Si comparamos el sistema político alemán con el resto de democracias parlamentarias predominantes en la Unión Europea, veremos que, al menos a nivel de estructura, no presenta muchas diferencias con respecto al usual esquema de este tipo de gobiernos. No obstante, cuando observamos de cerca, nos encontramos con ciertas dinámicas bastante particulares, que hasta cierto punto, lo rompen.

El contexto político

En Alemania, tenemos hoy por hoy un panorama político inusual, donde por extraño que suene el centro político no es un territorio desolado que intentan colonizar nuevos movimientos políticos como ha sucedido en España (Ciudadanos) o Francia (En Marche!); ya que este es el escenario donde los partidos tradicionales, Socialdemócratas (SPD) y Conservadores (CDU), concentran el foco de sus programas políticos junto a  la inconstante presencia de partidos considerados “llave” para las coaliciones politicas como son los Verdes (Grünen) o los Liberales (FDP), que se mueven entre el centro y los extremos.

Esta dinámica resulta ser un terreno fértil para políticos como Angela Merkel, cuya muerte política ha sido anunciada innumerables veces para luego verla resurgir con fuerza; demostrando la importancia de mantenerse en el centro, ya que ha logrado gobernar el país teutón desde el 2005 y tiene la posibilidad de convertirse en la Canciller más longeva en el cargo. No obstante, como todos los sistemas, el alemán tiene ciertas desventajas claves a la hora de mantenerse en el centro, las cuales se vuelven claras si: 1) Eres un “partido llave” o, 2) Si el clima europeo transforma las posiciones centristas en una carga política.

Partidos Llave

Los “partidos llave” dentro del sistema (caso FDP y Verdes) no pueden mantenerse dentro del centro político sin que eso afecte a sus bases, sobre todo considerando el desgaste progresivo que implica ser el socio minoritario de una coalición de gobierno.  En muchos casos, estos partidos de nivel medio tienen que abandonar el centro para apoyar medidas de naturaleza ideológica que no siempre generan beneficios prácticos para Alemania:

  • Los Verdes: Han empujado por el cierre de la energía nuclear. Propuesta que carecía en sí misma de basamentos científicos y cuyos prospectos no indican que vaya a tener un impacto positivo para Alemania; lo que no les impide seguir apelando al clamor de sus bases en este y otros temas.
  • FDP: Han asumido posiciones anti-inmigratorias no tan radicales como las de Alternativa para Alemania (AfD), pero que chocan con la tradición más liberal. Esto se debe en gran parte al cambio en la opinión pública alemana.

Tales ejemplos reflejan la tendencia de partidos pequeños a asumir posiciones más móviles según convenga para las encuestas o para satisfacer a su base de votantes, las cuales pueden dinamitar negociaciones para la formación de coaliciones como la fallida “coalición Jamaica“ (CDU, Verdes y FDP); aumentando la inestabilidad dentro del propio sistema.

El entorno europeo

Añadido a los factores antes mencionados, el centro político en Alemania puede contaminarse por efecto de la política europea, sobre todo durante las coyunturas que  se han producido en el último decenio entre las que se incluye la crisis del euro y la crisis de los refugiados. Tales eventos, fuera del control de los políticos alemanes muy a su pesar, han hecho que temas específicos de agenda pública sean difíciles de defender desde tradicionales posiciones centristas, y han obligado a los partidos grandes a rediseñar sus posturas con respecto a estos temas.

Por otro lado, hay partidos políticos que han nacido al socaire de la oleada populista que afecta la política europea o han decidido convertirse en cajas de resonancia de estas ideas, siendo ejemplos claro de esto:

  • AfD: que de ser un partido euro-escéptico, con una posición económica relativamente heterodoxa y sin trazos iniciales de política anti-inmigrante, se ha montado en el vagón de las posturas xenófobas contrarias a la acogida de refugiados; e impulsado en parte por las manifestaciones populares a nivel nacional como el caso del movimiento PEDIGA.
  • La Izquierda (Die Linke): heredero del antiguo SED -partido comunista de la antigua Alemania Oriental-, ahora busca convertirse en un partido populista izquierdista al estilo del español PODEMOS y el griego Syriza, con posiciones bastante radicales respecto a Rusia -a la cual ha mostrado su apoyo-, al Euro y otros temas. Además, al igual que su contraparte italiana Movimiento Cinco Estrellas, ha terminado asumiendo una posición bastante conservadora en lo que respecta a inmigración.

Todo esto demuestra la influencia de las tendencias políticas europeas en la política interna alemana, un factor que -al igual que en otros países- juega un papel más importante del que muchas veces se le da.

La flexibilidad y el pragmatismo de Merkel

Habiendo considerado todos estos elementos, queda claro para cualquier observador del sistema político alemán, el por qué Angela Merkel ha logrado mantener cierta supremacía sobre el resto de candidatos, pese a ser el blanco constante de críticas internas y externas, e incluso de su propio partido, como ocurrió durante su últimas discusiones con el líder de los conservadores bávaros. La clave de la incombustibilidad de Mummy Merkel se encuentra en su capacidad de triangular los principales temas que conciernen a la opinión pública y proveer una solución que satisfaga tanto al núcleo de votantes de su partido como a otros grupos.

Sin embargo, el último período de gobierno de Merkel mostró los límites de la flexibilidad ideológica y el pragmatismo, ya que los cambios en el entorno del sistema político alemán, y más específicamente su gestión de la crisis de refugiados, han afectado las preferencias electorales abriendo oportunidades de crecimiento a los extremos.

Esto último sigue la tendencia a  nivel europeo donde hay una renovada presencia de partidos populistas derechistas e identitarios, los cuales han emergido con fuerza en los sistemas democráticos europeos tras la gran recesión, la crisis del euro y la crisis de los refugiados.

El futuro

En la última campaña electoral de 2017, el candidato socialdemócrata Martin Schulz prometió no reeditar una gran coalición con Merkel (como las de 2005-2009 y 2013-2017), en la que el SPD hace de partido segundón y termina perdiendo votos. Pero ha dado la espalda a sus promesas tras el fracaso de los conservadores (CDU) de Merkel al intentar formar una coalición con liberales y verdes.

Tras casi seis meses de las elecciones y arduos procesos de negociación entre las fuerzas políticas, se ha logrado forjar una nueva Große Koalition guiada por las previsibles y estables manos de Merkel, quien tras doce años de Canciller, ha iniciado su cuarta y más que probable última legislatura. Así, la AfD con 12,6% de los votos obtenidos en la últimas elecciones pasó a ser el principal partido de la oposición, y se ha posicionado en segundo lugar en las encuestas más recientes, por encima de un SPD en medios de muchos problemas internos.

En contraste con grandes coaliciones anteriores, en esta ocasión parece haber una agenda más en disputa. Para acercar posiciones con el proyecto europeo de su homólogo francés Emmanuel Macron, Merkel ha ofrecido el poderoso Ministerio de Finanzas al SPD, que ha colocado a Olaf Scholz en el puesto. Wolfgang Schäuble, el intransigente Ministro de Finanzas entre 2009 y 2017, se mudó a la Presidencia del Parlamento alemán. Analistas críticos con el conservadurismo de Merkel ante la crisis del euro, opinan que tal vez ahora esté apostando por un mayor federalismo europeo frente a los desafíos internos y externos de la Unión Europea, sobre todo en un entorno marcado por el accionar de Trump, Putin, y en menor medida, Erdogan. Pero este nueva apuesta de Merkel por una Europa Merkron genera presión en su flanco derecho, que necesitará aplacar con resultados tangibles. Por ello, los aliados conservadores bávaros de Merkel, la CSU (Unión Social Cristiana de Baviera), que temen la pérdida de votos a favor de la AfD, lucharon duro durante las negociaciones para conseguir controlar uno de los ministerios más importantes, el del Interior, al cual también lograron cambiar de nombre a Ministerio del Interior, de la Construcción y de la Patria (Heimat), abogando por cierto endurecimiento de la política migratoria.

La palabra alemana Heimat aunque se traduce como Patria al español, pdenota mucho más que la idea de territorio nacional, sentimiento y costumbres. Adquirió una connotación negativa durante la época nazi, cuando Hitler vinculó el término con la idea de nación. Por ello, en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial, los políticos optaron por no utilizarla hasta que en 2013 empezó a hacerlo la AfD, por lo que muchos han criticado el nuevo nombre del Ministerio del Interior por considerarlo un mensaje subliminal hacia los votantes de extrema derecha. Sus defensores señalan que el término promueve la inclusión, y que conlleva las ideas de respeto, tolerancia y participación.

¿Hasta donde llevará la flexibilidad y el pragmatismo de Merkel a la CDU? ¿Estarán dispuestos los conservadores de la CDU a asumir parte de la agenda de la AfD o incluso a negociar acuerdos en el futuro? Todo dependerá de los resultados de la nueva gran coalición y del rumbo que tome el CDU post-Merkel, así como de la influencia de la dinámica europea. No obstante, en el corto y mediano plazo, la vía alemana seguirá funcionando como hasta ahora para la tranquilidad de Bruselas: lejos de los extremos.

@ViktorRonin

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *