Protocolo de La Guzmania: 30 años después – Por Jesús Mazzei Alfonzo
El pasado lunes 4 de marzo, se cumplieron 30 años del encuentro presidencial, entre Rafael Caldera e Itamar Franco, Presidente del Brasil, que reorientaron las relaciones diplomáticas entre ambos países y fueron un hito positivo dentro de la política exterior venezolano en los años 90, gracias al despliegue de una diplomacia presidencial proactiva, asertiva y positiva y cimentaron las bases, de lo que han sido las relaciones excelentes entre ambos países, desde aquel entonces hasta ahora, solo con la excepción del período de gobierno de Jair Bolsonaro, en que se vieron interrumpidas, pero no rotas en términos diplomáticos, entre los años 2019-2023, hasta la llegada de Lula, de nuevo a la presidencia de la República del Brasil, en enero de 2023. Se firmó pues, un documento diplomático de gran trascendencia, para la historia diplomática del país: El Protocolo de la Guzmania.
En efecto, dentro del contexto del cambio que se produce en la estructura internacional en los años 90, generado por la fase más reciente del proceso de globalización que impulsa las tendencias de integración y regionalización en el mundo, la reaproximación con Brasil, se da dentro de un contexto propicio de búsqueda de establecer alianzas estratégicas con algunos de sus vecinos, un contexto de marcado optimismo en las relaciones internacionales dado el proceso de despolarización. Esto lo supieron interpretar claramente tanto Caldera como Franco, en las relaciones bilaterales entre ambos países y desplegaron una diplomacia presidencial en tal sentido.
Como bien lo expresó el entonces Embajador de Venezuela en Brasil durante el período 1994-1997 Alfredo Toro Hardy (debo acotar que el Dr. Rafael Caldera tuvo tres jefes de Misión en Brasil entre 1994-99; Sebastián Alegrett, que estaba al frente como jefe de la misión diplomática desde el gobierno del Presidente Pérez, aproximadamente desde inicios de los años 90, Alfredo Toro Hardy y Milos Alcalay, todos con experiencia en el mundo diplomático y Toro Hardy este último, como Director del Instituto de Altos Estudios Diplomáticos desde 1992 y en el mundo académico universitario, estos dos últimos serán los Embajadores designados por el Dr. Caldera en su período constitucional) (el Dr. Alegrett, pasará de Brasil a ser el nuevo y primer Secretario General de la Comunidad Andina a la raíz de la modificación del Acuerdo de Cartagena con el Protocolo de Trujillo), afirma pues en su libro, Toro Hardy:
“… La llegada por segunda vez a la Presidencia de la República en1994, transformó completamente el ámbito de las relaciones bilaterales. El presidente Caldera ha sido el jefe de Estado venezolano con mayor conciencia del significado estratégico de las relaciones con Brasil, lo cual quedó de manifiesto con la aproximación iniciada en su primera administración. Su primer acto de política exterior tras la toma de posesión, hace tres años, fue abrir las compuertas para una aproximación en positivo hacia el vecino del sur. Centrar las relaciones con Brasil en factores esencialmente negativos constituía un contrasentido histórico. No sólo se trataba que ofreciera inmensas complementariedades potenciales, sino también de la mayor potencia regional. Era necesario encontrar elementos de naturaleza constructiva, con la identidad suficiente, como para inclinar la balanza en el sentido contrario. A ello se abocó el Presidente Caldera…” (Toro Hardy, Abriendo caminos para la Historia, Caracas, Panapo, 1997, p.11).
Ahora bien, la reaproximación que se hace, veinte años después de ese encuentro Presidencial de 1973 entre Caldera y Médici, efectivamente, se hace en el año 1994, tiene también, como su antecedente diplomático, en la Reunión del Mecanismo de Política Consulta del 24 al 26 de agosto de 1993, en Brasilia, aunque la institucionalización de consultas políticas, tiene origen en el Memorándum de Entendimiento entre el Gobierno de la República Federativa del Brasil y el Gobierno de la República de Venezuela, firmado en Brasilia el 20 de junio de 1990, que da el marco para sentar las bases futuras para la relación bilateral de ambos países. Había que dejar atrás esa vecindad negativa, silenciosa que durante largo tiempo y salvo contadas excepciones tenían ambos lados. Sobresaltadas por eventos y acontecimientos que sucedieron entre 1992 y 1993, que ensombrecieron un poco las relaciones entre ambos países por accidentes; como fue, por ejemplo, el asesinato de indígenas por supuestos garimpeiros, así como la situación ya mencionada del derribo del avión con garimpeiros. Esto suscitó él envió de una nota diplomática de protesta por parte de Venezuela en agosto de 1993, las relaciones como se puede exponer en términos de teoría de juego en esa época, eran de carácter agonal.
Caldera, llegó por segunda vez a la Jefatura del Estado en febrero de 1994, con una clara visión de la política exterior, con sentido de las proporciones, con mesura, revitalizando en ese sentido, las relaciones con el vecino del sur y traza como objetivo, darles un nuevo carácter a las relaciones con el Brasil. Esta situación se va a reforzar aún más, cuando posteriormente, asume la Presidencia del Brasil el Ex-Canciller y Ex-Ministro de Hacienda, e ideólogo del Plan Real, Fernando Henrique Cardoso en enero de 1995, quien compartió con Caldera la fundación de la Asociación Latinoamericana de Sociología y algunos años de docencia universitaria en la Universidad Central de Venezuela (UCV) fundamentalmente en CENDES, a finales de la década de los 60, donde fue profesor en el sexto curso de postgrado, de esa institución universitaria. Aquí está presente un fuerte factor motivacional de carácter personal, el conocimiento mutuo de ambos líderes y la percepción positiva y empática entre ambos mandatarios. El encuentro presidencial, entre Caldera y Franco, tuvo, pues un profundo impacto hacia el futuro de las relaciones bilaterales entre Venezuela y Brasil y que dejo el terreno con la presidencia de Cardoso, posteriormente.
Ahora bien, durante la primera presidencia de Caldera, y eso es lo que recordamos, enmarcado en las ideas de solidaridad pluralista, justicia social internacional y bien común universal, como valores que dieron un giro importante a la política exterior, el jefe del Estado se convirtió en un actor fundamental del quehacer diplomático. No solamente hubo un vuelco en la política exterior sino, además, la novedad que constituyó esta importante cita presidencial en la población venezolana de Santa Elena de Uairén, el 20 de febrero de 1973, en la zona fronteriza con Brasil. Sería en febrero efectivamente, del año 1973, el día 20, cuando Garrastazu Médici, y Rafael Caldera, el primero, vestido de civil y en suelo venezolano (esto es importante desde la perspectiva de la simbología política, vestimenta civil para una mejor aproximación con la contraparte venezolana) firmó un Comunicado Conjunto con ideas que mantienen plena vigencia a la distancia de más de cincuenta y un años, lo cual permite observar el grado de profesionalización y preparación alcanzado por nuestros negociadores diplomáticos en aquel instante.
De tal manera, los profundos cambios regionales y a nivel mundial indujeron a cambios rápidos en las vías estratégicas de ambos países. Así, la creciente interdependencia de las economías a nivel mundial, la necesidad de desarrollar las regiones fronterizas de ambos países, el nuevo concepto de Desarrollo Sustentable y la demostrada complementariedad de las regiones norte del Brasil y sur de Venezuela, ha llevado a ambos gobiernos a redefinir sus políticas y poner en práctica un mayor acercamiento con sus vecinos.
Así las cosas, el 4 mes de marzo de 1994, es muy importante porque durante la visita de trabajo que realiza a Venezuela el Presidente Itamar Franco, se firmó el Protocolo de la Guzmania, el cual enmarca en el cuadro de desarrollo de las relaciones a futuro, dentro de una búsqueda de aproximación positiva, con el contenido estratégico de complementar las potencialidades entre ambos países.
En efecto, en dicha cumbre Presidencial, despliegue de la diplomacia presidencial entre ambos jefes de estado de carácter bilateral se establecieron los cimientos institucionales sobre los que había de construirse un ambicioso proceso de aproximación bilateral. Se establecieron Siete Grupos de Trabajo Binacionales, que con el tiempo habrían de llegar a trece, con el objetivo de pasar revista y formular propuestas en los más diversos aspectos de la relación bilateral, en sus diferentes dimensiones ( lo político, lo comercial, lo fronterizo y lo militar, lo minero, lo petrolero, la integración al Mercosur, entre otros aspectos).
La visita del Presidente Itamar Franco, el 4 de marzo tuvo características de escala técnica que duró medio día, se reunieron en la quinta presidencial La Guzmania (hoy en un estado deplorable y abandonada, este patrimonio arquitectónico del Estado La Guaira), una de las variantes de ejecución de la diplomacia presidencial (encuentro bilateral-escala técnica), por cierto, al Embajador del Brasil Clodoaldo Hugueney, jugó un papel central en la organización de esa visita así como, junto con los Embajadores Alegrete y Alfredo Toro Hardy. El Presidente Caldera, utilizó este recurso de diplomacia presidencial, con sentido de las proporciones, sin sobrecargar el sistema de política exterior sino aprovechar sus instrumentos tanto de la cancillería y otros organismos del estado en forma proporcionada, para ejecutar esta acción exterior, en forma eficiente
En esa reunión presidencial, luego de la sesión de trabajo entre ambas delegaciones de los dos países, en que se afinaron tanto el comunicado conjunto, como el Protocolo Adicional al Convenio de Amistad y Cooperación entre la República de Venezuela y la República Federativa del Brasil del 17 de noviembre de 1977, se firma entonces el Protocolo de la Guzmania, hubo un almuerzo y además una rueda de prensa antes de la partida del Presidente del Brasil Itamar Franco. El comunicado expone, pues, la voluntad política de los países de reorientar y ampliar las relaciones bilaterales,( importante manifestación de acción política) por otra parte, el Protocolo de la Guzmania es el marco jurídico y político, para el nuevo grado de prioridad asignado a las relaciones entre ambos países, se crea una Comisión Binacional de Alto Nivel (COBAN) con un mandato amplio y una serie de grupos de trabajos, que al principio serán 7 y luego se ampliaran a 13, Serán ellos: Comercio e Integración, Energía, Transporte y Comunicación Minería y Siderúrgica, Medio ambiente, Desarrollo Fronterizo, Militar.
Se buscó con este Protocolo definir proyectos de cooperación en áreas de gran interés para los dos países como lo sectores comercial, energético, vial, hidrográfico, de minería, siderúrgico, y de medio ambiente. Se incluyó, además, un renovado impulso a la cooperación para el desarrollo sostenible de áreas fronterizas, dentro del concepto de la promoción de sólidos vínculos económicos entre las regiones Sur de Venezuela y Norte del Brasil.
En ese año, igualmente, 1994, presidirá las reuniones de trabajo, por parte de Venezuela en la segunda Reunión 3 y 4 de mayo el Embajador Roy Chaderton, a la sazón en aquella oportunidad viceministro de relaciones exteriores, y se efectuarán dos reuniones más del mecanismo y consulta política ese año 1994, aparte de la visita de Estado del Presidente Caldera en septiembre de 1994.y, además tres reuniones de la COBAN, esta última aprovechando la visita presidencial del Dr. Caldera, al Brasil, bajo las presidencias del Dr. Miguel Ángel Burelli Rivas y Embajador Celso Amorín respectivamente Ministros de Relaciones Exteriores de ambos países.
Por cierto, todas estas informaciones, datos históricos, están en los libros Amarillos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela, de aquel entonces y los textos de la Fundación Alexandre de Gusmậo, los cuales tienen una rica e importante información histórica-diplomática, sobre el significado de este Protocolo, para las relaciones entre Brasil y Venezuela, en los años siguientes, retomemos el camino de la Guzmania y aprovechemos que Brasil, acaba de presentar cartas credenciales una diplomática de primer nivel, la Embajadora Glivânia Maria de Oliveira, para relanzar las relaciones entre ambos países y volver a una relación de ganar-ganar entre ambos países como cimentaron Rafael Caldera e Itamar Franco en 1994, con una gran visión de futuro.