España está brindando un positiva lección de civilidad democrática al convocar a elecciones para el próximo 28 de abril, la situación que está enfrentando es bien compleja, pero la mejor opción para su fortalecimiento institucional son las elecciones. En el caso venezolano, la situación se presenta más dramática, pues si bien las elecciones son el camino, no contamos con las mínimas condiciones para poder efectuarlas de forma equilibrada y transparente en el corto plazo, resulta fundamental un profundo proceso de revisión y cambio en el actual órgano electoral.
La estrategia del PSOE de acelerar la salida del Presidente Mariano Rajoy del gobierno, aprovechando unas alianzas partidistas muy cuestionables con los radicales independentistas y PODEMOS, que finalmente no pudieron mantenerse y, al poco tiempo se fueron desmoronando, lo que facilitó la presión de la oposición para insistir en la necesidad de las elecciones.
Si bien la actuación de Pedro Sánchez tiene mucho de cuestionable, debemos reconocer que, en alguna medida, ha tratado de fortalecer la identidad del PSOE, al promover propuestas muy específicas en el plano social. También debemos resaltar su rectificación sobre el caso venezolano, superando la equivocada, simplista y mecánica posición de muchos grupos de izquierda, particularmente J. Rodríguez Zapatero o Noam Chomsky, de apoyar la franquicia, sin profundizar en su contenido, menospreciando los derechos humanos, con tal que sus aliados se mantengan en el poder.
Las elecciones del 28 de abril son un reto complejo para los ciudadanos españoles. Los radicales, particularmente los independentistas, están llegando a niveles de fanatismo propios de la ceguera ideológica, perdiendo la capacidad para reconocer sus errores, asumen que cuentan con la verdad absoluta y están llevando el país al despeñadero. La población seguramente enfrentará diversos falsos discursos que promueven un nacionalismo radical, excluyente, xenofóbico y anti europeo. No olvidemos que la conexión rusa juega a debilitar a sus contrincantes.
Los partidos políticos tienen poco tiempo y lo deben aprovechar al máximo para afinar propuestas, estrategias y filosofías que permitan, entre otros, conexión con la población, generar prosperidad y fortalecer la unidad española y no la balcanización que genera destrucción y pobreza.
Seguramente, el tema venezolano formara parte importante de la campaña y veremos a radicales como PODEMOS, promoviendo el falso discurso de las bondades de la revolución bolivariana, que solo los fanáticos pueden repetir, pues la realidad demuestra todo lo contrario. Por otra parte, los independentistas jugando al chantaje y al caos, sumando sus votos a quienes les permita avanzar en la destrucción de la unidad española. Adicionalmente, la gobernabilidad exige de negociaciones con diversos grupos políticos pequeños, cuyos votos cuentan para lograr acuerdos y, en ese río revuelto muchos solo buscan sus beneficios inmediatos.
Esperemos que en estos meses de dura campaña no se abandone la atención en la crisis venezolana pues la participación de la Comunidad Internacional y de la Unión Europea como punto de equilibrio, se torna cada día más importante.
La Unión Europea ha insistido en la solución electoral para la crisis venezolana y a tales fines ha creado un Grupo de Contacto, que luego de los graves acontecimientos del sábado 23 de febrero, su papel se ha fortalecido.
En la crisis venezolana las elecciones son el camino, pero con mucha prudencia y presión, pues el proceso bolivariano también está presentando esa opción y la quiere en el corto plazo, para jugar de nuevo a la trampa. Resulta inaceptable realizar una elección con el actual CNE, que representa la oficina electoral del partido oficial, eso sería una nueva farsa electoral; por otra parte, la supuesta reforma cosmética, conducida por quienes lo han destruido, no es creíble. La transformación que se necesita del CNE debe ser profunda.
Adicionalmente, contamos con otros graves obstáculos. Por una parte, no es viable plantear las elecciones como solución a la crisis, manteniendo la asamblea constituyente, que se autocalifica como supraconstitucional y puede destruir cualquier resultado, como lo está haciendo desde su inconstitucional creación. También resulta difícil avanzar en una elección con el actual Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y, en particular su sala constitucional, que acatando instrucciones ha propiciado la destrucción de la institucionalidad democrática.
En estos momentos, luego de la criminal actuación del proceso bolivariano el sábado 23, la Comunidad Internacional se enfrenta con decisiones muy delicadas, los escenarios duros se fortalecen: medidas económicas más punitivas, ¿acción militar colectiva en el marco de la responsabilidad de proteger?, etc. Ahora bien, resulta fundamental mantener la unidad y coherencia, en tal sentido, conviene la urgente coordinación entre el Grupo de Lima, el Grupo de Contacto de la UE, los Estados Unidos y el Vaticano. En la agenda debería destacar, entre otros, el trabajo con China y Rusia para lograr una salida pacífica. La hoja de ruta pude estar definida en la conformación de un gobierno interino de transición, que permita llegar a las elecciones con garantías y que también pueda avanzar en aspectos críticos en el ámbito económico y social.