Esta semana, desde el 26 al 28 de septiembre, tiene lugar la 15° Reunión Ministerial del Foro Internacional de Energía (por sus siglas en inglés, IEF) en el lujoso Centro Internacional de Conferencias de Argel. Dicha reunión tiene como tema central “La Transición Energética Global: un papel más importante para el diálogo”, y ocurre en plena celebración del 25 aniversario del diálogo entre productores y consumidores de energía, que fue impulsado inicialmente por Venezuela y Francia, pero cuyo liderazgo ahora detenta Arabia Saudita. El IEF, donde tuve el honor de representar a Venezuela a lo largo de tres años, es la única plataforma donde todos los actores de los mercados energéticos pueden cooperar, intercambiar información y entender sus intereses mutuos. En esta edición, debutará el nuevo Secretario General del IEF, Dr. Sun Xiansheng –quien viene de presidir el Instituto de Investigación de CNPC y refleja la creciente relevancia energética de China. Pero toda esta historia, aunque muy relevante, ha sido eclipsada por la reunión informal de la OPEP en la sala contigua.
En efecto, la nívea Argel es la nueva sede de las consultas tendientes a un acuerdo de congelamiento de producción OPEP y No-OPEP este año, después de Doha, Viena, Moscú, e incluso Hangzhou, en una suerte de diplomacia petrolera itinerante (shuttle oil diplomacy), donde Venezuela ha participado en forma agoniosa. Recordemos que a mediados de abril en Doha, un acuerdo casi cerrado fue abortado tras un viraje de último minuto de la delegación saudita pidiendo que se hiciera extensivo a Irán –que ni siquiera había asistido. Aunque ya el Secretario General de la OPEP, Mohamed Barkindo, ha rebajado las expectativas de la cita de Argel señalado que sólo se trata de consultas, y la mayoría de las agencias y consultoras son pesimistas; varias cosas han cambiado desde Doha.
En primer lugar, tenemos el acuerdo de cooperación petrolera entre Rusia y Arabia Saudita, el cual fue anunciado en el marco de la Cumbre del G-20 el 5 de septiembre y ha permitido reconsiderar el congelamiento. En segundo lugar, Irán si estará presente en Argel, y ahora su producción se encuentra en 3,6 millones de barriles diarios (MMBD), nivel que tenía antes de las sanciones internacionales. En tercer lugar, Irak ha alcanzado una producción de 4,7 MMBD y no tiene recursos para invertir en una mayor expansión en el corto plazo debido a su lucha contra el grupo terrorista Dáesh. En cuarto lugar, algunos reportes señalan negociaciones secretas entre Irán y Arabia Saudita este mes en Viena. Sin embargo, persisten las diferencias. Irán ahora plantea que aumentará producción hasta 4,3 MMBD en 2017 –realmente cuesta arriba sin atraer inversiones-, y por tanto defiende una “compensación” a cambio del “sacrificio” que supone congelar en el nivel actual. Agrega el Ministro de Petróleo persa, Bijan Zanganeh, que Riad tomó ventaja desde que le fueron impuestas las sanciones a su país y esto le permitió aumentar su producción hasta 10,7 MMBD en la actualidad. Por tanto, concluye, que resulta necesario volver a los niveles de enero de 2012, lo cual equivale a un congelamiento para Irán en el nivel actual y un recorte de 1 MMBD para Arabia Saudita. Esto además implicaría un retorno gradual a las cuotas de producción abandonadas por la OPEP en 2011. Este hábil planteamiento persa, ha sido respondido por el Ministro de Petróleo saudita, Khalid al-Falih, con una oferta hecha pública por el Ministro de Petróleo argelino, Noureddine Boutarfa, quien ha señalado que Arabia Saudita aceptaría en Argel congelar en niveles de enero de 2016 –lo cual ya había ofrecido en Doha- al tiempo que toleraría que Irán lo haga en el nivel actual. Esto se traduciría en la práctica en un recorte de 0,5 MMBD para Riad y supondría una pequeña revisión en la estrategia saudita de defensa de cuota de mercado establecida en 2014. Muy interesante, si tomamos en cuenta que Arabia Saudita sigue con su puja geopolítica con Irán en el Medio Oriente, y aún dispone de 550 millardos de dólares en reservas financieras que le permiten aguantar al menos cinco años más de precios moderados. No obstante, estas negociaciones dejan en el aire que pasaría con Irak que tendría que recortar 0,5 MMBD para volver a niveles de enero de 2016 –decisión difícil-; y que ocurriría con Rusia que ahora sólo ofrece congelar en niveles del segundo semestre de 2016 –logró un nuevo récord pos-soviético con 11,09 MMBD en septiembre.
Por otra parte, los pronósticos de la OPEP y la AIE consideran que de mantenerse la situación actual, continuará la sobreoferta en el mercado hasta finales de 2017. Esto debilita la lógica de un acuerdo, ya que si no hubo congelamiento cuando los precios se ubicaban en torno a 30 $/Bl a principios de año, por qué hacerlo ahora cuando se ubican en torno a 45 $/Bl demostrando el éxito de la actual estrategia saudita con un reequilibrio gradual del mercado. Riad también tiene sus ojos puestos en los productores de esquistos de EEUU que se han convertido en una suerte de zombies gracias a sus vínculos con la banca, por lo que aún no terminan de salir del mercado, sino que esperan un repunte de precios para reactivarse.
Los distintos intereses en juego hacen que un acuerdo de congelamiento sea una tarea hercúlea. De hecho, Libia, Nigeria y Venezuela con problemas en sus industrias también podrían solicitar flexibilidad. Entonces, ¿qué puede lograrse en Argel? Un compromiso podría estar en un acuerdo preliminar de congelamiento para Arabia Saudita y Rusia en niveles de enero de 2016, y para el resto de los países OPEP y No-OPEP en los niveles actuales con flexibilidad; a ser refrendado en una reunión extraordinaria en octubre o en el marco de la 170° Reunión Ministerial de la OPEP en noviembre. Esto supondría un recorte ruso-saudita de 0,7 MMBD respecto a la producción actual, dando un piso a los precios en 50 $/Bl, y enviando una señal al mercado de un nuevo consenso OPEP ampliado. Empero, siendo realistas, incluso esto puede ser un espejismo. ¿Y usted qué opina?
@kenopina