La base de Sebastopol permite a Rusia el control del Mar Negro y un rápido acceso y presencia naval en el Mediterráneo. Desde su fundación en el siglo XVIII, en tiempos de la emperatriz Catalina II “La Grande”, ha sido de gran importancia estratégica para Moscú, y los muchos episodios relacionados con la flota y con su historia la han convertido en parte del imaginario nacionalista ruso. Además, en estos momentos, es vital para Rusia ya que la base de Novorossiysk está todavía en fase embrionaria para que pueda ser una base naval a gran escala.

La Armada rusa lo utiliza para naves pequeñas y como punto de aprovisionamiento. Y la guerra civil de Siria imposibilita también al Kremlin el uso de su base naval en el puerto sirio de Tartus. Por todo ello, Sebastopol es clave para la seguridad de Rusia, lo que ha quedado patente en varias crisis y conflictos internacionales. Vladimir Putin ha dicho claramente que la presencia de la flota en Sebastopol es determinante. Durante la guerra de Georgia estableció bloqueos en el Mar Negro y fue utilizada para lanzar amerizajes anfibios. También fue usada durante la crisis de Libia, en las misiones contra la piratería en el Océano Índico o en el desmantelamiento de las armas químicas de Siria.

En cuanto a la riqueza que posee el Mar Negro es importante mencionar que la energía es uno de los problemas fundamentales en la región y la posibilidad de una Crimea rica en hidrocarburos aviva, sin duda, la tensión. Su anexión supone para Rusia una ampliación de sus límites marítimos en el Mar Negro. Esto incluye el petróleo y el gas que pueda haber dentro de esos límites. Y se calcula que pueden tener un valor de miles de millones de dólares. Hace menos de dos años, Rusia intentó infructuosamente asegurarse esos recursos a través de negociaciones.

Ya para el año 2012, un informe del Ministerio de Energía ucraniano establecía que “el potencial geológico que existe en Ucrania para producir volúmenes más amplios de gas de lo que lo hace hoy y, atendiendo a una correcta demanda, incluso puede llegar a ser autosuficiente en gas natural”. Pero reconocía también que para conseguir ese objetivo harían faltan muchas más inversiones en la exploración de gas. También añadió que esa inversión y desarrollo sólo se podían esperar si se reformaban la estructura industrial y el clima regulador para atraer al sector privado, tanto interior como internacional. En este informe ya se indicaba que el potencial era mayor del que se pensaba y que había que seguir explorando, y que uno de los lugares sería el sur de Ucrania, incluyendo el Mar Negro.

Ucrania firmó antes de que estallase el actual conflicto acuerdos de exploración y explotación con empresas occidentales y esto molestó a Rusia. La pérdida de Crimea supone también un parón en las ambiciones energéticas ucranianas de gas y petróleo. Kiev estuvo a punto de firmar un acuerdo con un consorcio de empresas petroleras internacionales que suponía una inversión inicial de 735 millones de dólares para perforar dos pozos en alta mar. El consorcio, dirigido por Exxon con intereses de Shell, la rumana OMV Petrom, y la ucraniana Nadra Ukrainy, estaba particularmente interesado en el campo Skifska en el Mar Negro, que se estima que cuenta con unos 200 a 250 millardos de metros cúbicos de gas natural. Exxon esperaba producir eventualmente 5 millardos de metros cúbicos al año. El consorcio de Exxon pujó más alto que la empresa petrolera rusa Lukoil. Los planes todavía estaban en su primera fase cuando estalló el conflicto, ya que el gobierno de Yanukovich y el consorcio no se ponían de acuerdo. Como es obvio, desde la caída de Yanukovich, los planes de Exxon están en suspenso.

El Presidente del Parlamento de Crimea, Vladimir Konstantinov, ya dijo el 13 de marzo que los campos petroleros y gasíferos pasaban a manos de Moscú: “Rusia y Gazprom con Rosneft deben hacerse cargo de la producción de petróleo y gas”. Ucrania puede dar por perdidos estos potenciales recursos, porque de facto, ya están bajo control ruso. Y Exxon ha tenido que detener su participación en Skifska, así como en el Ártico ruso junto a Rosneft, debido a las sanciones de EEUU y la Unión Europea a Rusia. La empresa petrolera italiana ENI, otro de los interesados, ha señalado que esperará a que la situación se normalice.

Moscú ha querido centrar la atención en la reclamación de derechos históricos sobre Crimea para proceder a su reunificación, pero lo cierto es que, como hemos visto, con esa decisión extiende sus límites marítimos y el acceso a esos posibles recursos, en los que Ucrania tenía puestas sus esperanzas para poder empezar a pensar en tener una independencia energética. Así, Ucrania sigue siendo vulnerable a la presión rusa.

Resulta natural que esas potenciales riquezas en el Mar Negro han jugado un papel determinante en la reunificación rusa de Crimea y han sido una ficha importante en el tablero de ajedrez, a pesar de que Moscú niegue que haya conexión entre las dos cosas y repita que no le preocupan el gas y el petróleo en la zona. Alega también que Rusia tiene un gran potencial por sí mismo, lo cual es cierto, pero nadie renuncia a la posibilidad de sumar riqueza y mucho menos aquellos países que, como Rusia, dependen de los hidrocarburos. Incluso, algunas estimaciones optimistas señalan que el Mar Negro posee potenciales recursos petroleros que podrían rivalizar con el Mar del Norte.

Aunque Rusia pueda llegar a un acuerdo con Ucrania para detener el conflicto en el este del país, no tiene ninguna intención de dar marcha atrás en la anexión de Crimea. Por lo tanto, Rusia será la gran beneficiaria de los recursos de petróleo y gas natural existentes, y Ucrania se ha quedado sin una importante y muy valiosa pieza para su futuro económico y energético.

Pero queda también por ver hasta dónde llegan finalmente las sanciones de los países occidentales y cómo pueden afectar éstas a esas posibles exploraciones en el Mar Negro. Eso queda también abierta la cuestión de qué empresas extranjeras estarían dispuestas a invertir y trabajar en el territorio anexionado.

En conclusión, podemos decir que la reunificación de Crimea a Rusia constituye un acontecimiento muy importante para la política internacional de comienzos del siglo XXI y señala un nuevo capítulo del proyecto de Vladimir Putin. Su privilegiada ubicación geográfica le permite controlar el centro del Mar Negro con sus recursos energéticos y cerca de la rica región del Cáucaso, al tiempo que resulta clave para ejercer el control y la vigilancia de los mares de Azov y de Mármara; y de los estrechos de Kerc, Bósforo y Dardanelos. Con todo esto, Moscú obtiene una rehabilitada proyección geoestratégica sobre la periferia oriental del Mar Mediterráneo.

@jonaspatriota

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