En el mundo experimentamos cada día con mayor rigor que muchos de los problemas que enfrentamos son de carácter global, se expanden y se complican por todo el planeta, lo que hace mucho más difícil los esfuerzos locales como mecanismos de solución. Uno de esos problemas, que se está extendiendo por todas las latitudes, tiene que ver con el desasosiego que genera la propia dinámica global. Sus manifestaciones son diversas, el desempleo, la exclusión, la intolerancia.

Crecientes grupos humanos que se sienten excluidos y actúan emocionalmente en contra, son presa fácil de los movimientos radicales que van dominando el panorama político

Los excluidos buscan soluciones rápidas, los radicales ofrecen sueños y fantasías que mueven masas. Los discursos son nacionalistas, retomar viejas identidades, vastos territorios, una vieja prosperidad que no puede regresar en las mismas condiciones.

Otra opción que manipulan los radicales es la búsqueda del chivo expiatorio, los causantes de todos los problemas, por ejemplo los extranjeros, los migrantes, los refugiados, los vecinos, un grupo étnico, los de una determinada religión o color de piel. Identificados los supuestos culpables, el discurso manipulador promete que la solución es fácil, casi mágica; se debe eliminar la causa; impedir la entrada de los culpables, construir muros, perseguirlos y expulsarlos.

Ninguna de tales acciones irracionales soluciona el problema, solo genera mayores complicaciones; pero el discurso insiste, busca excusas, trapos rojos. En ese proceso manipulador resulta muy conveniente el control de los medios de comunicación, la eliminación de la libertad de expresión, el cerco a la educación crítica y reflexiva, la criminalización de la protesta, la persecución de la oposición. Hacer todo lo posible para que la mentira se repita insistemente y se haga verdad.

Mantener a la población sometida e ignorante; concentrada en resolver los inmensos problemas de su cotidianidad, que viva en pobreza para que necesite de la dadiva oficial y sea controlable

No hay soluciones fáciles para enfrentar los problemas de naturaleza global, como el desempleo que generan procesos productivos interconectados y altamente tecnificados. Esta dinámica no la resuelve ni un muro, ni un decreto, ni los falsos discursos buscando culpables. La globalización genera beneficios, pero puede presentar problemas, por ejemplo una dinámica de concentración y exclusión, que se debe trabajar globalmente para que las soluciones puedan resultar efectivas.

Donald Trump prometió en su discurso electoral volver al pasado. Las ciudades plenas de chimeneas, con gran producción y mucha generación de empleos. Eso no es posible, el mundo ha cambiado, pero sus promesas eran sencillas, mágicas; lo lamentable es que en su mayoría son falsas expectativas. La producción se desarrolla en cadenas globales de valor y los patrones productivos cada día más sofisticados, robotizados; lo que nos lleva a una IV Revolución Industrial.

El falso discurso niega esta realidad o promete eliminarla. También se debe manipular el tema ecológico para no cuestionar el negativo papel de las chimeneas para el cambio climático.

En Europa, los promotores del Brexit presentaban el retiro de la Unión Europea como la solución para todos los problemas, en particular para los sectores más débiles. Otro falso discurso, que ya se está enfrentando, pero los enemigos de la integración y del mundo global siguen encontrando excusas, ahora el chivo expiatorio será la Sra. Theresa May, la Primer Ministra, que califican como incapaz de negociar el mejor retiro. Para ellos el mejor retiro es conservar las utilidades, que son muchas, pero no tener ninguna obligación, como el buen aprovechador (free rider), solo ganancias, ningún compromiso. Generaron una falsa expectativa y como todo se está desmoronado, no dejan de mentir.

La integración económica no es una panacea, pero genera importantes beneficios que los ingleses no quieren perder; lo racional es trabajar comunitariamente para resolver los problemas y fortalecer el proceso. No es baladí la expresión que frente a los problemas de la integración, se requiere de mayor integración. El divorcio solo genera mayores problemas y no resuelve nada.

En nuestra región el desasosiego de la globalización ha estimulado movimientos anti sistema, sus manifestaciones más significativas el Foro de San Pablo y el movimiento bolivariano, que gracias a su extinta chequera poderosa se forjó un sitial privilegiado. El falso discurso ha satanizado la globalización; las falsas expectativas se han alimentado con nacionalismo exacerbado, proteccionismo, expropiaciones, nacionalización y todo un conjunto de acciones orientadas a destruir para controlar y perpetuarse en el poder a cualquier costo. Venezuela se presenta como el mejor ejemplo del fracaso, un país destruido, un gobierno fortalecido.

No se trata de destruir la globalización y devolvernos a la edad de piedra, se trata de innovar, estimular la creatividad. La mente humana se crece frente a los retos y nos encontramos en una fase difícil, retadora, estimulante a nivel mundial y más aún en el plano nacional. Esperemos que en el nuevo año podamos encauzar las fuerzas por el camino de la creatividad, la unidad y el cambio.

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