Caminante no hay camino,
se hace camino al andar.
Sirva esta XXIX estrofa del extenso poema de Antonio Machado – musicalizado por Joan Manuel Serrat en los años mozos de muchos individuos que se acercan a la edad de 70 años- para observar las implicaciones que afectarán este año que está culminando su primer mes. El año 2016 fue rico y agitado. Nos encontramos con el triunfo de Trump; el recrudecimiento de la crisis siria por la región de Alepo y la evidente fortaleza de Bashar al-Assad, con la ayuda de Rusia, la cual, a su vez, ha visto crecer su estatura estratégica en el Mundo; luego, el desenlace de la crisis turca con la consolidación de Erdogán y su relación con Rusia. Lo que traduce su alejamiento de la Unión Europea. Ésta última, a su vez, recibió un duro golpe con la victoria del BREXIT, lo cual presagia la aparición de un fenómeno destacado por Marx en el siglo XIX, como cuando sentenció “un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo”. En este caso se trata del fantasma de la desintegración, pero de la Unión Europea.
La emergencia de los refugiados se ha convertido en un drama difícil de resolver. Son seres humanos, niños, ancianos, hombres imposibilitados para vivir una vida digna. Hay que decirlo: muchos de ellos traen en su alma la idea de castigar a Occidente por lo que ellos dicen: éste, con su opulencia y vida rica en placeres mundanos ha sido infiel a la palabra de los que ellos consideran su Dios: Alá. El hecho migratorio ha obligado ala Unión europea a reconsiderar su postura frente a ese drama. Turquía está en medio de esta crisis, como uno de los instrumentos para solucionarlo. Lo que le da a ese país un papel considerable. Luego, ello afectaría a los países que se encuentran en frente a las narices de Turquía. Mientras se mantiene la presión sobre Europa. Se habla de 360.000 individuos que buscan ingresar a Europa. Todos buscan, dicen ellos, la esperanza para un mundo mejor.
La fragilidad existencial del África sub-sahariana a merced del yihadismo ha debilitado la presencia occidental en esa zona. Ésta, se ha convertido en una fábrica de terrorismo, junto con los que huyen de la guerra del Medio Oriente. Es uno de los grandes problemas de la globalización. Al parecer las grandes potencias quieren resolver esos problemas con las armas. Francia, por ejemplo ha desplegado en el África cerca de 10.000 soldados.
No obstante, también hay buenas noticias. Irán reingresó a la Comunidad Internacional. Ese regreso marcó un cambio en la geopolítica global. Irán es visto y percibido como el gran enemigo de las monarquías del Medio Oriente. Hay una histórica tensión entre Irán y los países árabes, salvo Siria, que de alguna manera explica la presencia iraní en Damasco; Teherán apoya a Bashar al-Assad, pues su gobierno es de inspiración alawita, una versión particular del shiísmo, dominante en Irán, frente a la mayoría de la población siria que es suniita.
La gran noticia que marcó el espectro de las relaciones internacionales durante el 2016, lo constituyó la apertura de las relaciones entre los EEUU y Cuba. El recibimiento que ésta le hizo a Obama quien viajó a esa isla para fortalecer el proceso de apertura de relaciones fue evidentemente un espaldarazo a las conversaciones diplomáticas como instrumento político. Un triunfo sobre la tensión y enfrentamiento estéril. 50 años haciendo lo mismo no condujo a nada. En tanto, conversaciones secretas, sin micrófonos, dieron un resultado distinto. A este triunfo se unió el hecho de la reunión, en territorio habanero, de los representantes de las iglesias ortodoxas y católicas: El Patriarca Kirill y el Papa Francisco. Otra buena noticia fue el final de las conversaciones de paz ente el gobierno bogotano y las FARC. Se puso fin a un conflicto que había desangrado a esa sociedad durante más de 10 lustros. Todavía falta mucho, pero hay un comienzo y un camino.
El 2016 estrenó dos hechos importantes en las relaciones internacionales a nivel multilateral: 1) la abstención del representante de EEUU ante la ONU a la hora de votar en el Consejo de Seguridad una resolución contra Israel y 2) La iniciativa de paz sin que el todopoderoso Occidente participe. Fue el acuerdo de Astana, capital de Kirguistán, con la anuencia de Turquía, Rusia e Irán. Cómo ha cambiado el mundo.
Sin pretender representar el papel de la hija de Príamo y Hécuba, es decir, Casandra – quien por no corresponder al amor de Apolo, fue condenada a profetizar lo que quisiera, pero sin ser oída- vamos a adelantar varios elementos que acontecerán en este 2017. Ya con Trump al frente de la Casa Blanca se comienza a percibir algunas cosas ya dichas en anteriores ocasiones. Falta por comprobar si el nuevo inquilino de la Casa Blanca, en efecto, tiene la firme intención de “entenderse” con su amigo Putin. Ya sacó a los EEUU del acuerdo Transpacífico. China queda sola en la región asiática. Prácticamente ha roto los acuerdos con México, algo que cambiará radicalmente el posicionamiento gringo frente a Canadá. ¿Qué pasara? Wait and see, dicen en inglés. Europa se verá desguarnecida frente a Rusia. China aumentará su peso, que ya es muy grande, en las relaciones internacionales.
EEUU deben sacudirse el polvo del idealismo wilsonianoy aplicar el realismo político. Ellos deben ver que Europa estará marcada por elecciones que decidirán su suerte. ¿Trump lo entenderá? El camino de las buenas intenciones está empedrado de buenas intenciones. El resultado final de esta prédica estimulada y generada por la anti-política le hará mucho daño a los EEUU y a Europa. Esperemos el 23 de abril y 7 de mayo, los resultados finales de las elecciones en Francia. Ganará Marianne Le Pen o Francois Fillon. Este último, conservador al fin, apunta a un núcleo duro en el seno de la Unión europea. Habla de una Europa unida, pero con el elemento adicional: una Europa de naciones soberanas; luego, propone un reconocimiento al poder de Rusia y las pretensiones imperiales de ésta en pleno siglo XXI. ¿Quién ganará? Luego, están Italia, Holanda y la mismísima Alemania. La Canciller alemana se apresta a renovar su papel. El panorama luce confuso para ella.
Tenemos a una creciente Rusia bajo la conducción de Putin. Éste, ha sido lo suficientemente inteligente como para no sobrepasarse en los límites y las proporciones de la política. Reconoce su papel en Siria y busca no perder lo invertido; es más si gana algo, como lo está haciendo, no se disgusta. Su papel ha crecido y busca mantenerse en él. Si bien Rusia en 1917, denunció los Acuerdos de Sykes Picot, acuerdos secretos que prefiguraban una entrega a Rusia de los Dardanelos y el paso del Bósforo, pues como a Rusia le fue negada esa posibilidad, el gobierno de Lenin los denunció, como un acuerdo que se hizo a espaldas de la realidad árabe. El Medio Oriente fue repartido en zonas o mandatos francés e inglés. Hoy Rusia ejerce un papel significativo en esa área; razón por la cual ella está en Siria y apoya, con todos sus elementos, al gobierno de Bashar al-Assad. No obstante Rusia está implicada en una sangrienta realidad entre intereses turcos, sirios, iraníes y occidentales.
China, crece lentamente a pasos agigantados. Con su sonrisa encantan al mundo, cual un oso panda. Es la hora de China. Trump insiste en enfrentar a ese coloso, el cual no se ha quedado callado. Mientras Trump utiliza el twitter, China reflexiona y calcula sus pasos con la tesis de Lao Tse: Tao no lucha, pero Tao siempre gana. Cualquier intransigencia de Washington contra Pekín impulsará aún más la solidaridad entre China y Rusia (Moscú y Pekín se opusieron cinco veces con su veto a las resoluciones del Consejo Seguridad sobre el conflicto en Siria), un elemento adicional, pero esencial. Rusia es clave para inclinar la balanza en una u otra dirección. Ambos pueblos los arropa un sentimiento anti atlántico. Rusia no es Europa, tampoco asiática, empero está más cerca de China que de la soberbia gringa. Los rusos se sienten también excepcionales. De producirse la suspensión de las sanciones y si aumenta un tanto el precio de petróleo, la suerte estará del lado de Rusia. Veremos si es posible un entendimiento con Francia. Razón por la cual EEUU bajo Trump, se las verán negras. Por cada twitter que el hombre fuerte de la Casa Banca emite; hay una multiplicidad de consecuencias que ello genera. Todo mensaje, genera consecuencias.
Posiblemente la única noticia que puede refrescar al ambiente tenebroso que nos cobija, es la eventual erradicación del Estado islámico en Siria e Irak, lo que no significa el fin del terrorismo. Como ya dijéramos más arriba: son muchos los militantes adoctrinados y embelesados por la idea del sacrifico en nombre de Alá. Europa sufrirá aún más los alcances del terrorismo. Igualmente se toparán con más refugiados. Se estima que las cifras aumentarán peligrosamente. Veremos.
Mientras la política internacional para este 2017 estará dominada cada vez más por China. Este año, en septiembre se desarrollará el XVIII Congreso del Partido Comunista chino. Está planteada la consolidación del mandato de Xi Jinping o se producirán cambios. ¿Hacia dónde? Lo que sí está planteado es la confirmación de ese país como la potencia del siglo XXI. Estamos frente a una “nueva ruta de la seda”, como dice mi buen amigo y colega, el Dr. Kenneth Ramírez, Presidente del COVRI. Lo que nos traduce que este año será muy animado y sobre el cual hay que estar atentos.
Se prevé un cambio en el panorama político del Mundo, particularmente de Europa. En el viejo continente se aprestan a promover el sentimiento nacional e individual de cada nación frente a Bruselas. Está planteado un cambio paradigmático en Europa. América Latina no escapa a esas modificaciones. Cuba es la primera. Raúl Castro, tras la muerte de su hermano, el carismático y emblemático Fidel, por ahora, es el hombre fuerte, pero, tiene 86 años. La naturaleza hace su trabajo. Hay una lucha tras el trono, incluso familiar. Raúl enfrenta la sucesión con un optimismo moderado. Su lenguaje corporal lo delata. En el resto de países del continente se percibey se intuye un cambio en el aroma del poder. Ecuador, Chile. Luego, Brasil, pierde terreno (influencia) en la región. La salida de la Russeff lo marcó. Argentina baila su tradicional tango a la espera de una figura mítica.
Mientras, nosotros en Venezuela, buscamos no aburrirnos con este desgobierno. El país dividido entre oficialistas, cada vez menos, es verdad y una oposición cada vez más grande, en extensión, pero cuyo liderazgo nos ofrece la imagen de ser párvulos políticos. No tienen la mirada ancha. Pues, lamentablemente los políticos venezolanos, en su gran mayoría, no ven el mundo sino a través de la lente de su inmediatismo; ojalá estemos equivocados. Pero, la percepción es que no observan al mundo en su complejidad; incluso muchos sesudos analistas, politólogos, conocedores del discurso que envuelve el mundo, se limitan a repetir, un poco más de lo mismo. La tragedia que afecta al mundo alcanzará a Venezuela; ellos no la ven, no la quieren reconocer. Este es el país de la azúcar inexistente o el café que es muy caro. Mientras los políticos buscan encontrar savia a sus posturas para aumentar su tamaño en la política. Espejito, espejito, ¿seré yo el candidato? Es lo que escuchamos entre líneas de éstos. Una lástima, no ven al país. Hay que actuar decididamente y enfrentar al gobierno que se cae por sí solo. Lenin se posesionó del poder con sus “tesis de Abril”, las cuales resumían tres cosas: Paz, pan y tierra. En Venezuela hay que elaborar una tesis central que toque la sensibilidad del venezolano: comida, medicinas y seguridad.
El país se derrumba y la oposición se pierde en discusiones estériles. A lo contrario de lo que escribiera el triunfador Trotsky: “la Revolución bolchevique resultó gracias a que tuvo al frente a Lenin, la más grande figura en la historia política de ese país. Lo rodeaba un Estado mayor de colaboradores que, según la confesión de los peores enemigos, sabían lo que querían y eran capaces de combatir para alcanzar su fines” (La Revolución rusa, Tomo II, Pág. 754. Edic. Tilcara. 1963. Buenos Aires, Argentina) Eran los hombres que condensaron el viejo aforismo inglés: The rigth man in the rigth places. Los nuestros no. No saben dónde están parados, a pesar que son valiosos, además hay un cúmulo suficiente de condiciones objetivas –como dicen los marxistas- para ganar el poder. Falta el elemento subjetivo, el actor decisivo. Este no puede ser sino un liderazgo, que no mesiánico ni único, sino colectivo que alcance el poder para cambiar este desastre bolivariano que destruye a Venezuela desde hace 18 años.
@eloicito