El martes 6 de noviembre se celebrarán en los Estados Unidos las llamadas ‘midterms’ o elecciones de mitad de período. En estas elecciones se renovarán los 435 escaños de la Cámara de Representantes, 35 de los 100 escaños del Senado, 36 de las 50 gobernaciones, y un gran número de órganos legislativos regionales, locales, de alcaldías, cargos menores de elección popular, territorios, iniciativas legislativas de diversa índole, y otros más.

En la Cámara de Representantes (‘theHouse’) los Demócratas están favorecidos para ganar la mayoría, para lo cual tendrían que salir de la elección con una ganancia neta de 23 sillas. Diferentes modelos como el de Politico, the Cook Report y 538, dan eco de esta posibilidad, aunque ninguno de estos sitios descarta la posibilidad, aunque mucho menor, de los republicanos a pesar de perder escaños (lo cual es prácticamente seguro) mantengan a raya el crecimiento azul. Los argumentos a favor del partido de oposiciónson: La relativa baja popularidad del Presidente Trump, la ventaja sostenida que han tenido en las encuestas,  el diferencial amplio en recaudación de campaña y el hecho de que los republicanos tuvieron una tasa de retiros mucho más alta en este ciclo (es más fácil defender una silla que competir por una vacía).

Los republicanos tienen a favor que las audiencias para confirmar al juez Kavanaugh, la caravana de migrantes que viene de Centroamérica y otras noticias, parecer haber energizado a la base republicana que parecía hasta hace poco algo aletargada respecto a la demócrata. Otro factor a favor del partido que tiene la mayoría, es la tendencia tanto natural (‘selfsorting’) como artificial (‘gerrymandering’) que hace que los Republicanos tengan a sus electores más eficientemente distribuidos en el territorio, mientras que los Demócratas se concentran mucho en centros urbanos y que suelen ganar sus feudos por amplias mayorías o perder de forma ajustada en muchos otros sitios, en otras palabras, desperdiciando votos.

El caso del Senado es el contrario. De las 35 sillas que estarán en juego, 26 son Demócratas y 9 son Republicanas (recordemos que la relación total actual es 51-49). De esas 26 sillas azules en juego, hay 10 en estados que el presidente Trump ganó en 2016, incluidos estados como Dakota del Norte y F            lorida, donde los senadores, Heitkamp y Nelson parecen especialmente vulnerables. Por otro lado, los Republicanos no solo tienen menos espacios donde necesiten defenderse, sino que están mejor posicionados: Apenas tienen un senador en un estado donde ganó Clinton, Heller de Nevada, quien está en una carrera apretada pero en la cual aún se mantiene como favorito.

Luego están estados como Arizona, donde las representantes McSally (R) y Sinema (D) se mantienen en una carrera ajustada para reemplazar al senador Flake (R) que se retira; Tennessee y Texas donde los Demócratas han parecido ser inusualmente competitivos, gracias a las personalidades y estrategias diametralmente opuestas de Phil Bredesen y Beto O’Rourke, parece que al final se mantendrán esos escaños en la columna roja. De igual manera, a pesar de estar en estados en los que Trump ganó por más de 20 puntos, los senadores Tester y Machin parece que mantendrán sus posiciones.

En el caso de los gobernadores, la narrativa más importante sería que los Demócratas tienen muchos espacios donde competir, ya que solo defienden 8 de las 36 gobernaciones que estarán en juego, y de esas, la mayoría son estados abrumadoramente azules, como California, Nueva York u Oregon. La región del país que parece ser más interesante será el Midwest, donde los demócratas podrían tomar las gobernaciones de Illinois, Wisconsin, Iowa, Michigan y Ohio, además de defender la de Pensylvania.

Esto sería notorio recordando que de todos esos estados, los Demócratas solo ganaron Illinois en las presidenciales, y que la victoria general de Trump pasó por superar las expectativas en esta región, sobre todo ganando Michigan, Pensylvania y Wisconsin, pues en el momento se consideraba ,más que plausible que obtuviese Ohio y Iowa. En este momento las elecciones de gobernador mencionadas o están bastante igualadas o favorecen a los Demócratas (por muy poco como en Wisconsin o algo más como en Michigan).

Otras elecciones importantes serán las de la Florida, donde el representante DeSanctis (R) se mide al alcalde Gillum (D), donde Gillum parece ligeramente favorito pero en Florida las elecciones casi siempre se deciden por 1 o 2 puntos; y las elecciones de Alaska, donde el ex senador Begich (D) ha recibido el apoyo del gobernador saliente, el independiente Bill Walker, ya que aunque el senador estatal Dunleavy (R) sigue siendo favorito, es una carrera que no se esperaba fuese remotamente cerrada, antes que Walker se retirara y lanzara su apoyo a Begich, lo cual la hace una inesperada atracción, así el resultado termine siendo el esperado.

La importancia de estas elecciones es múltiple. A nivel general las midterms suelen verse un referéndum en el presidente, idea con la cual Trump ha jugado en ambas direcciones según la necesidad, y pueden sentar el panorama para la elección presidencial de 2020. Así mismo, el control de las cámaras legislativas definirá la dificultad que tendrá la administración para definir la agenda a partir de 2019, perder una de las cámaras, o en el peor y raro caso ambas, ralentizaría mucho el proceso de gobierno y obligaría a Trump a dar muchas concesiones.

Las elecciones de gobernadores también ayudan a dar un panorama más general sobre la dirección del país, pues no debemos medir la cantidad de gobernaciones total (las diferencias poblacionales entre unos y otros estados hacen esto ridículo) sino cuanto porcentaje de población se gobernará, y los Demócratas de tener una buena noche podrían gobernar a más del 60% de la población, y poco más del 50% de tener resultados más modestos.

Otro elemento de interés en las elecciones de gobernadores, y en muchas iniciativas legislativas que serán sometidas a referéndum en muchos estados, será el de los derechos electorales (‘votingrights’). Tema sensible en EEUU, los Demócratas han acusado en repetidas ocasiones a los Republicanos de amoldar los circuitos electorales a su beneficio y hacer leyes que dificultan a las personas de ciertos grupos de tendencia Demócrata a votar. Los gobernadores son fundamentales en este proceso porque en muchos estados los parlamentos de estado dibujan los circuitos electorales y los gobernadores pueden vetar las leyes; sobre todo en el mencionado midwest, un cambio de gobernadores de rojo a azul podría cambiar mucho el panorama electoral a partir de 2022 (el próximo censo nacional es en 2020 y a partir de él se reelaborarán los circuitos).

Estas son unas elecciones muy complejas, con miles de elecciones individuales, con factores muy macro (estado de la economía nacional o popularidad presidencial) como otros bien micro (personalidad de candidatos individuales) así que cualquier lectura excesivamente simplista tanto de pronóstico como de ‘autopsia’, debería ser observada como mucho escepticismo. Los mejores análisis serán los que traten en entender las muchas variables existentes y el peso que cada una tiene a la hora de pintar el panorama general, sin saltar con opiniones en caliente ni usar los resultados, sean cuales sean, para hacer otras predicciones sin ningún tipo de ponderación. La realidad es complicada, y las explicaciones simples No siempre serán mejores, así sean más atractivas.

@IvanRojasAlvz 

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