En su Manual de Zoología Fantástica publicado en 1957, el maestro Jorge Luis Borges citando al poeta romano Claudiano, señaló que el Ave Fénix es un “pájaro inmortal que resurge de su cenizas, un heredero de sí mismo y un testigo de las edades”. Esta puede ser la definición mejor ajustada a la sorprendente historia de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), la cual cumplió recientemente 55 años, en medio de una situación de mercado compleja donde su fulgurante brillo parece apagarse, acaso para engañar a los incautos que ya se han apresurado a diagnosticarle erróneamente su segunda muerte.
En efecto, el 14 de septiembre de 1960, tuvo lugar la mítica reunión celebrada en Bagdad, entre representantes de Arabia Saudita, Irán, Irak, Kuwait y Venezuela, con el propósito de proteger y asegurar el control sobre sus recursos petroleros frente al cartel de empresas petroleras transnacionales que otrora controlaban el mercado petrolero mundial: las “Siete Hermanas”. En dicha reunión, por iniciativa de los Ministros de Petróleo de Venezuela y Arabia Saudita, el Dr. Juan Pablo Pérez Alfonzo y el Jeque Abdullah al-Tariki respectivamente, fue fundada la OPEP; que sin lugar a dudas, ha sido la más poderosa organización con la que han contado los países en desarrollo en toda su historia independiente.
La Guerra del Yom Kippur en 1973 produjo el primer shock petrolero que elevó los precios desde 3 $/Bl hasta 13 $/Bl, y terminó cambiando la dinámica del mercado petrolero a favor de la OPEP. Los países miembros ahora veían en sus manos una riqueza cuantiosa con la cual podían financiar el desarrollo de sus pueblos. La Revolución iraní de 1979 produjo el segundo shock petrolero que elevó los precios hasta más de 35 $/Bl, y la OPEP se transformó en un grupo respetado y temido. En 1986, la falta de disciplina entre los miembros, la debilidad de la demanda petrolera y el aumento de la producción No-OPEP -más específicamente en el Mar del Norte-, descoordinó el grupo y derrumbó los precios a menos de 10 $/Bl -una coyuntura muy parecida la actual. De esta caída, los precios no volvieron a recuperarse con vigor en casi veinte años, salvo por eventos geopolíticos puntuales como la Guerra Irán-Irak o la Primera Guerra del Golfo en 1990-1991. Bien es cierto, que la OPEP también cometió errores que evitaron un fortalecimiento de precios para superar estos años duros -cuando no pocos decretaron su primera muerte y le trataban de reliquia-, como la mala lectura del mercado que le llevó a aumentar producción en plena Crisis Asiática. No obstante, una segunda era dorada surgió gracias a la cohesión alcanzada en la II Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la OPEP celebrada en Caracas en 2000 y al vertiginoso aumento de la demanda china, dando paso a una larga década de precios altos sólo interrumpidos brevemente por la crisis económica mundial de 2008-2009, donde un recorte récord de la OPEP permitió apuntalar los precios.
En los últimos 15 meses, el grupo ha sido nuevamente el centro de atención ante la caída de los precios en un 58%, tocando niveles mínimos de los últimos 6 años –el crudo Brent se ubicó en 115,71 $/Bl en junio de 2014 y 48,49 $/Bl a principios de septiembre de 2015. Así, la narrativa petrolera coetánea se ha concentrado en la estrategia de Arabia Saudita de defender su cuota de mercado ante el desafío del petróleo de esquistos de EEUU y la debilidad de la demanda impuesta en la 166° Reunión Ministerial de la OPEP a finales de 2014 y confirmada en la Reunión de Ministros de Petróleo del Consejo de Cooperación del Golfo celebrada en Doha el 10 de septiembre de 2015; el consecuente aumento de la producción del grupo a niveles máximos de los últimos 3 años; el conflicto de intereses entre los miembros del Golfo y los miembros que tienen una situación financiera más precaria y han pedido recortes –entre ellos Venezuela, Argelia y Ecuador-; y las tensiones geopolíticas entre Riad y Teherán. Sin embargo, tres elementos advierten contra la tentación de decretar una segunda muerte de la OPEP.
En primer lugar, la Agencia Internacional de Energía y el Departamento de Energía han cambiado sus pronósticos, señalando ahora una contracción de 400 mil barriles diarios (MBD) en la producción de esquistos en EEUU en 2016 debido a la caída de precios. Los jeques empiezan a ganarle la guerra a los esquistos.
En segundo lugar, la OPEP estima que los precios se recuperarán gradualmente -5 $/Bl anuales- desde el nivel actual y se ubicarán en 80 $/Bl en 2020 y alrededor de 90 $/Bl en 2030. Por su parte, la cuota de mercado de la OPEP que se ha visto reducida en los últimos años, debido al aumento de la producción de Canadá, Rusia y EEUU, pasará desde 33% en 2015 hasta 40% en 2030.
En tercer lugar, Indonesia ha decidido regresar a la OPEP –ingresó al grupo en 1962 y lo abandonó en 2009-, y su membresía será reactivada en la próxima Reunión Ministerial el 4 de diciembre. Esto no deja de ser paradójico, porque es un país importador neto que busca aumentar su producción que se ubica en 852 MBD, mientras su consumo es casi el doble y continúa en aumento. No obstante, Yakarta prefiere estar dentro de una organización sólida para tener información, forjar alianzas de suministro y atraer inversiones para su sector refinador.
En consecuencia, aunque la OPEP vuelve a pasar por años difíciles, ha acumulado gran aprendizaje y experiencia, por no mencionar que sigue teniendo las mayores reservas petroleras y los menores costos de producción. Darla por muerta una vez más, como se hizo en los años noventa, es un error de juicio. Tal como apuntan los pronósticos a largo plazo –incluso de empresas como BP-, la OPEP seguirá siendo una fuerza central del juego petrolero en los próximos 20 años, renaciendo con fuerza de lo que muchos creen son sus cenizas definitivas. Nuevamente heredera de sí misma, cual Fénix de Heliópolis. ¿Y usted qué opina?
@kenopina
Publicado originalmente en El Mundo Economía y Negocios