El fantasma nuclear
Han transcurrido 74 años de los nefastos lanzamientos de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki y el irracional flagelo nuclear sigue presente, amenazando el futuro de la humanidad. Las armas nucleares se incrementan, el club nuclear crece con nuevos miembros y aspirantes; las tensiones y conflictos de los países con capacidad de acción nuclear no desaparecen y la racionalidad humana no logra superar efectivamente esta dramático problema.
En estos momentos, casos como los desarrollos de los planes nucleares de Corea del Norte y de Irán o las tensiones entre India y Paquistán, dos miembros del club nuclear, por Cachemira, que también involucra a China, otro miembro del Club, tienen las alarmas de comunidad internacional encendidas.
El Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri) informa que para el 2018 se calculaban unas 14.465 armas nucleares en el mundo y, de éstas, el 92% se concentraba entre Estados Unidos y Rusia, que iniciaron su competencia nuclear desde los años cuarenta y luego se fueron sumando: el Reino Unidos (1952), Francia (1960), China (1964); en los años setenta India, Pakistán, Israel; más recientemente Corea del Norte. Convirtiéndose en los nueve miembros principales del club atómico; con otros países aspirantes a ingresar, como Irán o sospechosos como Arabia Saudita o Armenia y una larga lista de países con capacidad o vieja experiencia en el tema nuclear, que pudieran llegar a representar una potencial amenaza.
El tema nuclear se mantiene en la agenda mundial con especial interés y actualidad pues, entre otros, Corea del Norte ha demostrado que incorporarse en esa temática, paradójicamente le garantiza protagonismo, poder estratégico, capacidad de negociación
Desde la guerra fría entre las dos grandes potencias, que siguen manteniendo su liderazgo nuclear, se asumió como el fundamento de la disuasión, de un equilibrio estratégico, un equilibrio del terror y se esperaba que se limitaría a ellas y disminuiría su relevancia con la extinción de la bipolaridad; empero, los hechos evidencian lo contrario y el modelo de la disuasión o la destrucción mutua, luego lo reproducen India y Pakistán y también forma parte del complejo entramado del Medio Oriente con los casos de Israel e Irán.
El tema nuclear nos enfrenta con un equilibrio de terror absolutamente irracional, pues al despegar el primer misil con carga nuclear de una parte, inmediatamente saldrán varios de la otra parte; las consecuencias son impredecibles, las dos capitales involucradas pueden desaparecer, pero luego tenemos los nefastos efectos de la onda radioactiva para la humanidad y el ecosistema. Ahora bien, los manuales de estrategia establecen que: las armas nucleares se tiene, deben estar siempre listas, pero nunca deben ser utilizadas (Bernard Brodie).
Controlar el uso de las armas nucleares requiere de gobernantes bien racionales y cautelosos, como se evidenció en la llamada “crisis de los misiles” de Cuba en 1962, cuando la humanidad estuvo muy cercana a un holocausto nuclear. Pero no debemos olvidar que nuestra naturaleza humana es compleja, podemos enfrentar estallidos de creatividad y de irracionalidad.
Actitudes como los fanatismos nacionalistas, religiosos, étnicos o ideológicos pueden generar ceguera mental y propiciar un comportamiento animal.
Conviene recordar que en los primeros meses en el poder del joven dictador de Corea del Norte King Jong-un, se le presentaba en los medios como un psicópata irracional, capaz de desencadenar un desastre nuclear (¿serian falsas noticias?); hoy, la narrativa ha cambiado, y parece que ahora pide disculpas al Presidente Donald Trump por continuar realizando los peligrosos ensayos nucleares.
Si bien la potencial amenaza de utilizar deliberadamente la capacidad nuclear se podría controlar y someterla al árbitro de la negociación y la diplomacia, de hecho en el marco de las Naciones Unidas se suscribió el Acuerdo de No Proliferación de Armas Nucleares en 1968; lo que si no se ha logrado controlar tan fácilmente son los desastres de las instalaciones nucleares, con sus terribles consecuencias al entorno. La lista es larga y seguramente no está completa, ya que los gobiernos autoritarios son enemigos de la transparencia.
Las listas destacan como primeros incidentes en Canadá en los años 1952 y 1958, y tenemos frescos casos como Chernóbil (Ucrania, 1986) que ha sido lleva magistralmente a la pantalla o Fukushima (Japón, 2011)
Lamentablemente los esfuerzos de la comunidad internacional y, en particular de las Naciones Unidas, para controlar la irracionalidad nuclear no parecen tan efectivos. Por una parte, no se facilita la labor de control y supervisión que debe ejercer la Organización Internacional de Energía Atómica y, por otra, los populismos nacionalistas irresponsables tienden a la destrucción de la institucionalidad internacional, con el objeto de fortalecer la falsa soberanía absoluta.
En este contexto, encontramos, entre otros, el retiro de los Estados Unidos: tanto del Acuerdo Nuclear suscrito con Irán en el año 2015; como del Tratado de Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio con Rusia (INF) firmado en 1987.
Para avanzar en el control del tema nuclear resulta necesario que la sociedad civil internacional lo incorpore de forma activa en su agenda, y desarrolle una amplia campaña de carácter transnacional, con el uso intensivo de todos los recursos: educativos, comunicacionales y electrónicos para fortalecer la consciencia y la actitud crítica frente a este flagelo.
Su sola presencia en un territorio constituye una clara amenaza contra el futuro de la vida y del ecosistema.