El trascendente acuerdo UE – MERCOSUR: Frente al proteccionismo, más integración
En medio de la ola de proteccionismo que sacude a los Estados Unidos y a algunos países, la firma del Acuerdo de asociación económica, cooperación al desarrollo y diálogo político entre la Unión Europea (UE, 28 países) y el Mercado Común del Sur (Mercosur: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), es un hecho trascendente y refrescante para la paz del mundo, vistas las crecientes tensiones geopolíticas y geoeconómicas del planeta.
La UE, como mercado único, es la segunda economía del mundo después de los Estados Unidos (PIB nominal 2018: US$18,8 billones; 510 millones de habitantes). El Mercosur representa el 80% de la economía latinoamericana (PIB nominal 2019 (e): $3.4 billones; 265 millones de personas). 775 millones de personas gozarán de una zona de libre comercio. Se trata del mayor tratado de asociación económica suscrito entre dos regiones, cuyo producto nacional conjunto se acerca al 25% del PIB mundial. Pero el convenio es bastante más que un tratado de asociación económica -ya de suyo importante-, al quedar establecida una asociación estratégica que robustecerá los históricos vínculos políticos, sociales y culturales entre ambas regiones.
Las exportaciones de bienes del Mercosur a la UE ascienden a 42.600 millones de euros (€) y las importaciones a €45.000 millones (2018). La UE es el primer socio comercial y primer inversionista extranjero del Mercosur, con un acervo de capital fijo de €381.000 millones (2000: €130.000 millones). Los flujos de inversión extranjera directa de la UE al bloque suramericano se incrementarán aún más al contar con una plataforma legal y regulatoria segura y confiable.
La UE ha hecho importantes concesiones, comenzando porque liberalizará casi el 100% de su comercio y fija un cronograma asimétrico de reducciones arancelarias. El 99,4% de las exportaciones de Mercosur ingresará libre de arancel y de inmediato (81,7%), o con cuotas o preferencias fijas (17,7%). Por su parte, el Mercosur liberalizará el 90% de las exportaciones de la UE; pero con un cronograma de desgravación gradual para productos sensibles de hasta 15 años. Sólo 100 productos entre miles quedan excluidos del Acuerdo. El Tratado incentiva, además, las cadenas de valor integradas y el comercio intraindustrial al disminuir los aranceles para insumos y bienes de capital.
El Acuerdo prevé reglas claras y trasparentes para las disciplinas de inversión, servicios, ambiente, propiedad intelectual, normas de origen, resolución de controversias, PYMES, etc. Pero lo más importante es que el comercio y la inversión entre las dos regiones se beneficiarán de una seguridad jurídica sin precedentes para la generación de riqueza y empleos sustentables. El convenio define una normativa consensuada, integral y trasparente que desactiva la discrecionalidad en la aplicación de las políticas económicas de las dos regiones, estimulando su asociación e integración a largo plazo.
Los demás beneficios del Acuerdo (el cual requiere ser aprobado por los Parlamentos de Europa y el Mercosur), se resumen a continuación:
ACCESO A MERCADOS Y DESGRAVACIÓN ARANCELARIA ASIMÉTRICA:
Las exportaciones agrícolas y pecuarias del Mercosur se beneficiarán particularmente por constituir cerca del 50% de las ventas totales a la Unión Europea. El 67% de las exportaciones de la UE al Mercosur corresponde a productos industriales. El Mercosur es el principal proveedor de productos agrícolas de la UE, con un 20% del total y casi un 70% de los productos para la alimentación animal. Cerca del 80% de la carne de vacuno importada por la UE proviene de esa región suramericana.
La disminución arancelaria del Mercosur, por su parte, favorecerá principalmente a la industria manufacturera europea, especialmente la automovilística (incluyendo los componentes de automóviles), cuyos aranceles son del 35%, maquinarias (14%-20%), química (18% y farmacéutica 14%), además de rebajas en las industrias textil, vitícola, licores y calzado.
El sector agroalimentario de la UE se beneficiará de la reducción de los altos aranceles del Mercosur sobre chocolates y confitería (20%), licores (20% a 35%), refrescos (20% a 35%) y vinos (27%), Los europeos gozarán de acceso sin aranceles (28% en la actualidad) y sujeto a cuotas a sus productos lácteos, especialmente los quesos.
Como es usual en los acuerdos comerciales, las partes excluyen de las negociaciones a productos sensibles. Las denominaciones de origen deben ser también respetadas por las partes. Por ejemplo, 356 productos de sitios geográficos europeos, entre ellos el jamón de Jabugo español, serán protegidos legalmente por los países del Mercosur.
SERVICIOS E INVERSION EXTRANJERA DIRECTA
Los intercambios comerciales y de inversión en el sector servicios de ambas regiones son de vital importancia para el desarrollo económico, especialmente de naciones emergentes como las del Mercosur. Los prestadores de servicios de la UE y del Mercosur podrán acceder a sus respectivos mercados en las mismas condiciones que los nacionales. El tratado incentivará la localización de inversiones en los sectores productivo y de servicios.
Las ventas de servicios europeos al Mercosur ascienden a € 23.000 millones (2017). La Unión Europea es el primer importador mundial de servicios, cuyo valor total supera los € 700.000 millones anuales. Las colocaciones de servicios del Mercosur en la UE se ubican en € 11.000 millones. Argentina, por ejemplo, exporta servicios competitivos basados en el conocimiento. Los exportadores argentinos colocan $ 6.000 millones en servicios en los mercados internacionales, generando 430.000 empleos. Los servicios constituyen su tercer rubro de exportación (sólo superado por el de la soja y el automotriz).
El acuerdo facilita el incremento de la inversión extranjera directa al otorgar certidumbre y estabilidad a los inversionistas, lo cual favorecerá especialmente al Mercosur, cuyas economías emergentes requieren de inversiones extranjeras directas para su desarrollo sustentable. Si bien la UE es el principal inversionista extranjero en el Mercosur, su participación relativa es menor en comparación con otras regiones. Los países que han firmado tratados con el mercado único europeo (Chile, México, Corea del Sur, Israel, Suráfrica, etc.), han aumentado considerablemente la captación de recursos de capital. No es despreciable las inversiones directas del Mercosur en la UE (€52.000 millones).
Los plazos graduales de desgravación arancelaria otorgados por la UE al Mercosur harán posible proseguir los programas de mejora de competitividad de sus industrias agropecuarias y manufactureras. La desgravación arancelaria de la UE será bastante más acelerada.
FACILITACIÓN DE COMERCIO Y ELIMINACIÓN DE BARRERAS NO ARANCELARIAS:
Normas de origen y procedimientos de certificación: los exportadores podrán disminuir los costos operativos y de capital por medio de un sistema de autocertificación. Se prevé un período de transición de cinco años para que las empresas puedan adaptarse al nuevo sistema, así como mecanismos adecuados para garantizar que sólo los bienes originarios del Mercosur y la UE tengan acceso a los beneficios contemplados.
Requisitos veterinarios, sanitarios, fitosanitarios y normas técnicas: el acuerdo mejora el acceso al mercado por medio del establecimiento de procedimientos y plazos claros y precisos, evitando medidas arbitrarias o infundadas. Los exportadores disfrutarán de una adecuada certidumbre al adherirse a regulaciones internacionales establecidas y a una normativa única aplicable a ambas regiones.
Trasparencia regulatoria y previsibilidad: el acuerdo fija disposiciones sobre liberalización de aduana y despacho, simplificación y armonización de procedimientos aduaneros y reducción de inspecciones físicas, entre otras, eliminando la burocracia en las aduanas. El Mercosur eliminará las tasas de exportación y las pequeñas y medianas empresas de ambas regiones serán especialmente favorecidas.
BENEFICIOS PARA LAS PYMES:
Una mayoría determinante de las exportaciones de manufacturas del Mercosur (92% en Argentina) a la UE es realizada por pequeñas y medianas empresas (Pymes), inclusive microempresas. El Acuerdo contempla beneficios específicos para las Pymes, al impulsar su presencia activa en el comercio mundial y birregional por medio de programas que facilitan su inserción en cadenas de valor globales o interregionales, redes de negocios (bussinesnetworks), asociaciones empresariales y estratégicas (joint Ventures), partenariados, asistencia técnica y compras gubernamentales. El Mercosur tendrá mejor acceso a los programas de cooperación financiera no reembolsable de la Unión Europea.
DEMOCRACIA Y PROTECCIÓN LOS DERECHOS HUMANOS, LABORALES Y MEDIOAMBIENTALES:
Le existencia de democracias liberales en la Unión Europea y el Mercosur es un prerrequisito clave para la negociación de un tratado de asociación económica birregional. Ninguno de los beneficios derivados del Acuerdo de Asociación UE – Mercosur habría sido posible sin que ambos bloques económicos compartan los valores de democracia, derechos humanos y protección laboral y medioambiental.
Ambos sistemas de integración se comprometen a respetar los derechos humanos conforme a sus respectivos ordenamientos jurídicos y al Derecho Internacional, así como a cumplir con las normas laborales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y demás protocolos nacionales e internacionales sobre la materia.
Fue crucial en la negociación el compromiso de las partes de acatar y hacer cumplir el Acuerdo de París sobre Cambio Climático (2015), suscrito por los 195 países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
CONCLUSIONES: SE CONSOLIDA LA ASOCIACIÓN ESTRATEGICA BIRREGIONAL:
El Acuerdo Marco de Asociación entre la Unión Europea y el Mercosur fue firmado en 1995; pero las negociaciones se iniciaron en 2000, con sucesivas interrupciones. Es un hecho que las escaramuzas de guerra comercial producto de recientes posiciones neoproteccionistas sustentadas en la exacerbación de nacionalismos extremistas, de escasa solidez técnica, facilitaron la finalización de las negociaciones.
El empuje final fue posible gracias a una iniciativa diplomática de Alemania y España, cuyos jefes de gobierno, Angela Merkel y Pedro Sánchez, suscribieron una carta dirigida al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, instándole a concretar el acuerdo que venía negociando la Comisaria de Comercio, Cecilia Malmström, tanto más en la víspera de la Cumbre del G-20 en Osaka. De tal manera que la firma del Tratado sirvió de contrapeso a la disputa comercial entre China y los Estados Unidos. La carta fue apoyada por Holanda, Portugal, la República Checa, Suecia y Lituania, quedando redactada en términos categóricos (después de casi dos décadas de infructuosas negociaciones): “Estamos en una encrucijada. La UE no puede ceder el paso a argumentos populistas y proteccionistas sobre la política comercial..” Entre los países que han mantenido reservas sobre el acuerdo, se menciona a Bélgica, Francia, Irlanda y Polonia, cuyos sectores agrario y ganadero se sienten afectados.
El Tratado incentivará la competitividad de todos los sectores productivos de ambas regiones, al propiciar las ventajas comparativas y competitivas de sus respectivas empresas y economías, por el más acceso a tecnologías y a insumos necesarios para producir bienes de mayor valor agregado. El convenio brinda mejores condiciones de acceso a insumos, bienes intermedios y finales, servicios e inversiones. Y lo que es muy importante a la luz del estancamiento de los órganos de integración de América Latina y del Mercosur: el tratado de asociación con la UE podrá contribuir a consolidar su propio proceso de integración, creando una inmensa zona de libre comercio, armonizando la normativa vigente y simplificando los procedimientos internos.
En nuestro libro Nuevo Interregionalismo Trasatlántico – La Asociación Estratégica Unión Europea – América Latina (BID 2004 y 2005), con prólogo del eurodiputado español José Ignacio Salafranca, abogamos por la consecución final de los Tratados de Asociación de IV Generación entre la UE y Latinoamérica; entonces sólo se habían suscrito los convenios con México (2000) y Chile (2003). Más de diez años después, se firmaron con Centroamérica y varios países andinos (Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú). Pero Venezuela se retiró de la Comunidad Andina y no forma parte del Mercosur. Confiamos, no obstante, que más temprano que tarde el país firmará.
@lxgrisanti