Los primeros pasos para la creación de un nuevo modelo de integración regional lo dieron los cancilleres de la región la semana pasada en Santiago de Chile. La propuesta tiene sentido en tanto el fracaso de UNASUR, una suerte de unidad frágil cimentada en lo ideológico y no en la homogeneización económica y la centralización comercial.

No tenía UNASUR, una propuesta inicial de Brasil durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso, los atributos necesarios para convertirse en un esquema de integración sólido al darle prioridad a los vientos de la politización en la región y usar su plataforma para la confrontación estéril con países como Estados Unidos y Canadá, por una parte; y por la otra, tratar de fortalecer la visión de una región excluyente y confrontacional con las ventajas de la globalización, en vez de concertarse en mecanismos para fortalecer la integración real por la vía del comercio, la integración económica, la libre movilidad de personas, entre otras estructuras vitales para darle sentido a una integración regional que además ofreciera beneficios tangibles para los ciudadanos de la región.

Por supuesto, la designación del último secretario de UNASUR, el ex presidente Samper, fue uno de los responsables de la debacle de la organización al no contribuir a la convergencia de las visiones variables que se manejaban entre los diferentes actores regionales.

El lanzamiento de PROSUR es una novedosa propuesta a una vieja aspiración de muchos integracionistas y académicos de la región. Su éxito dependerá de varios factores, en primer lugar, cabalgar sobre lo que hizo que fracasara UNASUR, en el sentido de blindarse para que los cambios políticos en la región que pueden eventualmente producirse no desenfoquen ni secuestren los principios rectores de su creación.

Por otra parte, la agenda propuesta entre sus objetivos es importante en tanto se concentra en el comercio, la integración económica, infraestructura, entre otras, pero excluye un tema, que en mi opinión es fundamental: el migratorio y especialmente lo que se refiere al libre tránsito de personas. El sistema de integración regional solo se alargará los pantalones cuando los gobiernos de la región abran definitivamente sus fronteras a los ciudadanos de sus países, con garantías de permanencia e incorporación a las fuentes de trabajo, sin discriminación y con homologación diáfana de los títulos profesionales. El éxito de una nueva integración se demuestra solo y cuando los habitantes de la región se perciban en este caso suramericanos y los cuellos de botella sean de una vez por todas superados.

Si algo ha demostrado la región en estos últimos años es su generosidad y su capacidad de absorción de contingentes humanos de otros países ante coyunturas complejas. En mi caso particular, como venezolano, me siento orgulloso de pertenecer a una comunidad que ha demostrado receptividad y comprensión ante la tragedia de millones de compatriotas que han buscado oportunidades en Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Argentina, entre otros países de esta Sudamérica y toda vez a causa de las dificultades que han vivido en estos los últimos años.

@bernalette1

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