Maduro y Almagro han mencionado esta opción, el primero afirma que no hay ni habrá. El segundo habló de la “guerra civil de las fuerzas represivas del Estado ejecutadas contra personas desarmadas, es la realidad del pueblo venezolano hoy”. No pocas personalidades y organizaciones civiles llaman la atención sobre un posible desenlace de esta naturaleza si no prevalece la sindéresis y la cordura en estos tiempos tan difíciles por los que atraviesa Venezuela.
Hay un sinsabor que recorre las mentes y las plumas de los centros de análisis estratégico de que nuestro país se dirige en esa fatal dirección. Gran responsabilidad tiene la dirigencia política del país y especialmente quienes tienen las riendas del Estado. Juegan con candela y, lamentablemente, el fuego quema, y lo peor es su secuela en el tiempo.
Una manifestación de esta naturaleza es definida como una guerra entre grupos organizados de un mismo país con la finalidad del control del Estado o una región, alcanzar la independencia o cambiar políticas gubernamentales. Estos conflictos son responsables de un número alto de bajas y, por lo general, terminan con la intervención de factores externos. Especialistas en el tema determinan que una de las partes del conflicto será el Estado y que con entre cien y mil fatalidades de ambos lados puede calificar como tal el conflicto. Sin ánimo ni espacio para categorizar estos enfrentamientos y sus motivaciones, es necesario alertarnos como nación sobre un expediente de esta naturaleza.
Ni lo necesitamos ni lo queremos. Tenemos que buscar la salida a esta crisis. Gritar a “viva voce” paz, diálogo y negociación no es suficiente. Hay que sentarse en una mesa a negociar. Hay que parar la osadía que nos puede llevar a una tragedia peor.
@bernalette1