La confrontación entre Venezuela y EEUU es de vieja data – Por Oscar Hernández Bernalette

Las guerras no se inician con los  primeros tiros ni comienzan sin causas objetivas.  Sabemos que llegó con  el  sonido ensordecedor de las bombas, con las primeras fatalidades directas o las víctimas  que corresponden a daños colaterales.  Las guerras también  se inician en  la psiquis colectiva de las naciones. Se generan en el tiempo y se insertan en el subconsciente de los individuos. Un niño palestino desde sus primeros pasos entiende que existe una familia y después que hay un enemigo que destruir. Por otra parte, el ciudadano israelí vive preparado para defender su patria del enemigo  que es su vecino. La historia de la humanidad está llena de ejemplos de cómo  los pueblos ven en sus colindantes y en otros, sus potenciales enemigos, y los que ya han sufrido guerras pues esperan silenciosamente que  estas  se desencadenen.

Aquí,  en Venezuela, nuestros escenarios de confrontación  han sido limitados. Nuestros militares  se  han preparado formalmente para ellos, particularmente con Colombia o Guyana. Brasil estuvo en el radar de algunas generaciones de militares preocupados por su visión expansionista especialmente en los tiempos de la dictadura de Castelo Branco. En estos tiempos,  el escenario pareciera ser con los EEUU como futuro agresor.

Cuando llego Hugo  Chávez al poder se creó una nueva matriz sobre escenarios de  guerra, esta era la segura invasión del imperio norteamericano  a   Venezuela toda vez su eminente interés de posesionarse de nuestro petróleo y demás riquezas. Que por cierto, diligentemente había comprado a precios de mercado por más de ocho décadas. Lo cierto es que el imaginario colectivo comienza a percibir que en algún momento de la historia de este nuevo milenio la espada implacable del imperio, al igual que lo hicieron otros y en muchas latitudes, se implantaría en nuestro suelo patrio. Tanto lo hemos cantado que una buena parte de la población cree que el destino de Venezuela está signado por la fatalidad de una guerra que antes que tarde llegará y para cual hay que estar preparados. Millones de dólares se han invertido en pertrechos y  preparación. Cuando usted prepara una nación para la beligerancia es porque el espíritu de lucha está ya encendido.

Las tensiones que existen entre EEUU desde hace más de dos décadas tiene como motivación varios hitos importantes de recordar, como la negación de la ayuda de EEUU en la tragedia de Vargas, el retiro de la DEA de Venezuela, así como la participación de EEUU en los hechos del 11 de abril, sumado al agregado de retóricas e insultos provocadores contra su jerarquía política. Así se generaron las causas subyacentes, lo que se denomina la mecha larga de las tensiones que han ido creciendo por años generando el terreno fértil para una confrontación.

La diplomacia poco ha servido, la Comunidad Internacional ha sido difusa y la situación país ha  promovido una política de máxima presión y tensión sobre Venezuela. Si en un  país se habla de guerra es porque estamos en situaciones que la literatura determina como escenarios blandos para la iniciación de un conflicto.

Las sanciones económicas, por ejemplo, son una acción en esa dirección,  el control comercial de las exportaciones de hidrocarburos, las denuncias sobre el narcotráfico, las diferencias ideológicas con los clivajes democracia versus autoritarismo y socialismo versus capitalismo, el debilitamiento del líder político en Venezuela, entre otras, así como como la permanente agresión verbal, se suman a lo que podemos calificar como las causas subyacentes en este potencial conflicto ya de vieja data, aunque el hecho militar no se haya producido. Como vemos son varias las causas de este peligro y son tantos los actores que se adicionan a lo largo del tiempo que efectivamente la chispa que encendería la mecha puede estar a la vuelta de la esquina.

Las acusaciones mutuas,  los ejercicios militares de los EEUU frente a Venezuela son una provocación. El alistamiento de la población ante una supuesta amenaza y el sobrevuelo por parte de aviones  de las Fuerza Aérea Venezolana, son igualmente señales inequívocas de las  tensiones entre los dos países.

Esperamos que no se produzca una agresión que sea suficiente para una declaración de guerra.

Igualmente debemos recordar que el uso de la fuerza entre Estados está prohibido y solo se acepta ante dos excepciones: la legítima defensa o bajo autorización del Consejo de Seguridad.

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