Mauro Vieira en Itamaraty – Por Jesús Mazzei
El pasado 9 de diciembre, el Presidente electo de Brasil, Lula da Silva, escogió entre los primeros ministros que le acompañaran en el nuevo gobierno que se iniciará el 1 de enero de 2023, al nuevo Canciller Mauro Vieira, quien ya ocupó esta cartera ministerial entre 2015 y 2016, sustituyendo en el gobierno de Dilma Rousseff a Luiz Alberto Figueiredo.
Diplomático de carrera, con más de 35 años de carrera diplomática y a la edad de 71 años, llega más maduro intelectual y políticamente, con una amplia experiencia en el manejo de misiones exteriores, entre las cuales cabe mencionar, la de Embajador en Argentina (2004-2010), Estados Unidos (2010-2014), y Representante Permanente en Naciones Unidas (2016-2019), Jefe de Gabinete del Celso Amorim en su última gestión como Canciller.
En Argentina, aún recuerdan, recuerdan cómo Vieira era llamado “Mauro” por el Ex-Presidente Néstor Kirchner (2003-2007), un gesto que mostraba la cercanía que el entonces Embajador había adquirido con el entorno de los Kirchner.
Antes había sido Consejero en Paris de un Embajador de amplio prestigio y trayectoria como Marcos de Azambuja. Vieira reúne un temperamento apropiado para los tiempos que viene en materia de política exterior, un profesionalismo extraordinario a toda prueba y tiene una visión positiva de la vida según comento el Embajador Azambuja al conocer la designación del nuevo Canciller, según reseña el diario O Globo de Brasil. Además, en su curriculum está el rol de asesor internacional del entonces ex-Ministerio de Ciencia y Tecnología en el gobierno de José Sarney.
El nombramiento como nuevo Canciller de Brasil constituye un acto simbólico de redención y reconocimiento para uno de los diplomáticos que el Ex–Presidente Jair Bolsonaro se empeñó en humillar tras su llegada al poder, quien lo envió como Embajador a Croacia (2020-2022), considerada en Itamaraty una misión de segundo orden en importancia.
A la hora de ejecutar los principios históricos de la política exterior de Brasil que fueron altamente cuestionados sobre todo en la gestión de Ernesto Araújo, cabe esperar que estos serán retomados, por ello, vasta citarlos de nuevo. Efectivamente, los principios rectores que han regido históricamente la política exterior del Brasil y que son sus ejes en la formulación e implementación son los siguientes:
Pacifismo: Se fundamenta en la no-confrontación, la búsqueda de soluciones pacíficas negociadas de las controversias, la condena del uso de la fuerza para la obtención de resultados externos.
Universalismo: entendido este como el todo el acervo de contactos bilaterales que constituyen el patrimonio histórico del Brasil, su vocación universalista. También la diversidad de contactos bilaterales y multilaterales sirve para la realización de los intereses nacionales.
Juridicismo: respeto a los tratados y convenciones, entendidas como manifestaciones sacrosantas del Derecho Internacional y que son asumidas por la voluntad nacional.
Realismo, autonomía heterodoxa, pragmatismo: acciones vinculadas a los intereses nacionales. Se abandona la idea de construcción y el uso del papel de potencia del país, para ganancias internacionales, se despolitiza y desideologiza la acción internacional (cosa que en el gobierno de Bolsonaro no se hizo).
Autodeterminación y no intervención: son alimentados por el carácter pacificista de la política exterior y sobre todo por el realismo que ilumina a su ejecutoria internacional, basado en la cooperación y negociación y en el tratamiento de la diplomacia multilateral.
Temas multilaterales como la CELAC, el reimpulso de MERCOSUR, el acuerdo del MERCOSUR con la Unión Europea, el reflotamiento de la UNASUR, la participación en la OEA y ONU, el tema del ambiente y la incidencia del cambio climático, los foros de cumbres presidenciales (Brasil le corresponderá en la cumbre de G-20 del próximo año asumir la presidencia de este grupo, ya será la sede de la XIX Cumbre de este foro en el 2024), temas bilaterales como la reaproximación a EEUU después de las diferencias entre Bolsonaro y Biden, el espinoso tema de las relaciones bilaterales con Venezuela y la reapertura de Embajadas y Consulados en ambos países, las relaciones con la Argentina, recomponer las relaciones con algunos países de la Unión Europea como Francia, la lamentable situación de Haití donde Brasil ha tenido históricamente un rol importante como integrante de las fuerzas de paz y como donador con aproximadamente 40 millones de dólares a varios programas de ayuda. Ahora bien, la política exterior de este país, tiene tres indagaciones que responder en los años por venir:
En primer lugar, ¿qué es lo que Brasil desea obtener de su relación con el medio internacional en la próxima década luego del gobierno de Bolsonaro? La respuesta evidente y con un claro objetivo, es incrementar el intercambio externo de sus bienes y servicios para la realización del desarrollo, tanto en su dimensión económica como social, para lograr profundizar los derechos humanos y medio ambiente, elementos que sirvan y puedan ser complementados con acuerdos y sistemas que ayuden a las políticas internas.
En segundo lugar, ¿cómo el Brasil desea relacionarse con la Comunidad Internacional?, aquí están los principios que tradicionalmente han orientado su política exterior, tales como la no intervención, el respeto a la autodeterminación, la no injerencia en los asuntos internos y la solución pacífica de las controversias, como calibrar estos principios con una política exterior más activa.
La tercera interrogante, ¿cuál es el Mundo que ellos desean?, puede estar resumida en algunas ideas fuerzas: gobernanza, paz, desarrollo, y participación amplia y dinámica, por ello es que el Brasil de acuerdo al consenso de los especialistas, buscará vigorizar los valores de la Democracia, los Derechos Humanos y la preservación del medio ambiente, así como tener un papel importante por el envolvimiento en las misiones de paz y en el relanzamiento de la integración suramericana. Estas y otras interrogantes, la tendrá que responder la gestión del nuevo ministro Mauro Vieira, acompañado de un equipo que busque hacer control de daños respecto a los ataques al patrimonio de la política exterior brasileña durante estos años en sus temas y en el manejo de Itamaraty que fue inicialmente resuelto en la gestión de Carlos França -luego de la criticada gestión de Ernesto Araújo- durante estos últimos casi año y medio.
El equipo de transición que ha contado con contribución y el aporte de los Ex-Cancilleres Celso Amorim, Aloyso Nunes, Audo Faleiro quien fue asesor de asuntos internacionales de la Presidencia de la República, las académicas Maria Regina Soares de Lima, y Adriana Abdenur, la socióloga Maria Silvia Portela de Castro; Fatima Mello y Monica Valente, ex-secretaria de Relaciones Internacionales del PT, y el exministro da Educação Cristovam Buarque entre otros miembros del equipo que deben presentar a la brevedad, los informes finales para al llegar al gobierno y empezar a tomar decisiones tanto desde el punto de vista organizativo como desde el punto de vista político, en el área diplomática. Esperaremos pues, los primeros 100 días de la acción de gobierno, para hacer una primera evaluación.