¿Renovando al MERCOSUR?
Con la firma del acuerdo de libre comercio con la Unión Europea, luego de dos décadas de negociación, aires de optimismo reinan en MERCOSUR, en particular, en los socios grandes: Argentina y Brasil, cuyos Presidentes, desde la Cumbre del G20, han planteado acelerar la ambiciosa agenda de negociaciones comerciales, incluso incorporando el tema tabú de la negociación con Estados Unidos.
Esperemos que el optimismo este acompañado de paciencia, pues el camino para que pueda entrar en vigencia el nuevo acuerdo es largo y complejo y, por otra parte, que sea un optimismo creativo, ya que los problemas internos del bloque se mantienen y exigen de disciplina para ser abordados y enfrentados. Por su parte, el proceso bolivariano nunca manifestó interés en las negociaciones comerciales y, además, se mantiene suspendido hasta un nuevo gobierno democrático.
El proceso administrativo para la puesta en vigencia del nuevo acuerdo es compleja al interior de la Unión Europea, ya que además de requerir de la aprobación legislativa de cada uno de los 28 países miembros, luego requiere de la aprobación comunitaria en el Parlamento Europeo y todo ese proceso podría ser una formalidad, si no existiera la preocupación en diversos sectores, particularmente en el área agrícola por la significativa competitividad de los países del MERCOSUR y, también en otros temas de servicios y propiedad intelectual.
Desde la perspectiva del MERCOSUR ya circulan documentos críticos de organizaciones sindicales, que cuestionan la falta de transparencia en el proceso negociador y las posibles consecuencias negativas para el empleo y el bienestar en general.
Es un hecho que en los veinte años de negociaciones la falta de consulta y participación de los diversos sectores ha sido una constante, eso debilita los resultados y erosiona la democracia
Pero los sectores sindicales del MERCOSUR deberían ser más cautelosos con la crítica, al respecto, conviene destacar la interesante experiencia de México en el marco del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos y Canadá, que le ha permitido ganar en competitividad y aprovechar en tales condiciones el acuerdo, que el Presidente Trump ha insinuado, en términos metafóricos, que: “la sardina (México) se está comiendo lentamente a la ballena (Estados Unidos)”.
La falta de transparencia, consulta y participación durante el proceso de negociación puede exacerbar los ánimos en las discusiones parlamentarias, lo que pudiera afectar los resultados. Paciencia, persistencia y creatividad son elementos claves en esta tediosa fase legal administrativa. Adicionalmente, recordemos la complejidad del ambiente político europeo frente a la institución comunitaria, los crecientes grupos euroescépticos posiblemente cuestionen, por sus principios radicales, estos avances.
Otra prevención importante sería no exacerbar el optimismo con una agenda de negociaciones comerciales acelerada y atropellada, recordemos que actualmente están en curso las negociaciones con el grupo EFTA, la Alianza del Pacifico, Canadá, Corea del Sur, Una agenda ambiciosa para un grupo que por muchos años ha mantenido una posición conservadora en materia de apertura comercial y, que, en estos momentos, algunos de sus miembros no gozan de una sólida estabilidad política.
Incorporar el reto de una negociación con los Estados Unidos exige prudencia y mucha consulta y coordinación, tanto al interior de cada país miembro, como en el bloque en su conjunto.
La otra faceta que debería estimular el optimismo es la creatividad y disciplina para enfrentar los serios problemas del bloque. Un avance interesante es que pareciera superada la atmosfera destructiva de los primeros días de gobierno del Presidente Bolsonaro, cuando varios de sus ministros menospreciaban al MERCOSUR e insinuaban un posible retiro. En Osaka, Japón, en la reunión del G20, Macri y Bolsonaro evidenciaron empatía y optimismo. Pero al interior de los países miembros, en particular en Brasil, existen dudas sobre la viabilidad de la unión aduanera.
En estos momentos pudiéramos dar por superados posibles retiros unilaterales, pero se requiere de un arduo trabajo para superar los problemas internos; por ejemplo, las restricciones no arancelarias que limitan el acceso al mercado en la zona de libre comercio. También abordar a fondo la situación de la unión aduanera, lo que podría implicar una revisión profunda del actual arancel externo común o, incluso, considerar su eventual eliminación. Otro tema sensible, inherente a la unión aduanera, tiene que ver con la negociación de los acuerdos comerciales en bloque, situación que genera polémica en Brasil.
En este breve inventario de tareas urgentes y pendientes, conviene incorporar algunos aspectos institucionales, como el funcionamiento del mecanismo de solución de diferencias y la ausencia de mecanismos eficientes de equidad, para enfrentar temporalmente situaciones difíciles de las empresas, sectores productivos e incluso países miembros.
Un MERCOSUR consolidado internamente fortalece su poder de negociación, para avanzar en el ambicioso objetivo de lograr una inserción más eficiente en la economía mundial.