Corría el año 1968, el cual fue rico en acontecimientos. El mundo exhalaba cambios. Para quien se sensibilizó con las canciones de Joan Manuel Serrat y se alimentó de su poesía hecha música, no deja de sorprender el efecto que tuvo su gesto de hacer lo que le decía su conciencia: Cantar en Eurovisión, pero en catalán. Fue prohibido, la canción no. La interpretó Massiel. Un mes después en Nanterre, cerca de Paris estalló el movimiento estudiantil conocido como el Mayo francés, el cual se extendió por todo el país; fundamentalmente por París. Prohibido prohibir, una de las más emblemáticas consignas de los estudiantes que pusieron en jaque a la estructura del poder francés. Ese movimiento revolucionó al país y sirvió de ejemplo para otras acciones sociales. La historia moderna de Europa se encontró con una nueva y novedosa realidad: el amor libre, la pastilla anticonceptiva, el papel de la mujer en la sociedad, la música de los Beatles, la huelga general, reevaluar a la educación, las protestas contra la guerra del Vietnam, el Hombre Unidimensional de Marcuse, todos esos elementos presagiaban cambios en la sociedad en general.
Los franceses, fieles a lo señalado por Hegel, en el sentido que ellos hacen lo que los alemanes piensan primero. Es decir, la libertad, como movimiento, era mostrada en realidad. Ya no se trataba, como decía el marxismo, de ver en la clase obrera al sujeto transformador, sino a toda una sociedad que buscaba sus mecanismos para substituir el orden que emergió en 1945. El marxismo ofrecía una posibilidad de reencontrarse con su inicial espíritu liberador que había sido encerrado, por el poder soviético, en un mausoleo de Moscú. De Gaulle era el objetivo y el sistema que él encarnaba también. Una huelga general mostró una dentadura férrea en su contra. Un frente popular para lograr lo imposible. El irrespeto y desconocimiento a unas condiciones impuestas por ese régimen y que la sociedad francesa no estaba dispuesta a tolerar ni quería participar en su diabólico juego de poder. 10 millones de franceses en huelga general durante dos semanas. Los partidos políticos, fundamentalmente, su dirigencia, la propia iglesia, los sindicatos fueron estremecidos por ese movimiento. Francia ya no sería la misma, a pesar que siempre vale una misa visitar a París. El régimen respondió, como todo poder que no busca resolver los problemas que él creó, sino que se refugió en la represión, calificó a los estudiantes rebeldes, de inadaptados o como se dice en francés: chienlit, es decir, desastre, vergüenza e incluso perrera. Definitivamente, así es que el poder reacciona; con desesperado cuando observa y comprueba que su final toca la puerta.
Las causas fueron muchas y las consecuencias pocas, pero, éstas fueron muy importante para Francia y para el mundo. Por lo menos para Venezuela lo fue; pues, paulatinamente se fue instalando en la conciencia de un grupo de militantes del partido y juventud comunista la urgencia de observar a la política en colores; anteriormente la veíamos en blanco y negro. Ello dio el resultado de abandonar el viejo nicho comunista para emprender la construcción de una fuerza política que promoviera la libertad y la democracia como norte de la acción política.
También, hay que decirlo, la política no es un ejercicio fatuo que se mide por un arranque momentáneo de búsqueda de la “dignidad”. No, se trata de comprender que la política requiere de sacrificios para que los ciudadanos encuentren, por si mismos, la posibilidad de cambiar las cosas sin necesidad de recurrir a un Mesías. Lo que importa destacar es que el mayo francés fue un movimiento de la gente; de quienes comprendieron que su sistema político se había agotado. No se trató de un grupo dirigido por un militar iluminado que llegó en una fatídica madrugada de un 4 de febrero de 1992 para acabar con la civilidad venezolana. No, el mayo francés fue un proceso en el cual la sociedad mostró sus armas: el deseo de libertad y no para entregársela a un Mesías vestido de militar y con su emblemática frase “Por ahora”.
Por el contrario esa gesta de mayo de 1968 fue similar a la toma de la Bastilla de 1789. La gente en la calle mostró su deseo democrático de cambiar las cosas. En una ocasión leímos que el escritor Jacques Attali, quien fungiera de asesor de Mitterrand destacó que 1989 se acerca a lo exigido por los estudiantes de mayo de 1968.
En este año 2018 se cumplen 50 años de ese movimiento. En Venezuela creemos que es posible llevar a cabo nuestro “mayo francés”. Es un sueño, sí, pero factible. En ese mayo se decía “Seamos realistas, pidamos lo imposible”. Hoy pensamos que estamos en la obligación de repetir esa frase y el mismo gesto. Pidamos lo imposible y no votemos para legitimar a un tirano. Formemos una mayoría para rechazar esta pesadilla, disfrazada de farsa electoral. El sistema se agotó, la revolución bolivariana fue un fracaso. Son 20 años de pesadilla. Somos prisioneros de una desgracia. El cerebro se mudó al estómago. Todos pensamos en lo primario, diría Maslow. Urge cambiar esa ecuación y votar en esta farsa de este mayo del 2018, no lo resuelve. Todo está cantado. El gobierno juega con las cartas marcadas. El poder se entroniza y no deja a la sociedad resolver, por si misma su realidad. Es una dictadura y de las más perversas de las que han existido. El venezolano fue devuelto a la realidad de las cavernas; a pelear por un pedazo de pan.
La gente debe tomar su decisión y no hacer caso de tanta palabrería hueca. Muchos lo hacen de buena fe. Les creemos. Pero, hay que decirlo: es preferible rechazar esta farsa y mostrar músculo democrático y rechazar estas elecciones, así como los franceses rechazaron las “condiciones” del sistema político y al General De Gaulle, quien por cierto reunía valencias y méritos suficientes para ser un personaje de la historia. No un “petimetre”, como estos “bolivarianos”: No obstante, la hora de su liderazgo había llegado a su fin. Él, lo comprendió y marchó a los pocos meses después, tras perder un referéndum. Confió en la voluntad de las masas y no trastocó los resultados para entronizarse en el poder como hacen otros; además, éstos no calzan la dignidad de De Gaulle.
La mesa está servida. Hay que actuar democráticamente y construir una sólida mayoría en la que ingresemos todos: oposición, bien sean de la MUD o no, chavistas disidentes, militares, obreros, estudiantes (siempre mostrando vigor juvenil) mujeres, policías, empresarios y todo aquel que rechace esta desgracia que padecemos los venezolanos. El mundo nos observa y muestra solidaridad. Urge hacer algo para evitar que nosotros suframos, como Checoeslovaquia, la cual meses después, de ese emblemático como primaveral mayo francés, fue “visitada” por los tanques soviéticos; los cuales vinieron a poner orden en su también “Primavera”; en nuestro caso para que no vengan de ninguna parte, vehículos blindados a recomponer y a su gusto, este desorden que se instauró hace 20 años con la Revolución Bolivariana y continuada por unos individuos que no saben “manejar” las realidades, a pesar que su jefe máximo es chofer de oficio, por lo menos eso es lo que se dice.
@eloicito