorgándole nuevos créditos a la privilegiada erogación que ha llevado a darle  a Venezuela 60.000.000.000 de dólares desde el 2007, para evitar como solía afirmar Fidel Castro, que esa deuda se convirtiera  en “deuda eterna”. Para convencer a sus socios que no interrumpan el flujo de divisas, el Gobierno de Maduro ha enviado a Beijing múltiples delegaciones con el fin de convencer a los herederos de Mao sobre la conveniencia de recibir una nueva catarata de préstamos atados a productos Chinos. Pero  los mecanismos poco transparentes que se han realizado a través de la firma de más de 500 Acuerdos, muchos de ellos canalizados a través de la Comisión Mixta Sino-Venezolana, se convierten hoy en uno de los obstáculos difíciles de vencer.
La dificultad de aumentar de 600.000 barriles de petróleo diarios al millón prometido, ha sido imposible debido al colapso de PDVSA, lo que se agrava con los bajos precios actuales del petróleo. Como si ello no fuera suficiente, a raíz de las elecciones del 6 de Diciembre, la Asamblea Nacional ha expresado la necesidad de que los Acuerdos Internacionales sean ratificados por los mecanismos Constitucionales, hecho que el Poder Ejecutivo se niega  cumplir, poniendo en riesgo la legalidad de las inversiones Chinas. Ello les preocupa porque no descartan la posibilidad de un cambio de Gobierno, y los efectos negativos que la falta de transparencia y legalidad tendría sobre sus acreencias. Por otra parte, la rampante corrupción de altos funcionarios venezolanos que han utilizado los recursos como si fueran la caja chica del Gobierno, ha generado malestar en nuestros socios, que se suma a los efectos de la inseguridad en el país, que ha obligado a que ejecutivos chinos se trasladen a capitales vecinas como Bogotá para atender desde allá sus obligaciones administrativas con mayor tranquilidad para ellos y para sus familiares.
Pero el más grave error es considerar que la ayuda obtenida por el régimen criollo, es el resultado lógico de la solidaridad ideológica, sin entender que para las empresas del Extremo Oriente se trata de promover una presencia agresiva en América Latina desvinculada de la visión “Maoista”. Los Chinos vinieron para quedarse. Prueba de ello es que cuando terminaron sus mandatos los Mandatarios inspirados por el ALBA, sus sucesores fueron recibidos con la alfombra roja (y no solo del PC Ch). El primer viaje del Presidente Michel Temer del Brasil, fue a China para asistir a la Cumbre del G-20,  renovar su identidad como miembro de los BRICS y fortalecer los vínculos bilaterales. El primer nombramiento diplomático del Presidente Mauricio Macri fue enviar como Embajador a uno de sus más cercanos diplomáticos Diego Guelar quien preparo el encuentro entre Macri y Xi Jinping para renovar los acuerdos con el gran socio asiático. A su vez Pedro Pablo Kuscynski del Perú inicio su primera  visita oficial de Estado a China con el fin de estrechar lazos económicos y financieros.
Es decir, al Gigante Asiático no les interesa el “color del gato” sino el asegurar su presencia ventajosa y segura, por lo que no creen -en lo que llamamos-  “Cuentos Chinos”.

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