Nuestra América Latina sigue representando un interesante laboratorio de las nuevas tendencias sociales, políticas e incluso económicas. Ya en el pasado promovió movimientos de lucha por la independencia y la conformación de nuevas repúblicas, con el tiempo ha sido territorio fértil para la formación de las democracias; luego, ha servido de ensayo para proyectos alternativos cargados de populismo; y, más recientemente, se observan avances en la lucha contra los autoritarismos en que ha degenerado el populismo. En este contexto, el valiente pueblo de Nicaragua está luchando con fuerza por su libertad y democracia. Pero también en Ecuador y Bolivia avanzan las fuerzas del cambio tratando de superar el falso discurso y las prácticas autoritarias.
La Nicaragua de Daniel Ortega, la Bolivia de Evo Morales y el Ecuador de Rafael Correa han sido fichas importantes de la estrategia expansionista y autoritaria del eje cubano-bolivariano. La habilidosa y perversa experiencia de los Castros y la boyante chequera petrolera bolivariana, actuando coordinadamente en su expansión por la región, han utilizado diversos mecanismos de persuasión, conformando grupos de alienación y adoctrinamiento, repitiendo el anacrónico discurso contra el imperialismo y capitalismo. El despilfarro de los ingresos petroleros permitió crear redes como las “casas del alba” o el “movimiento continental bolivariano” o la “diplomacia de los pueblos” mecanismos orientados a la intromisión en los asuntos internos de otros países, y no debemos olvidar el papel del Foro de San Pablo.
Una importante estrategia basada en el engaño de ingenuos, sometidos a un discurso sincrético y manipulador que mezcla nacionalismo, indigenismo, anti colonialismo y un profundo rechazo al mercado y el comercio. Un adoctrinamiento que se niega a aceptar que China se ha convertido en potencia, desde que Deng Xiaoping comprendió que la farsa del comunismo solo generaba hambre y miseria en la población; por el contrario, el mercado, con los controles y limites necesarios, genera bienestar y crecimiento económico.
La ALBA se convirtió en el centro de la acción, con muchas declaraciones y discursos cargadas de retórica, y una acción en la práctica caracterizada por la exclusión, el amedrentamiento, la violación de los derechos humanos y la progresiva destrucción de la institucionalidad democrática. Para ilustración podemos apreciar como el tratado constitutivo de la ALBA se define como el “Tratado de los Pueblos”, pero realmente el pueblo es un comodín y se le empobrece para controlarlo con dadivas, cajas o carnets. No es el bienestar ni la prosperidad del pueblo, es su dominación. Pero vivimos tiempos de cambio y lo interesante es observar como ese pueblo sometido, se va despertando y liberando.
Una hábil táctica en la estrategia de dominación de los Castros ha sido aprovechar el sistema democrático para la toma de las instituciones y, por ese camino, con el control absoluto de las instituciones, ir desmantelando los controles y la dinámica democrática. La revolución violenta quedó en los viejos manuales, ahora se trata de controlar las instituciones electorales para perpetuarse en el poder.
Pero los pueblos reaccionan, Bolivia ha votado mayoritariamente en contra de modificar la constitución para perpetuar a Evo en el poder, en referéndum constitucional efectuado el 21 de febrero del 2016; empero, él insiste en su objetivo y todo indica que desconocerá ese resultado; en consecuencia, no sorprenderá ver al pueblo boliviano en la calle defendiendo sus derechos.En Ecuador el cambio ha iniciado con la elección como Presidente de la República de Lenin Moreno, miembro del equipo de Rafael Correa, quien ha iniciado el proceso del cambio, entre otros, con la convocatoria a un referéndum constitucional y consulta popular, el 04 de febrero del 2018, que ha ganado con un apoyo superior al 67%, lo que representa el fracaso del proyecto populista de Rafael Correa.
Por su parte, el pueblo de Nicaragua, como ha ocurrido con el pueblo de Venezuela, ha decidido luchar con todos sus medios para lograr la libertad. La experiencia venezolana indica que el camino no es fácil. Al autoritarismo no le importan los muertos, ni las sanciones internacionales, su objetivo es atornillarse al poder al costo que sea necesario. Pero en Nicaragua se aprecian algunos destellos de luz, por las diferencias que se están presentando en el bloque en el poder. Las sólidas alianzas de Ortega con los empresarios y el férreo control de las fuerzas armadas se están debilitando. En este contexto, las posibilidades del triunfo están supeditadas a la unidad de la fuerza opositora y la estrecha coordinación con el apoyo internacional.