Canción de Réquiem para el Movimiento 26 de Julio – Por Eloy Torres
Cuba es un país que se presenta para Venezuela, como un asunto incrustado en la compleja dinámica de la ambivalencia, entre el realismo y el idealismo político. Ese país, se ha vendido siempre como el pequeño David contra Goliat. Ese fue el gran mérito de Fidel Castro. La manipulación, evidentemente ha sido el gran instrumento de la Revolución cubana. Ahora bien, hay que decirlo: la Revolución cubana fue Fidel Castro Ruz. Al morir este, ella murió. Los funerales fueron los arreglos entre EEUU y la isla. Raúl, el heredero, fue quien dirigió las pompas fúnebres.
Ahora, para Venezuela, Cuba, en los últimos 22 años ha representado un matrimonio, estilo musulmán (acordado o forzado). Venezuela siempre se negó a casarse con esa realidad con la cual se pretendió que bailáramos el guaguancó que Fidel compuso para nuestro país en los años 60 del siglo XX. Don Rómulo Betancourt, dirigió nuestra orquesta minimizando los sonidos de los tambores cubanos, al construir una realidad que duró 40 años. Fueron 40 años de una relación compleja. Utilizando el esquema de las teorías de los juegos, podemos decir que estas relaciones complejas se movieron al ritmo ambivalente desde un tipo conflictivo a uno mixto (conflicto/cooperación).
Desde 1999, todo cambió. Se modificaron las bases de nuestra política exterior, para convertirla en una “acción exterior bolivariana”. La misma, no tiene sentido geopolítico, ni estratégico, mucho menos se inscribe en el interés nacional; todo se hizo en función de servir a Cuba y la camarilla genuflexa que hoy gobierna Venezuela. Desde aquí decían, somos un mismo país. Mientras que La Habana se frotaba las manos, no para tocar tambor; sino para disfrutar de un manjar regalado, cocinado con petróleo, además de otros elementos. ¡Viva la hermandad cubano – venezolana! pero bien lubricada con dólares estadounidenses.
Hoy Venezuela está en manos de Cuba. Lo que ocurra en esa isla tiene efecto colateral en Venezuela. Esa pertenencia a Cuba es resultado de la voluntad de los dos gobiernos, chavista- madurista, los cuales, nos han convertido en los principales compradores de las baratijas cubanas, vendidas bien caro; mientras que Venezuela paga con petróleo.
Cuba es una dictadura, muy latinoamericana, es decir bananera. Ha tenido su caudillo: Fidel. Hay una compleja realidad; pues, él ya no está. Su verbo y estilo pausado, como vigoroso a la vez, ya no existen. Cuba fue producto de la Guerra Fría. La Revolución cubana ha durado en el poder a lo largo de más de 60 años, en primer lugar, gracias a las torpezas de Washington, luego por el apoyo soviético y venezolano, y por último, gracias a astucia y el “cubaneo” de Fidel.
Entre Washington y La Habana siempre ha habido intentos de reestablecer las relaciones, desde el mismo momento de la ruptura. En agosto de 1961, durante las sesiones de la Conferencia de Punta del Este, en Uruguay, para discutir la agenda de la Alianza para el Progreso, idea montada por John F. Kennedy, el propio Ernesto Guevara de la Serna, alias el “Che”, en calidad de jefe de la delegación cubana, sostuvo encuentros discretos con la delegación estadounidense a fin de explorar la posibilidad de reestablecer las relaciones diplomáticas.
Incluso el “Che”, regaló tabacos cubanos a los estadounidenses e hizo chistes con el argumento que ellos estaban agradecidos a la Administración de Kennedy, por el fiasco de Playa Girón, pues ello permitió el fortalecimiento del régimen revolucionario. Evidentemente, no se pudo hacer nada; el “talibanismo” presente en ambas administraciones lo impidió. Luego, la tragicómica situación generada por la crisis de los misiles, en octubre de 1962, ahondó aún más el alejamiento entre ambos países.
Hoy, Fidel ya no está, y Raúl aunque no está muerto, se le observa un lento caminar, el cual es acompañado de una seria enfermedad. No está físicamente apto para gobernar. Evaluando su desempeño, vemos que su visión de las cosas no estuvo identificada con el oropel de su hermano. Raúl, ha sido un hombre lacónico y pragmático. Ha moldeado a las fuerzas armadas cubanas a las que profesionalizó. Con el tiempo, montó una alianza del generalato (el viejo) con aquellos funcionarios del PCC, deseosos de convertirse en protagonistas de un régimen que promoviese avances en lo económico, pero, nada de democratizar a Cuba. Toda una versión cubana del modelo chino, en la que se observa el matrimonio de la nomenclatura del PCC con sectores poderosos de las fuerzas armadas cubanas. Éstas últimas, han sido testigos de los cambios que se observan en el Mundo. No son tontos, han estudiado y hay un creciente número de jóvenes oficiales compenetrados con los adelantos tecnológicos.
Luego, hay que ponderar los vínculos entre EEUU y Cuba, que no son nuevos y que van más allá de la geografía que los divide; es decir, las 90 millas. Éstas, son más bien un puente y no un punto de separación entre ambos países. En Miami, como en toda la Florida, cada cubano que vive en esa zona, tiene un familiar en la isla. Saben que hay relaciones discretas que se desarrollan entre el alto gobierno y Washington. Hoy, las relaciones entre EEUU y Cuba, son una realidad; así lo comparta o no el viejo generalato, como la carcomida, por la corrupción, nomenclatura del PCC, incluidos sus familiares. Basta ver las redes sociales, donde muchos de éstos, aparecen fotografiados en yates y vehículos de gran lujo, tanto en Cuba como en Europa, mientras la gente común en Cuba muere de mengua.
Bueno, como quiera que la política es un acto difícil de manejar; hay factores que se mueven al compás de los cambios de los vientos. Esas ráfagas tocaron a Raúl. Pragmático al fin, buscó una negociación directa con los EEUU. Comprendió el elemento motivador para Obama. Raúl emblemáticamente inteligente, coincidió en la frase de Einstein: “si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Lo que nos lleva a comprender que Fidel, siempre fue un osado y astuto manipulador que jugaba a los dados, mientras que Raúl calculaba fríamente y se movió con prudencia.
Cuba durante 52 años fue guiada por Fidel, un hombre carismático y diabólicamente inteligente. Respondía a su intuición, moldeada por los jesuitas. La naturaleza lo derrotó. Era imposible que le ganara esa partida a la muerte. “El caballo”, como lo llamaban en Cuba, fue vencido por el paso del tiempo, y se convirtió en polvo. Raúl, quien siempre jugó el papel de segundo abordo, utilizó los últimos años de vida de Fidel para devorar todo lo concerniente al manejo eficiente de las fuerzas armadas, devenida en conglomerado de empresas capitalistas. Raúl, al buscar un claro manejo de la administración moderna de las fuerzas armadas, demostró ser más pragmático que su hermano.
La realidad de Cuba, ya no parece tan enigmática. Los recientes movimientos convulsivos mostraron un alto grado de predictibilidad. Los cambios se hacen sentir en Cuba. No pararán. Ellos, son muy lentos, es verdad, pero están sobre la mesa. Siempre nos refugiamos en una estrofa de una canción de Joan Manuel Serrat: “Cuando se abre una flor, el olor de la flor se le olvida a la flor”. Con esto queremos decir, que los cubanos ya probaron el dólar, comprobaron el valor de la comunicación, el papel de la televisión desde Miami que se ve en la isla; además, como dijera en una ocasión el entonces y carismático Canciller cubano, Robertico Robaina en la UCV: el problema de los cubanos es que cada uno de ellos debe tener “FE”. Es decir, “Familiares en el Exterior”, por aquello de las remesas. Entonces fue un chiste; hoy la frase en sí, va más allá de su intención.
Fidel murió y también la Revolución cubana. Ella era él. Sin él, ella ya no existe. Raúl apenas fue un puente hacia otras formas de organización. No obstante, la naturaleza lo alcanza, como a todos nos ha de pasar. Hoy, la realidad, lo obligó a retirarse. Mientras, en el poder, está Miguel Díaz-Canel, resultado de un compromiso; es un hombre muy limitado y huérfano de ideas. Es un verdadero “politruco”, un hombre que miente irresponsablemente. Díaz-Canel, por un lado, es víctima de los deseos de la nomenclatura envejecida en el tiempo y, por otro lado, es acosado y acusado con señalamientos de los grupos de intelectuales y profesionales, formados durante estos los últimos años. Es una nueva nomenclatura que busca vivir su momento. Cuba no será la misma de hace 15 días. Todo cambió…
La crisis que sacude a Cuba, estalló por el mal manejo de la realidad. Han sido 62 años de sacrificio, hambre y miserias. El “hombre nuevo”, jamás nació; y tras la caída de la URSS se transformó en un ejército de “jineteras” y “pingueros” (mujeres y hombres dedicados a la prostitución), incluso, muchos de ellos jóvenes estudiantes que se han sacrificado de esta manera para ser el soporte de sus familias que apenas sobrevivieran a las penurias del comunismo cubano. Díaz-Canel, como líder emergente, en lugar de introducir cambios, aunque fueran “gatopardianos”, se lanzó a disfrutar de las mieles del poder, para lo cual articuló (¿o le articularon?) un discurso que le garantizara la continuidad a esos 62 años de miseria y hambre; mientras, él, se muestra impecable con su guayabera planchada, como muy valientemente, escribe Yoani Sanchez, para negarle al cubano de a pie su derecho a protestar. Tratamos de imaginar, qué pensaran Roberto Robaina, Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, quienes fueron dirigentes formados e inteligentes, y hoy se encuentran fuera del escenario principal, quienes si supieron demostrar cómo y por dónde le entra el agua al coco.
Díaz-Canel es un personaje, prototipo del teatro del absurdo del franco-rumano Eugen Ionesco, concretamente de Jacobo y la sumisión, una obra dónde se observa, al principal personaje que sucumbe ante la familia y su final es trágico; éste, si bien encandiló, con un lenguaje rebelde, durante un buen tiempo, al final cumple los designios de su familia. Es sometido. Bueno, ese el caso de Díaz-Canel, quien, según indican algunos que le conocen, hoy, dicen no reconocerlo. Creemos que el hombre está sometido a las reglas de la nomenclatura envejecida en el poder; e incluso aceptó que trajeran a Raúl Castro, de su “reposo del guerrero”, para que el “Presidente” cediese su espacio al veterano líder y ocupase el primer plano. Ello fue visible en la manifestación forzada contra los movimientos pacíficos que piden libertad. Una burda repetición de lo que hizo Fidel ante el “Maleconazo” de 1994.
La aparición de la canción de raperos cubanos “Patria y vida”, estremeció los cimientos de una sociedad petrificada. Jóvenes estudiantes, artistas y decenas de miles, críticos de la realidad salieron a las calles a protestar. Ya está bueno del mismo discurso manido, es decir, 62 años la misma malanga de “Patria o Muerte”: devenida en Patria para la nomenclatura y muerte para los cubanos. Ya Cuba no es la misma, al contrario; todos en Cuba, saben de la exuberante corrupción de los familiares, primero de Fidel, Raúl y de los miembros de la histórica nomenclatura, hoy, envejecida. Una vergüenza ver a los hijos, nietos de éstos miembros de la élite dirigente, la cual todo estos años embaucaron a una sociedad y al Mundo entero, con el cuento del “David contra Goliat”, del “bloqueo” y tantas míticas expresiones con las cuales adormecieron a los cubanos y otros tantos miles de no cubanos, mientras disfrutaban de una escandalosa riqueza.
Ayer se cumplió un aniversario más del Movimiento 26 de Julio. Un movimiento político que enarboló las banderas de nacionalismo y libertad para Cuba. Los jóvenes cubanos que hoy protestan en sus calles, poco conocen la letra original del himno que escribiese Agustín Díaz Cartaya, un humilde militante del movimiento opositor a Fulgencio Batista y fiel seguidor de Fidel. Éste escribió, como apuntando al 2021:
Adelante cubanos
que Cuba premiará nuestro heroísmo
pues somos soldados
que vamos a la Patria liberar
limpiando con fuego
que arrase con esta plaga infernal
de gobernantes indeseables
y de tiranos insaciables
que a Cuba han hundido en el Mal.
La sangre que en Oriente se derramó
nosotros no debemos olvidar por eso unidos hemos de estar recordando a aquellos que muertos están.
La muerte es victoria y gloria que al fin
la historia por siempre recordará
la antorcha que airosa alumbrando va
nuestros ideales por la Libertad.
Hoy, los jóvenes cubanos han dejado de escuchar ese himno, tan vetusto como mancillado por los otrora revolucionarios que se transformaron en corrompidos tiranos de Cuba. Hoy, en su lugar, prefieren entonar con sus raperos “Patria y Vida”, cual moderna Canción de Réquiem para el Movimiento 26 de Julio:
No más mentiras
Mi pueblo pide libertad, no más doctrinas
Ya no gritemos Patria o Muerte, sino Patria y Vida
Y empezar a construir lo que soñamos
Lo que destruyeron con sus manos…
@eloicito