El gobierno venezolano en su torpe agonía, cada día propicia más la intervención de los organismos multilaterales (OEA, UNASUR, MERCOSUR); de terceros países o incluso de personalidades afectas a su causa. Lo que sí es cierto es que si aceptara alguna de las salidas establecidas en la Constitución venezolana no habría necesidad de mediaciones externas.

La imposibilidad de lograr un entendimiento ha conducido a la búsqueda de una solución en los mecanismos de solución de controversias; sin embargo estos requieren de personas idóneas, respetables transparentes y de una alta talla moral que transmita confianza; de ahí la mediación del Papa en el conflicto del Beagle Argentina-Chile y de Oscar Arias -Premio Nobel de la Paz en 1987- en los procesos de paz en Centroamérica.

La iniciativa planteada desde UNASUR para propiciar un diálogo en Venezuela se perfila hacia el fracaso por diversas razones de orden moral, éticas y técnicas. Desde el momento en que se involucró al Ex-Presidente  Samper, cuyo gobierno estuvo empañado por el pecado original de la droga y del proceso 8000, moralmente no era apto para dicha gestión, pero lo más cuestionable es su compromiso con el chavismo, lo que le hacen una persona no confiable para los factores democráticos.

En el caso concreto de las gestiones de Rodríguez Zapatero realizados por iniciativa de la dupla Samper-Maduro, estas se encuentran a las puertas del fracaso por varias razones tanto éticas como técnicas. Es inconcebible que un Ex-Presidente salido de las filas del PSOE con una tradición centenaria en sus luchas contra el franquismo por 39 años, con una militancia perseguida, encarcelada, fusilada, torturada y en el mejor de los casos exiliada, se haya prestado al celestinaje del gobierno venezolano al proponerle a Leopoldo López su libertad a cambio de su inhabilitación política o del Referéndum Revocatorio, como que si la libertad fuera una pieza de intercambio. Este ciudadano español llegado a La Moncloa gracias a un acto terrorista y con ansias de alcanzar un Premio Nobel de la Paz a toda costa, piensa que puede cambiar espejitos por el oro de la democracia venezolana.

Los mecanismos de solución de conflictos están muy bien descritos en el artículo 33 de la Carta de la ONU y en el Pacto de Bogotá; cada uno tiene sus particularidades técnicas. En el caso de los buenos oficios, el gobierno o la persona que actúa  debe ser ajena a la controversia lo que no han sido ni Samper ni Rodríguez Zapatero. El buen oficiante o mediador este debe ser independiente, de una alta talla moral y aceptado por todas las partes, que le den el “autoritas” suficiente para proponer una solución aceptable, que visto desde cualquier ángulo apunta a la celebración de un Referéndum Revocatorio en 2016.

@grevanales

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