La presión internacional contra el proceso bolivariano desde múltiples ámbitos y con diversos mecanismos se incrementa, pero el fanatismo ideológico y la arrogancia no permiten al proceso comprender la magnitud del problema en el que se encuentra, su único objetivo es perpetuarse en el poder, al costo que sea necesario y, los costos los estamos enfrentando de forma impresionante; la crisis humanitaria, la creciente diáspora de pobreza, la hiperinflación y el desabastecimiento se agudizan día a día. La comunidad internacional tiene clara la situación venezolana, lo evidenciaron la gran mayoría de Cancilleres que abordó el tema en la reciente Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) y la presión se mantiene buscando cambios, pero las opciones de solución se reducen, la negociación con resultados concretos es un camino, pero está cargado de obstáculos.
La Resolución adoptada en la OEA es contundente, rechaza los resultados del reciente fraude electoral, el gobierno pierde su legitimidad de origen, que tanto apreciaba. La resolución, como los acuerdos del Grupo de Lima, la normativa marco de la Unión Europea, la orden ejecutiva de los Estados Unidos, las decisiones del gobierno de Canadá; todos estos instrumentos dejan claro que la presión se mantiene y se incrementará. La comunidad internacional ha abogado por una negociación con resultados concretos; el proceso bolivariano se ha burlado sistemáticamente de tal posibilidad, cerrando sus opciones.
Entre los diversos obstáculos para la negociación resalta la creciente desconfianza que genera el proceso bolivariano que miente sistemáticamente, manipula los hechos, ha pateado varias mesas de negociación y ha traicionado a varios mediadores, incluyendo al Papa y al Presidente de República Dominicana. La comunidad internacional mantenía serias expectativas del esfuerzo negociador en República Dominicana, se esperaban resultados positivos y progresivos, la conformación de una hoja de ruta, con especial atención en el tema electoral, la crisis humanitaria y los presos políticos; empero, el proceso bolivariano adelantó el fraude electoral y pateó la mesa, con el rechazo unánime de la comunidad internacional
La presión se mantiene y se incrementa. La Asamblea General de la OEA, ha resultado extraordinaria, contundente e histórica. Recordemos que uno de los objetivos de la ALBA, con el proceso bolivariano y la dictadura cubana a la cabeza, era la eliminación progresiva de la OEA; empero, las paradojas de la vida nos han permitido apreciar, en corto tiempo, el desvanecimiento de la ALBA, cuya existencia giraba en torno a una chequera en franco descenso. Por el contrario, hoy nos encontramos con una OEA fortalecida, epicentro de los acontecimientos en el hemisferio.
La presión proviene de múltiples frentes. Desde el sistema de Naciones Unidas, nos encontramos, con la presión que están ejerciendo, entre otros, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Organización de los Refugiados (ACNUR) y el Examen Periódico Universal de los Derechos Humanos. Otros focos de presión son las organizaciones políticas como la democracia cristiana, la social democracia o la internacional socialista; también se pronuncian los movimientos sindicales y de libertad de expresión. La gran mayoría de la comunidad democrática del mundo está actuando y presionando, ante la progresiva destrucción de la institucionalidad democrática y la violación de los derechos humanos.
Uno de los peores escenarios que enfrenta el proceso bolivariano se encuentra en la región, donde despilfarró tantos recursos y ahora enfrenta tiempos de cambio. Irracionalmente se retiró de la Comunidad Andina, para incorporarse como miembro pleno con sus amigos políticos del Mercosur, pero este bloque decidió aplicarle su cláusula democrática y lo suspendió. Debido a los cambios políticos que estamos viviendo en la región, varios países decidieron suspenderse de la Unasur para enfrentar la hegemonía bolivariana de ese organismo y hoy se encuentra paralizado, como también es el caso de la Celac. Como se puede apreciar el proceso enfrenta un cerco en la región.
El proceso espera un mecenas salvador, que por lo visto no llega. China ha reiterado su prudencia y parece que ha paralizado el financiamiento; Rusia promueve el caos, pero su prioridades están lejos y su capacidad financiera reducida. Las otras potencias emergentes con serios problemas internos y muchas limitaciones para sostener la irracionalidad del proceso bolivariano.
El contexto es adverso y el proceso bolivariano lo menosprecia, recurriendo al ataque como su mejor defensa, con argumentos desgastados como el culto a la soberanía absoluta, pero el cerco crece. Sus gestos de aparente “buena fe”, no logran credibilidad, libera algunos presos políticos, realmente pocos, pero incrementa las detenciones y las violaciones de los derechos humanos. No olvidemos que en el marco de la presión también se encuentra la Corte Penal Internacional
El proceso bolivariano se presenta como monolítico, pero las fisuras van por dentro y el tema de la negociación genera divisiones. Los diversos escenarios de solución a la grave crisis venezolana, entre otros, el camino electoral, un gobierno de transición, un proceso de reformas profundas; todos pasan por la necesidad de la negociación previa y con resultados concretos. La camarilla en el poder debe estar evaluando sus mejores opciones. Ahora bien, también necesitamos que la oposición democrática trabaje rigurosamente el tema, no podemos desecharlo.