Durante dos décadas el pensamiento geopolítico dominó la visión brasileña que alineada con los Estados Unidos asume una posición activa contra el comunismo por considerarlo la frontera del mundo libre occidental

El posible triunfo electoral del candidato militar brasileño del PSL, Bolsonaro, pone en alerta la memoria colectiva sudamericana de una nueva puesta en escena del anticomunismo que justificó el golpe militar preventivo en Brasil del año 1964. En aquella oportunidad, el contexto dominante era el de la Guerra Fría perturbada por la irrupción de la Cuba Fidelista que atentaba contra la seguridad hemisférica, al respecto resalta la frase del conservador presidente norteamericano, Richard Nixon: “hacia donde se incline Brasil lo hará el resto de América Latina”.

Durante dos décadas el pensamiento geopolítico dominó la visión brasileña que alineada con los Estados Unidos asume una posición activa contra el comunismo por considerarlo la frontera del mundo libre occidental, pero dicha posición suscitó la preocupación de los sectores progresistas del continente por considerarla una tendencia “sub-imperialista”. El doloroso periodo del autoritarismo en Brasil finalmente termina en 1985 por la lucha de la sociedad civil apoyada por la comunidad internacional; se logra la retirada del autoritarismo militar a sus cuarteles y se inicia un proceso de democratización que acerca Brasil a la comunidad sudamericana.

Sin embargo, el Partido de los Trabajadores (PT), fundado alrededor de la figura de Lula con el propósito de contribuir con el futuro democrático del país, entra en 1989 en connivencia con las figuras de Fidel Castro, Manuel Marulanda (alias “Tirofijo”) y otros connotados radicales latinoamericanos para fundar el Foro de Sao Paulo, organización que pretende mantener viva la vigencia del comunismo en la región cuando este languidece en el mundo. Esta ideología extemporánea a la realidad democrática latinoamericana gravita entre el 2003 y 2016 con el Lulismo en Brasil hasta que el PT es expulsado del poder de manera súbita, mediante un impeachment, por incurrir en delitos administrativos que “atentan contra la constitución”, interpretando el altísimo malestar de la sociedad brasileña ante el descubrimiento de la alevosa y corrupta actuación de PT para manipular los destinos del país.

Parecida situación se repite en otros países sudamericanos y la izquierda autoritaria “borbónica” retrocede, dando la impresión de que el Socialismo del siglo XXI quedó como Cuba, encapsulado en el contexto de la Guerra Fría de los años 60.

En la actualidad el caso de Venezuela es el más emblemático ya que el chavismo “compró” el modelo fidelista y para mantenerlo ha invertido las ingentes riquezas nacionales para doblegar a la sociedad venezolana. Hoy Maduro pierde la legitimidad de origen democrático para mantenerse en el poder apelando a la violencia sustentada en la piratería ideológica

De este modo, se podría ver como una jugarreta de la historia que Bolsonaro aplique en el año 2019 la “doctrina democrática Betancourt” de 1964, que tenía como objetivo erradicar “las dictaduras” del continente.

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