Este mes la agenda ha estado intensa en Uruguay en relación al tema del MERCOSUR. El Canciller de Brasil, José Serra; el Ex-Presidente de dicho país, Fernando Henrique Cardoso; el Presidente de Uruguay, Tabaré Vásquez, y su Canciller, Rodolfo Nin Novoa, acordaron el pasado 5 de julio aplazar la reunión en la cual estaba previsto el traspaso de la Presidencia pro-témpore del bloque a Venezuela, país al que le correspondería asumirla después de Uruguay. ¿En qué irá a parar este desacuerdo regional?

Lo legal sería el traspaso a Nicolás Maduro: luego de Uruguay, la Presidencia le corresponde a Venezuela tras una rotación de la misma que tiene lugar cada seis meses por orden alfabético. Pero la dinámica política complica las cosas. No sólo hay una compleja situación interna en la República Bolivariana, sino que el bloque tiene prevista una apertura en la que la posición venezolana pudiera representar algunos contratiempos. Y no sólo eso. Si bien es cierto que le correspondería  a Venezuela asumir la conducción política del bloque después de Uruguay, también se trata de una decisión que debería ser fruto de una unanimidad que en este momento no existe.

Es cierto que el MERCOSUR no atraviesa su mejor etapa. Entre tantas dudas y tareas pendientes, la mayor incertidumbre política que tiene  quizá en este momento es la Presidencia pro-témpore que le corresponde asumir a Venezuela. Con el tiempo en contra, las negociaciones para que esto no suceda son un secreto a voces. Brasil ya logró ponerle “un parao” al traspaso que estaba previsto para el 12 de julio, y esto será discutido nuevamente el próximo 30 de julio tras las reuniones de alto nivel que tuvieron lugar en Montevideo. Argentina también promueve que la Presidencia se mantenga en manos de Tabaré Vázquez, o que en su defecto recaiga en el propio Mauricio Macri. Un “tubazo” que lanzó el propio Presidente argentino en su reciente gira por Europa, aún a pesar de la incomodidad que la noticia pudiera generar a la Canciller argentina, Susana Malcorra.

Y así como aprovechando la visita a la casa del futuro socio, Mauricio Macri no dejó pasar la oportunidad para dilucidar la dirección hacia la cual se orientará al MERCOSUR a partir de ahora. Frente a la pregunta de un periodista internacional que le increpó sobre la posibilidad de demoras en las negociaciones en torno al acuerdo MERCOSUR-Unión Europea por la posición de una Venezuela en la eventual Presidencia pro-témpore, Macri fue contundente en dar seguridad del nuevo rumbo, asegurando que nada ni nadie podrá atentar contra el avance hacia un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea.

Por cierto: fueron los acuerdos de libre comercio precisamente los que generaron un roce letal en la Comunidad Andina de Naciones. ¿Será nuevamente un tema que genere tensión de Venezuela con el resto de los Estados Partes, en esta oportunidad, del MERCOSUR? Pareciera que no es sólo el Protocolo de Ushuaia sobre el Compromiso Democrático en el MERCOSUR el que le genera dolores de cabeza a la administración de Nicolás Maduro cuando del MERCOSUR se trata.

Y mientras los países MERCOSUR apuntan a la superación de lo que se ha llamado el “giro post-liberal”, Venezuela se afinca en su propuesta de fortalecimiento y consolidación del Plan Estratégico de Acción Social del MERCOSUR durante su eventual ejercicio de la Presidencia. Jorge Arreaza, Vicepresidente del Área Social, ha señalado recientemente que la apuesta de Venezuela se enfoca en la dimensión social que el bloque alcanzó tras superar la etapa originaria de la búsqueda de la consolidación de una unión aduanera. Es cierto: la dimensión social del MERCOSUR no estaba contemplada desde el principio en esos términos, y fueron Lula da Silva y Hugo Chávez quienes pilotearon ese viraje del bloque. Su llamado en aquel momento pudo haber sido realmente noble. Promover la máxima felicidad y bienestar de los pueblos del sur es definitivamente una inspiración real.

Sin embargo, los gobiernos que integran al bloque hoy, y la Suramérica del  siglo XXI, parecieran haber comprendido que no hay bienestar posible sin progreso económico, y que no hay riquezas para repartir si las mismas no se producen. El comercio y la economía vuelven a cobrar fuerza en la agenda, sin que esto suponga un abandono de la superación de la desigualdad y la pobreza como banderas de lucha. Todo lo contrario: una región próspera será una región que permita, definitivamente, avanzar en esa enorme y prioritaria tarea de superación de la pobreza y de las desigualdades en nuestras tierras. Pareciera que esa es precisamente la apuesta de un MERCOSUR que está construyendo puente a Europa y que quiere poner en evidencia el peso de un bloque que equivale, nada más y nada menos, que a la quinta economía del Mundo.

@caroabru

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