Donald Trump y la pretensión de ser reelecto – Por Carlos Luna Ramírez
Estados Unidos ha estado en el ojo del huracán recientemente, primero porque la pandemia ha generado la peor crisis económica desde la Gran Depresión y segundo porque actualmente se reportan cerca de 3,9 millones de casos de covid-19 y más de 141,000 muertes, situándose en el décimo lugar entre los 20 países más afectados, un escenario que se produce a tan solo cuatro meses de las elecciones presidenciales, donde Donald J. Trump aspira a ser reelecto para el período 2021-2025, frente a Joe Biden, candidato demócrata.
Y en realidad, ¿quién es el contrincante de Donald Trump, Biden o la pandemia de covid-19 y sus efectos sobre la sociedad estadounidense? La respuesta parece obvia.
Revisando las estadísticas correspondientes a los sondeos de opinión extraídos de Real Clear Politics, la situación de Trump, para el 22 de julio de 2020, es sumamente crítica: según la página especializada, y a partir de los promedios de las encuestas, el candidato demócrata Joe Biden mantiene una ventaja de 8,4% sobre el inquilino actual de la Casa Blanca, donde el favor popular está en 49,2% para el postulado por el partido del asno, frente a 40,8% del líder del partido del elefante.
Para entender estos números, debemos analizar un conjunto de variables tangibles, en cuanto a percepción de la gestión de gobierno, así como el estilo del liderazgo del presidente Donald Trump, algo que puede estar influyendo en su contra.
En lo que respecta a cómo es percibida la gestión, Trump atraviesa por una etapa negativa; la ciudadanía muestra una tendencia desfavorable un con 42,2% de aceptación frente a un 55,9% de rechazo, cosa que se confirma cuando se les pregunta a las personas si consideran que el país va por buen o mal camino. En este sentido los resultados guardan proporcionalidad y la brecha de rechazo se amplía porque un 23,3% dice que EE.UU. va por “buen camino”, mientras que el 68,8% indica que las cosas van “de mal en peor”.
Esto se debe principalmente a tres acontecimientos centrales: en primer término, el incremento de casos de SARS-CoV-2 a lo largo y ancho de EE.UU. quizá debido a que la administración Trump alentó a levantar las medidas de confinamiento sin que se alcanzaran las metas de los expertos de salud pública. Esto le ha ganado serias críticas de parte de Joe Biden y sus detractores, quienes aseguran que “ha manejado mal la crisis del coronavirus y ha reaccionado tardíamente, fallándole al pueblo estadounidense”.
“La política no es obra de la fortuna, sino de la racionalidad y del interés nacional en términos de poder. Trump sabe que aún no se han realizado las convenciones nacionales ni los tan esperados debates presidenciales, por lo que es clave mejorar la percepción de los votantes”.
Esta percepción se ratifica a través de las encuestas, ya que cuando se consulta a la ciudadanía sobre el manejo de la crisis del coronavirus, el 58,6% desaprueba la gestión de Trump y el 38,9% la considera correcta. De manera que en los próximos meses serán clave el comportamiento del virus y las políticas públicas para combatirlo, ya que pareciera que el incremento de casos mantiene una relación inversamente proporcional a la intención de voto a favor de los republicanos.
Sin duda otro factor que ha jugado en contra de Trump ha sido las manifestaciones de la sociedad estadounidense tras el asesinato de George Floyd, un suceso contrario a los pilares del estadounidense promedio que aspira de sus instituciones: 1) Tradición; 2) Transparencia y 3) Estabilidad. Finalmente, pero no menos importante, es la desaceleración de la economía, de la cual el mandatario estadounidense se ufanaba de haber recuperado. Nuevamente, en las encuestas sobre la gestión de Trump en la materia un 48,4% marcó a favor frente a un 47,9% en contra, sin contar la guerra económico-comercial con China, que se intensifica.
Esto ha hecho que Donald Trump tenga que prestarle atención a sus asesores y tenga también que corregir el rumbo, abandonando su estilo personalista y populista (en términos de confrontación, división y polarización de la sociedad y hasta de altivez) teniendo que prestarle más atención a las políticas públicas y a la necesidad de establecer cooperación para la atención del coronavirus, partiendo del hecho de reconocer lo grave de la coyuntura, llamando al uso de mascarillas y al respeto e intensificación de las medidas de distanciamiento físico.
Pero esto no es casual, ya que la política no es obra de la fortuna, sino de la racionalidad y del interés nacional definido en términos de poder. Trump sabe que aún no se han realizado las convenciones nacionales, ni tampoco los tan esperados debates, tanto presidenciales como vicepresidenciales, por lo que es clave mejorar los niveles de percepción de los votantes, teniendo en cuenta que de 538 votos totales de los colegios electorales, será Presidente de Estados Unidos quien alcance 270 el 3 de noviembre próximo.
Hasta este momento, y en términos del ajedrez que representan los votos de los colegios electorales, Biden cuenta con 222 votos electorales, frente a 115 de Trump, siendo decisiva la posición que tomen los estados conocidos como “Swing States o estados oscilantes” como Wisconsin, Michigan, Ohio, Florida, Pennsylvania, Georgia, Carolina del Norte, New Hampshire, Iowa, Missouri, Arizona, Nevada, Maine, Nebraska y Texas, que equivalen a 201 votos de colegios electorales en pugna.
Otro factor equis o “cisne negro”, que también tiene que ver con la pandemia, es el rol que podría jugar una masiva votación a distancia, debido a las imposiciones de distanciamiento físico. Amanecerá y veremos; es un proceso signado por la incertidumbre, pero que sin duda, como dijo Charles De Gaulle: “En él deberíamos participar todos los habitantes del planeta”, dado que allí se define el futuro de la principal potencia mundial.