Dentro del proceso de negociación que se lleva a cabo en República Dominicana; si bien la oposición aspira a lograr una salida negociada, el régimen de Maduro está mucho más necesitado de un acuerdo que le permita lavarse la cara ante la Comunidad Internacional, así como sus manos llenas de la sangre de los más de 140 muertos durante las pasadas protestas, sin incluir la reciente masacre del Junquito.

Luego cinco rondas de negociaciones, la estrategia del régimen está clara, no sólo es ganar tiempo para llegar a unas elecciones en un mejor momento: la inflación, la falta de medicinas y el desabastecimiento, hacen mucho peso en unas elecciones; sino también competir con unos esquiroles a su medida, para así demostrarle al Mundo, que en Venezuela hay democracia como en Cuba y Corea del Norte, pero ese cuento -en perfecto criollo-, ya no se lo come nadie.

El fraude al instalar una Asamblea Nacional Constituyente, con el mandato de anular a la Asamblea Nacional; al obligar a los partidos de oposición a relegitimarse como castigo por no haber participado de las últimas elecciones municipales carentes de condiciones y el llamado a unas elecciones adelantadas, fue la gota que reboso el vaso de la tolerancia internacional. Esto ya se veía venir cuando el Canciller de México, Luis Videgaray, se retiró como acompañante de la mesa de negociaciones y el Subsecretario de Relaciones Exteriores de Chile, Edgardo Riveros, confirmó posteriormente que su país suspendió de forma indefinida su participación en las negociaciones al haber surgido obstáculos que impiden garantizar elecciones democráticas. Durante una rueda de prensa, Riveros dijo que el gobierno chileno piensa que alcanzar un acuerdo “serio y creíble” entre las partes es cuesta arriba, lo que a su juicio impide la realización de las elecciones “libres y democráticas”.

Estas declaraciones confirman lo que hemos venido sosteniendo: estas negociaciones son la crónica de una muerte anunciada, por la falta de honestidad y seriedad de la delegación oficialista. Las infantiles declaraciones del Jefe de la delegación del régimen de Maduro, al salir de la última ronda de negociaciones, aseverando que se había firmado un “pre-acuerdo”, tuvieron que ser desmentidas por su anfitrión, el Presidente dominicano Danilo Medina; lo cual revela que Jorge Rodríguez es un mentiroso contumaz, una suerte de Pinocho criollo.

Si bien la oposición a la luz de la teoría de los juegos se plantea las negociaciones en términos cooperativos de ganar-ganar, el régimen se las plantea bajo un modelo distributivo, lo que gana uno-lo pierde el otro, y por tanto evita ceder nada relevante para no caer –en su visión– en una tobogán que lo llevaría a perderlo todo.

El oficialismo, necesita de la participación de algunos esquiroles que le validen el irrito llamado a elecciones realizado para el primer cuatrimestre de 2018 por la fraudulenta Constituyente; de lo contario, se expondrá a lo que le sucedió a Alberto Fujimori en el Perú, quien luego de ir a una segunda vuelta electoral solitaria, se tuvo que auto-juramentar ante sí mismo, con la consecuente condena internacional y su caída a los pocos meses, dando origen a la Carta Democrática. El resto es historia conocida.

@grevanales

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