La cumbre del G 20 concluyó con buenos augurios, sin bien sin grandes anuncios más allá del clima de distensión y cooperación reinantes, la tregua en la guerra comercial de baja densidad entre China y Estados Unidos (hasta ahora) y la firma del USMCAN, el tratado de libre comercio entre Canadá, Estados Unidos y México que remplaza al NAFTA. La Argentina de Macri se lució e hizo olvidar el necio espectáculo belicoso en la final del River Plate y el Boca Junior.
Los mercados estaban nerviosos ante cualquier desencuentro entre los presidentes Xi y Trump (todavía lo están); pero se selló un pacto de caballeros en el que ambas superpotencias se comprometen a alcanzar un acuerdo comercial en 90 días (casi imposible), la Casa Blanca abandona la amenaza de imponer un 25% de arancel sobre US$ 200 millardos de sus importaciones desde China el 1ro. de enero y Beijing promete incrementar sus importaciones desde Estados Unidos para equilibrar la balanza comercial, holgadamente superavitaria para la segunda economía del mundo.
Sin duda, la buena cena con carne y vino Malbec argentinos facilitó la entente entre las delegaciones china y estadounidense. La economía mundial respiró tranquila (temporalmente). Una guerra comercial entre los dos gigantes sería devastadora para la salud económica y financiera del planeta. Xi hizo gala de la milenaria paciencia china y Trump parece aprender que gobernar una nación y conducir sus relaciones exteriores es algo más que un ejercicio mediático o un “reality show.”
Estados Unidos suscribió el comunicado final de la cumbre, el cual hace los tradicionales llamados al multilateralismo y al diálogo y a la cooperación internacionales (recordemos que el G 20 es un foro económico y financiero que surgió de la crisis bancaria mundial de 2008-2009). Pese a que el gobierno de Trump se retiró del Acuerdo de Paris sobre Cambio Climático (2015), el comunicado exhorta al cumplimiento de las metas de reducción de emisiones toxicas de efecto invernadero establecidas en dicho Acuerdo. Y es que el mismo gobierno estadounidense acaba de publicar un informe sobre calentamiento global que ratifica el criterio de que la acción humana degrada el ambiente y compromete la calidad de vida de las futuras generaciones.
La relevancia de los mecanismos informales de la diplomacia (al margen de los órganos multilaterales como la ONU, el FMI o la OMC) es que, si bien no tienen personalidad jurídica propia ni sus decisiones son jurídicamente vinculantes, ellos contribuyen a la formación de consensos y espacios de dialogo que pueden complementar y hasta fortalecer el multilateralismo en estos tiempos tan complejos de tendencias unilateralistas y neo-nacionalismos peligrosos. El G 20 representa el 67% de la población mundial, el 80% del comercio y el 90% del PIB global. Falta, sin embargo, una mayor representación de los países pequeños de África, Asia y Latinoamérica.
El espaldarazo implícito del G 20 a la gestión de Mauricio Macri es sin duda un hecho relevante, tanto interno como externo. Fue la primera reunión del G 20 en Latinoamérica y los argentinos sintieron que la cumbre representó el retorno de su país a la escena mundial, luego de que aquel esplendor perdido que hizo de Argentina una de las diez primeras potencias del planeta en las primeras décadas del siglo XX, fuera barrido por el populismo peronista en la segunda mitad del siglo. Ahora Macri y su movimiento político tienen el reto de recuperar la prosperidad extraviada; pero con pulcritud administrativa, equidad e inclusión social.
@lxgrisanti