Hablar de los hechos acaecidos en Nicaragua, más que un ejercicio simple de relato noticioso, requiere una reflexión profunda, sesuda y sobre todo viendo el gran tablero de la Política Internacional Americana de al menos las dos últimas décadas. Acá confluyen temas de Política Exterior, de Política Internacional y de Teoría Política Contemporánea que son necesarios para comprender la magnitud de lo allí ocurrido.
Detrás de las protestas desarrolladas a partir del día 18 de abril de 2018, donde los estudiantes y el pueblo nicaragüense salieron a las calles a protestar en defensa de sus derechos a la Protección y Seguridad Social ante la decisión del régimen de Daniel Ortega de poner en vigencia el decreto presidencial 3-2018 publicado en Diario Oficial que aumenta la cuota que aportan los trabajadores de un 6,25% a un 7%, y obliga a los jubilados a pagar un 5% de sus pensiones para servicios de salud, reduce de un 80% a un 70% la pensión que se entrega a los jubilados basados en su último salario cotizado e incrementa de un 19% a un 22% el aporte de los empresarios al seguro social, hay una crisis de un modelo, de un proyecto de “Política de Proyección” que hunde sus raíces en la Política Exterior del régimen Cubano de Fidel Castro, promocionado por la plataforma llamada “Foro de Sao Paulo” y que fue proyectado por la Venezuela de Hugo Chávez a través del rentismo petrolero bajo la denominación de “Socialismo del Siglo XXI”.
La pregunta para un lector que se inicia en el conocimiento de la Política Internacional Americana, sería ¿Por qué? La respuesta comienza en que la Política Exterior Revolucionaria Cubana en el siglo XX, podemos dividirla en dos grandes fases: La primera es la que va desde 1959, momento de inicio de la Revolución Cubana hasta 1967, que podría denominarse la etapa de “Expansión violenta de la Revolución Comunista” (todo ello bajo la idea de la Exportación de la Guerra de Guerrillas, liderada por Ernesto “Ché” Guevara que veía la Cordillera de los Andes como una nueva Sierra Maestra y, una segunda etapa, desde el año 1967 hasta 1999 que viene a ser “la de la Proyección Blanda” de la Revolución por medios Políticos-Diplomáticos, donde vemos como Cuba será el gran centro de formación ideológica de la vanguardia, cuyos cuadros serían colocados en instituciones clave de los países a partir de lo cual se jugará a la “Oposición Desleal” –en términos de Juan Linz-, hasta tomar el Poder.
Dentro de esta “Proyección Blanda”, también podemos ubicar la creación y utilización como Think Tank promotor de las Ideas Socialistas a “El Foro de Sao Paulo” que nació:
“(…) como foro de partidos y grupos de izquierda latinoamericanos, fundado por el Partido de los Trabajadores de Brasil en São Paulo en 1990, para reunir esfuerzos de los partidos y movimientos de izquierda, para debatir sobre el escenario internacional después de la caída del Muro de Berlín y las consecuencias del neoliberalismo en los países de Latinoamérica y el Caribe” (…)
Así desde que ocurrieron la caída del Muro de Berlín (1989) y la Disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS – 1991), comienza lo que hemos dado por llamar en nuestro trabajo académico como “La fase optimista de la Globalización” en línea con el falso supuesto vendido por Francis Fukuyama, de que con la desaparición del Comunismo Soviético, habíamos llegado al “Fin de la Historia”[1], y con ello la victoria de las reglas de la Democracia promovidas en “La Poliarquía” de Robert Dahl, a saber:
- Llegada al poder por voto universal, directo y secreto.
- Imperio de los Derechos Humanos y gobierno con sujeción al Estado de Derecho, la Constitución y las Leyes.
- Control, equilibrio y autonomía de los Poderes Públicos bajo el principio del “Check and Balance”
- La única forma de llegar al poder en Democracia es a través de elecciones competitivas en equidad de condiciones, resultando ganador aquel que obtenga la mayoría, no obstante se mantendrá el respeto de ésta por las minorías.
- Respeto a la Libertad de Expresión, Información y Pensamiento.
- Respeto a la Libertad de Asociación, al Libre Mercado y al Libre Comercio.
Estas reglas, que fueron aceptadas y puestas en marcha en la mayoría del mundo occidental, no estuvieron exentas de marchas, contramarchas y conflictos, pero es en el Continente Americano donde entran en crisis gracias a la variable social, dado que se ponen en marcha planes de recuperación y desarrollismo económico de carácter “Neoliberal”, que propugnaban una restringida participación del Estado en la economía, disciplina fiscal y monetaria y además, procesos de privatización en las compañías que más que un beneficio, resultaran en un costo y un gasto a los Estados; así como políticas de productividad y promoción a la competitividad de la industria nacional.
Estas políticas, que a mediano y largo plazo podían generar crecimiento económico sostenido a nuestras economías, significaban también el padecimiento de un elevado costo social para nuestras sociedades –sobre todo para aquellos estratos más humildes- cosa que hacía que la brecha entre ricos y pobres se hiciera más y más grande. De esta manera, los latinoamericanos promedio no veían a la Democracia como generadora de Progreso y Bienestar, sino más bien como una forma de enriquecimiento de los gobernantes por vía de la corrupción y del empobrecimiento de los mas necesitados, al tiempo que estos últimos se veían menos representados por partidos y liderazgos cada vez más “Desconectados” de la realidad y de los dolores de las grandes mayorías.
Así, y gracias a un discurso tipo “Robin Hood”, cargado de nacionalismos, de Populismo y centrado en el personalismo des-institucionalizador, Cuba, de la mano del “Foro de Sao Paulo”, a través de una solidaridad de los pueblos, comienza su acción de “Diplomacia de Proyección”, a través de una sistemática “Oposición Desleal”, para llevar al poder cuadros de izquierda “Anti sistema” al poder –aprovechándose del mismo sistema, al acceder a las presidencias por voto universal, directo y secreto, cosa que les dará “Legitimidad de Origen”, pero que, en medio del ejercicio de sus funciones, adoptan conductas contrarias a las reglas de la Democracia, cosa que los convierte en “Autoritarismos Competitivos con estándares cada vez más bajos de Legitimidad de Ejercicio”– .
Tales son los casos de Hugo Chávez Frías en Venezuela, de Evo Morales en Bolivia, de Néstor y Cristina Kirchner en Argentina, Lula Da Silva y Dilma Rousseff en Brasil, Rafael Correa en Ecuador, Daniel Ortega en Nicaragua. Ellos, a partir de un discurso fundado en la distribución más equitativa del ingreso y de combate frontal a la Pobreza, al tiempo que culpabilizaban y criminalizaban a la clase política anterior a ellos, y apoyados en cuestiones como el rentismo petrolero venezolano y su capacidad de gasto, apalancaron el proceso del “Giro hacia la izquierda en América Latina”, acompañado de una desatención hacia la región de parte de los Estados Unidos, más ocupada de su Guerra contra el Terrorismo Islámico y demás amenazas globales.
Así, se comienza un proceso de “Desmonte y Transformación Institucional Progresivo”, desde el Capitalismo Liberal hacia el Socialismo, donde, se dan diversos grados de penetración, de acuerdo a la solidez o debilidad institucional de cada país, que hacía más posible o no, que el Poder Ejecutivo pudiera ir dominando hasta copar el resto de los poderes del Estado en las llamadas “Cuatro Arenas de enfrentamiento de las Autocracias”, a saber: 1) La Arena Electoral, 2) La Arena Legislativa, 3) La Arena Judicial y 4) La Arena de los Medios de Comunicación.
Estas “Arenas” de las Autocracias Competitivas, además de Venezuela, tuvieron su mayor nivel de control en Nicaragua a partir de 2016, donde Daniel Ortega elimina a los partidos de tendencia contraria a la suya del Parlamento, a los fines de que legisle a su favor, construye su propia oposición para promover una “Ficción de Democracia competitiva”, donde queda electo como presidente y su esposa como Vicepresidente y saca del aire canales de televisión en medio de las protestas acaecidas desde la semana pasada, a los fines de que el pueblo no conozca los sucesos reales que acontecen en la sociedad, al tiempo que grupos irregulares armados combaten a su favor, dando como resultado 47 fallecidos y más de 300 heridos.
Daniel Ortega regresó al poder en 2007 en medio de la ola de gobiernos de izquierda, utilizando los mecanismos de la Democracia Representativa, para asumir una conducta de Autócrata por vía del ejercicio. De esta manera, los autócratas contemporáneos comienzan vendiendo una utopía, una esperanza de progreso y de bienestar para las grandes mayorías en función de conquistar el poder con legitimidad de Origen, que, con el paso del tiempo se va perdiendo, cosa que puede ser más o menos lenta siempre y cuando haya disponibilidad de recursos para llevar adelante grandes estrategias de gasto público en dadivas y demás planes de ayuda; y que al terminarse, hacen que para que el régimen pueda perpetuarse, tenga que hacer uso de la violencia, del chantaje y la ruptura de los acuerdos y del tejido social en particular para ellos prevalecer.
La pérdida de confianza y la fe de las grandes mayorías genera insatisfacción, primero individual y luego colectiva, y con ello se van formando movimientos sociales que procuran un cambio de estructura, ingobernabilidad y tensión social, que es una bomba de tiempo que puede tener como detonante cualquier hecho puntual, como es en el caso de Nicaragua, el decreto presidencial 3-2018 de cambio del régimen de Seguridad Social.
Los gobiernos autocráticos de la América Latina actual parecieran estar borrachos de soberbia, de la soberbia de creerse todopoderosos, y han olvidado lo mas importante: Todo gobierno llega al poder por la gente y se debe a la gente. No obstante, luego luchan por el poder mismo, no generan confianza y avasallan a todo aquel que piensa distinto a ellos, mostrando una conducta como la que describió Sun-Tzu en su famosa obra “El Arte de la Guerra”, respecto a que cuando se muestran más fuertes, es que en realidad están sumamente débiles y temerosos de una fractura en su estructura de poder, no por el influjo de una sola persona, sino de cientos, o miles que se han decidido a ser libres.
Si bien no sabemos como vaya a terminar este asunto en Nicaragua, cosa que depende de los ciudadanos de ese país centroamericano, lo que nos deja como enseñanza esta coyuntura, así como la venezolana y el resto de sociedades donde el péndulo político ha girado hacia tendencias mas liberales, es que pareciera que el latinoamericano de hoy se encuentra intoxicado por la fórmula macabra de liderazgos personalistas con una retórica de izquierda –buenos para la crítica, para la confrontación de ideas, para la oposición política y para la venta de esperanzas utópicas, pero malos para gobernar-, para generar políticas estructurales a largo plazo que le procuren al ciudadanos estándares elevados de desarrollo y bienestar, traducidos en paz, bienestar y progreso.
Ese es el resultado del fracaso del Foro de Sao Paulo y de la izquierda latinoamericana. El haber olvidado que el objeto de la política y el buen gobierno es liberar a los seres humanos de la opresión, la ignorancia, la miseria y la muerte.
@carlosjrlunar
[1] En palabras de Francis Fukuyama, el “Fin de la Historia” es el equivalente a la victoria del modelo Capitalista Liberal, a partir de lo cual la humanidad entraría en una fase de paz y armonía de intereses, abrazando conceptos como el Libre Mercado, el Libre Comercio, el Imperio de los Derechos Humanos a escala Global y la extensión de la Democracia Representativa Liberal.