Desde el Consejo venezolano de Relaciones internacionales (COVRI) hemos advertido, no en pocas ocasiones, acerca de la conflictividad que acecha al mundo. Hoy, éste, enfrenta crisis tras crisis. La creencia en una fatalidad por la depresión geopolítica, el resurgimiento y fortalecimiento de las esferas de influencia. Èsta, limitaría el papel de los actores internacionales más pequeños. Hay una ceguera por parte de algunos actores políticos internos, por ejemplo en Venezuela, que no ven la dimensión de tema internacional. Estamos, internacionalmente, al margen de todo escenario racional. Seremos un vulgar peón de las relaciones internacionales y nuestra opinión no valdrá ni un bolívar “fuerte”, mientras que la del resto de los actores tendrá el equivalente a un potosí. A esto hay que agregar el empeño de Donald Trump por acentuar la división entre los ciudadanos, desde una perspectiva exclusivista; este panorama, se acentúa por la escasa credibilidad en el régimen democrático, cuya legitimidad está en entre dicho. Desde finales de la segunda guerra mundial, tal indolencia y poca fe en las instituciones democráticas no se había visto tan crudamente. El proyecto de potenciar a la “sociedad civil” y colocar al hombre en el centro de ésta ha sido abandonado. Un cuadro peligroso que podría dislocar la política y la economía globalmente.
Hay opiniones, como las del Eurasia Group. Éstos, han alertado al respecto. Dos de sus más importantes miembros y líderes, Ian Bremmer y Cliff Kupchan sostienen que este año 2018, como en efecto ocurre, sería el año más peligroso para la explosión de severas crisis que aumenten la tensión global. Según, éstos, China llenaría el vacío que están dejando los EEUU. El caso de Corea, en nuestra opinión, es patéticamente revelador. Creemos que la sonrisa china, pudo más que la endurecida retórica de Trump, y ha obligado a Kim Jun Un a sentarse a negociar una salida honorable al conflicto con los norteamericanos.
Los EEUU, al parecer, han dejado en manos de Beijín la solución final para acabar con esa “piedra en sus zapatos”, desde 1953. La paz es máximo el beneficio para todos, especialmente para China. No obstante, el liderazgo norteamericano se ve, aparentemente, comprometido. China asume su papel con tranquilidad. Ella no encuentra obstáculos a su paso lento, pero seguro. El desarrollo tecnológico y la hambruna de recursos han hecho del gigante amarillo un factor confiable en las nuevas relaciones internacionales. Ellos no politizan su accionar y no se meten en los asuntos internos de ningún país (como sueñan, algunos bolivarianamente) a menos que tengan una participación directa, como lo es el caso de Corea del Norte. Lo que sí es seguro es que China en el Pacifico y en toda esa región, ejerce una presencia que es de temer. Veremos más adelante.
Las relaciones internacionales son el escenario para la competencia entre las diversas fuerzas geopolíticas del mundo. Las esferas de influencia están en el medio de éstas y visten el traje del siglo XXI. Hay varios peligros que amenazan la paz mundial en la perspectiva china. Los ataques cibernéticos y el terrorismo. No obstante, hay otro elemento a considerar: la distorsión de la verdad. Ya Corea, felizmente, por lo menos lo ha declarado, piensa acabar con su arsenal nuclear. ¿Será verdad? La amenaza a los aliados de los EEUU han disminuido considerablemente, Mas, queda por resolver el tema sirio para los EEUU y para el atlantismo en general. ¿Aceptarán los EEUU y el occidente atlantista la consolidación rusa en el Mar Mediterráneo con las bases militares, de Tartus y Lakatia, en Siria? Mientras se resuelve ese problema, los muertos se apilarán en los desiertos del Medio Oriente. Vale decir, seguiremos observando un conflicto en “pleno desarrollo” entre Rusia y los EEUU.
Henry Kissinger fue drásticamente duro cuando escribió “No todo aquello que suena como algo plausible es correcto, y muchas cosas que son correctas no parecen plausibles la primera vez que se las presentan (Política exterior americana, Kissinger, H, pág. 22, Plaza & Janeès, S.A. Editores) El caso es que hoy, los EEUU y China, participan en un juego competitivo por el dominio del sector vinculado a la llamada Inteligencia artificial. Una guerra fría tecnológica. Ello traduce un espacio en el cual China asume los riesgos con tranquilidad, pues el tiempo le sonríe, mientras que los EEUU luchan desesperados por revitalizar su hegemonía en esta área. Los EEUU buscarán protegerse de “espionaje” tecnológico. Hay que tomar en consideración la variante rusa en esta ecuación. Esta última, en determinados momentos, ha hecho daño a los EEUU.
Éstos, buscan refugio en su natural esfera de influencia: América Latina. Primero, vemos a México. El país de los “manitas” sufre el deterioro de su relación con Washington. El resultado electoral de México determinará en buena medida la fortaleza de esa alianza, construida a lo largo de muchos años. El izquierdismo de López Obrador puede impactar negativamente en esas relaciones. Los compromisos de Trump con su discurso electoral se muestran, cada vez más serios. Trump, a pesar de su inestabilidad, hace lo que dijo que iba a hacer.
En medio de esta tormenta, los EEUU enfrentan varios escenarios y tableros. Trump asume una estrategia más agresiva contra factores bien precisos. Por ejemplo, Irán, con el cual suspendió un acuerdo nuclear. El mundo está contra la pared y enfrenta la política exterior norteamericana, cuyo impacto se observa con las cualidades personales de su principal actuante: Donald Trump. Es como diría el citado Kissinger: “Según el concepto tradicional, las unidades internacionales son conducidas por unidades políticas que aparecen tratadas casi como si fuesen personalidades” (Obra citada, pág. 11) Vemos entonces, en este caso, que Trump asume la política exterior como un acto personal. Esta vez, el contenido de la citada frase fue más allá de la intención epistemológica de Kissinger. Él decidió suspender ese tratado y busca repotenciar el poderío americano en esa zona ¿Lo podrá hacer? No lo sabemos. Ello, seguramente, generará tensiones en el Golfo Pérsico y en otras áreas, pues la actitud de Trump le da alas a la monarquía saudita a intervenir cual gendarme en el Medio Oriente, no obstante, tener al frente a Irán. El sunismo se enfrenta al shiismo con el petróleo, como alimento para ese enfrentamiento.
Todo un cuadro difícil para la democracia en el mundo. La Unión europea sufre las tensiones que se experimentan en el mundo. ¿Y Venezuela? Bueno, nuestro país, por demás, reñido con la racionalidad política se aleja del presente y, todos los días, viaja velozmente al pasado. La institucionalidad democrática, los derechos humanos y la prosperidad económica, prácticamente no figuran en la ecuación de sus políticas públicas y ello se ve patéticamente en la exterior. Es apenas una palabra hueca. Como política, no es proactiva, por el contrario es reactiva, pero, para defender unos postulados ideológicos, por demás enajenados a otras realidades geopolíticas. Hoy, no sabemos cuál es nuestro objetivo permanente ¿El Esequibo? No pensamos que se perdió; pero, debemos retomar una senda realista frente a Guyana y asumir una política, a largo plazo, cual “revancha”. Ese país se ha burlado de nosotros. Sus mentiras para eludir el compromiso adquirido en Ginebra en 1966 deben servir para instaurar la futura política exterior que busque el replanteamiento de una actitud para nada blandengue, lo cual, desde ya, hay que hacérselo saber al gobierno guyanés. Venezuela surgirá de las cenizas bolivarianas en las que nos han sumido y tarde o temprano retomaremos el rumbo.
Por otro lado, está Colombia con el tema del Golfo. No sabemos cuál será el precio a pagar por “ayudar” a recuperar la estabilidad democrática del país. Es una demostración de la ausencia de políticas audaces; en su lugar, este gobierno se ha refugiado en palabrerías huecas y se mueve, reactivamente en defensa del desastre que nos cubre, tras 20 años de Revolución bolivariana. Colombia, se fortalece y mientras ella supera sus problemas, nosotros los importamos. Hoy, ese país se inscribe en una agenda Nord atlántica. Seguramente, esta decisión política, le permitirá al país neogranadino arrinconar a Venezuela, mientras nosotros nos movemos en aguas ideológicas. Brasil, por su parte, como todo gigante, se mueve en el hemisferio y muestra su “samba” y su “jogo bonito” marcando goles geopolíticos. Venezuela sufre y, su política exterior, comenzó a morir en aquella fatídica madrugada de un 4 de febrero de 1992, cuando, “por ahora” nos anunciaron un desastre en perspectiva y hoy lo experimentamos.
El mundo trata de resolver sus problemas, en tanto aquí, con elación, nos empeñamos, en complicar nuestra realidad. Hace varios días hubo elecciones falsas que algunos pensadores pretendieron ver como una salida. Falso. Ese proceso electoral, fue un arnaque, como dicen los franceses; es decir un timo, una farsa. El mundo lo sabe, el país lo comprobó. Falta saber si algunos comprenden que este gobierno jamás podrá ser sincero para reconocer sus erradas políticas que nos han traído hasta aquí. Nos debemos preguntar: ¿Será posible que podremos salir de esta desgracia? Algún día; pero, mientras, vemos como unos nacen, v.g. los EEUU, China, Rusia y Europa, en tanto que otros mueren, como el país de Bolívar.
@eloicito