Brasil y la ONU – Jesús E. Mazzei Alfonzo

Una de las vertientes más sólidas de la política exterior brasileña es su política multilateral, no por casualidad ella se remonta a los primeros años de la ONU, cuando el destacado diplomático brasileño Osvaldo Aranha, (Entre 1934 y 1937 fue Embajador en Estados Unidos, y desde 1937 hasta 1945, Ministro de Asuntos Exteriores de Brasil. Retornó a la escena política en 1947, como jefe de la delegación brasileña) en la recién creada Organización de Naciones Unidas (ONU).

En cualquier caso, no está claro que el hecho de que Brasil siempre sea el primer país en hablar, estimo que es un reconocimiento hacia el papel de este gran país en su aspecto diplomático aunque los expertos apuntan a motivos geoestratégicos. Y es que, Brasil, desde la Sociedad de Naciones, tuvo la aspiración de ser miembro permanente de su organismo más importante el Consejo de Seguridad. Es una forma de reconocer el peso político, demográfico y económico, de Brasil en el contexto mundial.

Este es el principal deseo de Brasil en el ámbito de la ONU, que sigue a al día de hoy, junto a Japón es el país que más veces ha ocupado un asiento no permanente en este foro, hasta ahora 11 veces, considerado el órgano decisorio más importante de las Naciones Unidas.

Temas recurrentes e históricos, que han definido la política exterior y la diplomacia de este país (los objetivos del desarrollo del milenio, democracia, cambio climático, Covid-19 y otros temas multilaterales, en los albores del siglo XXI). Por ser país fundador de la ONU, su política exterior y en particular la multilateral es una de las políticas más estudiadas en América Latina por los expertos y entendidos del tema.

En efecto, Brasil, históricamente como país multiétnico, de gran diversidad cultural e intereses globales, siempre ha buscado la interacción con diversas culturas y respeta la diversidad de ideologías y sistemas políticos, ha tenido entre otros objetivos de su política exterior; la orientación de la defensa de los valores democráticos, otro, la búsqueda de la paz entre las naciones; la igualdad jurídica y finalmente, solución pacifica de las controversias, la defensa de sus intereses económicos.

Así las cosas, con las inflexiones de énfasis desde los años 90, se observa una continuidad en el uso de la diplomacia en lo profesional como instrumento y en la alta calificación académica del Itamaraty, reforzados luego de su proceso de redemocratización. Dos indicadores en sus cursos de acción internacional, resaltan de esta la visión internacional, por un lado la consistencia y por otro lado, la coherencia de su visión internacional. Hay una perspectiva multipolar en la visión internacional, de las relaciones internacionales. El tema de reforma e inclusión de nuevos miembros del Consejo de Seguridad, ha sido política de Estado desde ese entonces.

En ese aspecto desde hace más de once años se reúne el G-4, países compuesto por Alemania, India y Japón que han venido planteando la reforma del Consejo de Seguridad, y aspirando a una silla permanente en ese organismo, por eso, antes del inicio de las sesiones de la nueva ronda de la Asamblea General, se reúnen esos cuatro países, para hacer al Consejo de Seguridad, más representativo a las nuevas realidades de las relaciones internacionales de posguerra fría, estos países representan entre otras cosas: 1/4 del PIB mundial, y la inclusión de ellos daría más efectividad al Consejo de Seguridad, una de las propuesta que maneja el grupo en su estrategia es elevar la composición del Consejo de Seguridad de 15 actualmente a 25 o 26 miembros aumentando el número de países rotativos.

En efecto, cuando el Consejo de Seguridad, fue creado en 1945, había 51 Estados-naciones, que integraban la Asamblea General y el Consejo de Seguridad tenía 11 miembros, 22% de la representación. Hoy la ONU, tiene 193 miembros y el Consejo 15, lo que no representa una proporción regular y adecuada de los Estados miembros de la ONU. El Consejo de Seguridad afronta conflictos y desafíos y temas novedosos, para resolver estos acuciantes asuntos del nuestro tiempo.

Por ello, en su visión internacional Brasil, cree en la diplomacia multilateral del diálogo y la cooperación como una opción. Veremos que dice el decisor político (Canciller o Presidente de la República) que hable en la novedosa asamblea virtual que se desarrollará por el Covid-19, si se mantiene los temas históricos y permanentes de la diplomacia multilateral brasileña, vistos los desafíos de emergencia económica, social y sanitaria, compleja multivariable que hay a nivel mundial.

En fin, se estima, que habrá una diplomacia brasileña con sentido de las proporciones, como ha sido la tendencia en los últimos 25 años (esperemos) para lograr este objetivo: la reforma del Consejo de Seguridad, es una de sus prioridades, esta vez en forma articulada y coordinada, con otros Estados miembros interesados en robustecerlo, más eficaz y representativo, el Consejo de Seguridad

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