El clima no está en la cumbre
Se celebró en Nueva York a fines de septiembre una nueva cumbre del clima, bajo los auspicios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). El nuevo encuentro tuvo por objeto revisar los progresos alcanzados (o más bien no alcanzados) en el cumplimiento de las metas del Acuerdo de Paris de 2015, el cual fijó como objetivo principal que el aumento de la temperatura del planeta no exceda 1,5 grados centígrados el nivel existente antes de la industrialización en el siglo XIX, cuando Inglaterra comenzó a realizar mediciones sistemáticas de temperatura en 1850. La reunión estuvo acompañada de eventos mediáticos, como la cumbre de la juventud, para crear consciencia sobre la conservación ambiental de nuestro planeta.
La cumbre del clima fue precedida de la presentación del informe científico del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC). Algunas de sus conclusiones son alarmantes: el Ártico y el Antártico se deshielan, con consecuencias catastróficas para la vida humana, animal, marina y vegetal. Sólo el Ártico ha perdido 2,5 millones de kilómetros cuadrados de capa gélida y de continuar el mismo ritmo, se deshielará completamente en 100 años. 97% de los científicos del mundo avalan los análisis y conclusiones del IPCC.
Las dramáticas consecuencias del calentamiento global, el cambio climático y la degradación ambiental producto de la acción humana y de la emisión de gases tóxicos de efecto invernadero, principalmente el dióxido de carbono, están a la vista: aumento del nivel del mar con desaparición de ciudades costeras, temperaturas extremas, drástica volatilidad atmosférica, sequías sofocantes, reducción o desvanecimiento de cuencas hidrográficas, disipación de áreas cultivables, enfermedades, pobreza agravada, deshielo de los glaciales, muerte de especies animales y vegetales esenciales para la vida humana, ruptura irremediable de los ecosistemas, etc.
Los editoriales de la prensa mundial coinciden en señalar que la participación de los Estados al más alto nivel fue modesta (70 entre más de 190 países miembros de la ONU) y no se alcanzaron compromisos precisos en los ámbitos previstos en el Acuerdo de París. Hay líderes mundiales que cuestionan las propias conclusiones del Panel científico, no obstante que las empresas productoras de combustibles fósiles han constituido una organización mundial para adherirse a las metas de París.
El agravamiento de las tensiones geopolíticas, el calamitoso y aventurado BREXIT, las desviaciones autoritarias en democracias avanzadas y emergentes, la crisis del multilateralismo, el resurgimiento del unilateralismo, la violación del Derecho Internacional, la nueva ola ultranacionalista en diversos países, los desafíos separatistas y movimientos neonazis en los países miembros de la Unión Europea y las guerras comerciales entre grandes potencias obran en contra del clima de entendimiento que debería prevalecer en un tema transnacional de tanta trascendencia.
Hay que destacar el liderazgo de la Unión Europea y sus logros en materia de reducción de emisiones tóxicas. La nueva presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen, ha puesto el clima en el tope de su agenda y propuesto un Pacto Verde conforme al cual la Unión Europea se comprometería a eliminar los combustibles fósiles de su matriz energética para el año 2050, pasando a depender exclusivamente de energías renovables como la eólica y solar.
Hacemos votos porque la próxima reunión del Panel de la ONU sobre cambio climático (COP25), a realizarse en Chile entre el 2 y el 14 de diciembre de 2019, tenga mejores resultados.
@lxgrisanti