En Argentina los motores electorales apenas están arrancando, con miras a una de las primeras fases del cronograma electoral, establecida por la normativa, como son las PASO (primarias, abiertas, simultáneas, obligatorias), por cierto bastante polémica, y las primeras encuestas publicadas ya han encendido las alarmas, deteriorando aún más el inestable panorama económico que enfrenta el país, pues en su mayoría anuncian como posible ganadora de la contienda electoral por la presidencia de la República, prevista para el 27 de octubre del presente año, a la expresidenta y actual senadora Cristina Kirchner, quien carga con una estela de corrupción y más de diez procesos de investigación judicial abiertos, lo que para muchos, en particular para el sector financiero, representa un nuevo salto al vacío en la convulsionada historia argentina.
Todo pareciera indicar que el pueblo argentino se prepara para repetir el tradicional péndulo político democrático del voto castigo, contra el actual Presidente Mauricio Macri, ante las dificultades económicas que están enfrentando, complejas por cierto, pero en gran medida necesarias si se aspira superar el desastre heredado de la larga fase de hegemonía kirchnerista
No resulta fácil exigir consciencia histórica a un pueblo que enfrenta serias penurias. Las estadísticas indican que uno de cada cuatro argentinos se encuentra en pobreza; con una inflación que crece, a niveles irrisorios si se comparan con la realidad venezolana, empero, el progresivo incremento de los precios, incluyendo los servicios públicos, reduce la capacidad del ingreso y empobrece a la población; a lo que se debe sumar la devaluación del peso y la fuga de capitales, temas muy sensibles en el pasado reciente argentino.
El esfuerzo del Presidente Macri por organizar la economía y disciplinar la hacienda pública ha generado consecuencias, frente a un comportamiento social bastante desordenado que promovió el populismo de los Kirchner por varios años. La estrategia los sectores radicales, vinculados al kirchnerismo, contempla la manipulación de las expectativas sociales, para atacar y debilitar al gobierno, que ya enfrentó el pasado martes 30 de abril, un primer intento de huelga general de fuerte impacto en el sector del transporte.
En un país caracterizado por una tradición política compleja, donde el peronismo multifacético, ambiguo y crecientemente radical ha marcado buena parte de la historia reciente, resulta un enorme reto para el Presidente Macri superar, tanto el desastre económico heredado de los Kirchner, como tratar de superar de la escena política el anacrónico modelo peronista. El esfuerzo realizado en el primero de los objetivos lo está agotando y el peronismo renace de sus cenizas, al punto, que los peronistas no kirchneristas han iniciado el ataque político al gobierno y, con estas divisiones, se va despejando el terreno a favor de la señora Cristina.
Para un observador externo resulta poco comprensible que el pueblo argentino olvide en tan corto tiempo, el fracaso que para la economía y para el sistema político democrático representó la hegemonía de los Kirchner, con sus prácticas de polarización, exclusión y engaño sistemático; más aún, cuando en estos momentos enfrenta un nuevo y turbio espectáculo familiar, con la sorpresiva enfermedad de su hija Florencia, hospitalizada en la Cimeq en Cuba, por “estrés postraumático y obstrucción linfática”.
Cabe recordar que Florencia viaja a Cuba, por supuestas actividades cinematográficas, en momentos en que ha debido declarar ante la justicia argentina, pues los poderosos padres incluyeron a sus hijos en varias de las empresas poco transparentes que conformaron ejerciendo el poder, amasando una impresionante fortuna; en consecuencia, los hijos son investigados, entre otros, por asociación ilícita.
Adicionalmente, llama la atención que el centro de reclusión médica sea Cuba, núcleo del proyecto radical latinoamericano. Como buenos anfitriones, la dictadura cubana controla, entre otros, el proceso bolivariano venezolano, el proselitismo del Foro Social de San Pablo y la nomenclatura de las FARC. En este contexto, pareciera que el comando de operaciones de la Sra. Kirchner se aprovecha de la perversa experiencia castrista, mal augurio para el pueblo argentino, que debería ver con atención las graves consecuencias de la presencia cubana en Venezuela.
Una historia cargada de corrupción y abuso del poder y un modelo económico que destruye las oportunidades y aísla la economía argentina de la dinámica global, con sus negativas consecuencias para la generación de empleos y bienestar, no parecen suficientes para crear una clara consciencia en el pueblo argentino en relación a las negativas consecuencias del voto castigo, volver al pasado representa la peor de las opciones.
Por otra parte, es necesario reflexionar sobre los efectos sociales del programa de recuperación del Presidente Macri. Tradicionalmente se han cuestionado los programas de apertura económica por baja sensibilidad social, esta situación favoreció la demagogia populista latinoamericana, que incluyó, entre otros, la satanización del Fondo Monetario Internacional (FMI), institución a la que convenientemente ha tenido que recurrir el gobierno argentino para enfrentar el déficit de balanza de pagos, la banca privada resulta mucho más onerosa.
Pareciera que en el encomiable esfuerzo de reorganizar la economía y la sociedad argentina del Presidente Macri ha faltado un poco de sensibilidad y creatividad social y mucho de comunicación. La propuesta de un pacto para la gobernabilidad y estabilidad ha llegado un poco tarde y muy cercana a las elecciones, lo que genera desconfianza. Esperemos que el liderazgo del Presidente Macri y la consciencia del pueblo argentino permitan superar esta etapa, para ir desmontando la tradicional desconfianza que ha caracterizado la dinámica política argentina.