¿Cómo enfrentar la situación de los menos aventajados?, que crecen significativamente tanto a nivel nacional como en el contexto mundial, sigue siendo una de las tareas pendientes en la globalización. El nivel de desarrollo tecnológico que vivimos tiende a desplazar grupos humanos, que no cuentan con las capacidades para reconvertirse y adaptarse a las nuevas dinámicas de la producción mundial. Tal situación, que se aprecia duramente en economías del primer mundo, como en los Estados Unidos, tiende a ser mucho más grave en países en desarrollo. La creciente población sin capacidad de inserción en la economía, se convierte en presa fácil de los falsos discursos del radicalismo populista, tendencia que, con sus variantes, también está creciendo en el mundo y la situación venezolana representa una de sus dramáticas manifestaciones.

Los países industrializados, principales promotores de la economía globalizada, con un extraordinario desarrollo tecnológico, que han estimulado la apertura de los mercados en bienes, servicios y capitales; actualmente se presentan reacios a la libre circulación de las personas, en particular, de las poblaciones menos aventajadas, que migran buscando mejores condiciones de vida. Al problema de los desplazados tecnológicos internos, grupos humanos que no se ubica en el marco de las nuevas tecnologías, se suman las poblaciones del tercer mundo que migran buscando comida, salud, seguridad; lo que agrava los problemas sociales, los presupuestos y las políticas públicas en general.

La candidatura de Donald Trump en los Estados Unidos cabalgó sobre los graves problemas sociales que está enfrentando esa sociedad y tanto su discurso, como sus soluciones forman parte de la equivocada visión populista que exacerba las pasiones y moviliza las masas, pero no resuelven los problemas; todo lo contrario, los agravan. En este momento los Estados Unidos enfrenta una fase compleja, ni el discurso salvador, ni la aplicación de sanciones comerciales, parecen dar resultados; por el contrario, otros sectores eficientes y competitivos están enfrentando nuevos problemas, por las sanciones que en reciprocidad el mundo empieza a aplicar contra exportaciones de los Estados Unidos; de tal manera que los desplazados pueden crecer, frente a un gobierno con baja sensibilidad social.

Por otra parte, las economías del primer mundo europeo también enfrentan los problemas sociales que generan el desarrollo tecnológico y la presión de las migraciones provenientes de países en desarrollo, especialmente de África. Frente a la crisis, los radicales de todos los bandos tienden a simplificar la situación y concentrarse en promover el nacionalismo, la exclusión, la xenofobia y el rechazo a la integración; sin considerar la complejidad del problema y de las soluciones.

En estos momentos podemos apreciar varias manifestaciones de la situación como: el retiro de Gran Bretaña de la Unión Europea (Brexit), los enfrentamientos de bandos radicales en la ciudad alemana de Chemnitz y la negativa labor de oscuros personajes como Putin o Steve Bannon que estimulan las diferencias y promueven la unidad de los radicales con el objeto de fomentar la desintegración europea. Paradójicamente, las soluciones eficientes implicarían una mayor y mejor integración, pero eso debilita a los radicales.

En los países en desarrollo la situación es mucho más compleja, pues además de las dificultades que genera el desarrollo tecnológico, debemos sumar múltiples problemas, entre otros, la crisis o vacío de instituciones, una profunda corrupción, una larga historia de exclusión y miseria o que ha creado contingentes humanos manipulados por caudillos, fundamentalmente militaristas, que han propiciado destrucción para perpetuarse en el poder. Frente al desasosiego social los cantos de sirena de los populistas encuentran acogida, se prometen soluciones mágicas cargadas de violencia “freír en aceite a los poderos y repartir sus riquezas”, acompañado de nacionalismo, antiimperialismo, patrioterismo.

Venezuela es un claro ejemplo de los errores, se despilfarró la abundancia petrolera y se destruyó le economía por razones ideológicas; ahora, nos encontramos con empresas expropiadas y destruidas, un país empobrecido, un gobierno produciendo dinero inorgánico, pero sin productos en los anaqueles, generando pobreza para controlar la población y migraciones para afectar a los vecinos. El proyecto populista e ideológico ha destruido al país, la pobreza se ha multiplicado, pero se sigue presentando como la formula salvadora.

Resulta fundamental que el mundo profundice en la gravedad del caso venezolano, pues muchos populistas siguen con su falso discurso prometiendo soluciones mágicas, para engañar ingenuos. Por otra parte, las soluciones efectivas deben ser globales y privilegiar la educación de la población.

No se resuelven las migraciones con muros o violencia, se requiere enfrentar las condiciones en los países de origen, esto conlleva fortalecer la institucionalidad multilateral, las negociaciones y la cooperación; procesos menospreciados por el radicalismo populista.

 

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *