América Latina ha logrado algunos interesantes avances en diversas áreas como la política, lo institucional, lo económico y social; empero, el panorama no se presenta tan sólido y las amenazas de inestabilidad surgen fácilmente. Un avance que muchos destacan tiene que ver con la erradicación de las dictaduras militares, con la excepción del comunismo cubano, pero el autoritarismo, con marcada presencia militar, está creciendo, utilizando las debilidades de la democracia para socavarla progresivamente, lo que se aprecia claramente en Venezuela, Nicaragua y Bolivia.
La democracia se ha extendido por casi toda la región, pero aún es frágil y está enfrentando serios desafíos, algunos de ellos de naturaleza global y de repercusiones transnacionales, tales como: la corrupción, la antipolítica, el radicalismo populista y los ilícitos. La corrupción es un flagelo de larga historia y recientemente ha encontrado en la región un gran promotor, la empresa brasileña Odebrecht, que pareciera haber manejado una perversa estrategia contra las democracias. Lo positivo en este drama tiene que ver con la autonomía y capacidad del poder judicial en varios países, particularmente en el propio Brasil, donde la lista de detenidos es alta y el proceso judicial contra el Ex-Presidente Lula Da Silva avanza.
El caso que está enfrentando Perú podría ser otra manifestación de fortaleza y autonomía de los poderes públicos, de hecho, todos los ex-presidentes vivos están sometidos a investigación judicial y, algunos, están detenidos; empero, también es cierto que la actual crisis, con la renuncia del Presidente Pedro Pablo Kuczynski (PPK), producto en parte de los manejos ilegales de Odebrecht, pero también de las intrigas y guerras por el poder en el clan de los Fujimori, torna vulnerable al sistema político peruano y le va restando confianza, situación que puede afectar el sólido crecimiento económico. Esperemos que el nuevo Presidente, el Ing. Martin Vizcarra, mantenga la agenda internacional, en particular el activo apoyo al Grupo de Lima.
Conviene destacar que los montos de dinero que se mencionan en el caso de PPK, parecen irrisorios (lo que no le exime de culpa) si se compara con la colosal corrupción de los gobiernos autoritarios, pero éstos se han blindado, controlando el poder judicial, con jueces sumisos a las órdenes del poder ejecutivo y cualquier osadía de autonomía se puede pagar con prisión.
Otra amenaza preocupante para la estabilidad política de la región tiene que ver con la antipolítica y el radicalismo populista. Los falsos discursos nacionalistas y rupturistas que crean grandes expectativas, cultivan sentimientos de violencia, patriotismo e incluso xenofobia con el objeto de movilizar la población al voto, con promesas irreales. El objetivo es lograr el poder y luego mantenerlo a cualquier costo, iniciando un proceso de autoritarismo que destruye derechos humanos e institucionalidad democrática. El caso venezolano es determinante, pero también avanzan en esa línea Nicaragua y Bolivia.
Para enfrentar estos procesos autoritarios la región cuenta con instrumentos jurídicos que están demostrando sus debilidades. Por una parte, todo el sistema normativo de defensa de los derechos humanos y, por otra, las clausulas democráticas. Pero la capacidad de acción de tales instrumentos es limitada y la región aún se presenta ambigua o reticente para aplicar acciones más duras contra los gobiernos que avanzan por sendas autoritarias.
Si bien el Grupo de Lima es un importante avance en coordinación y coherencia frente al autoritarismo, los países no logran adoptar medidas más contundentes. Clara evidencia de las ambigüedades es el hecho que Uruguay no forme parte de este Grupo, pareciera que la izquierda del Frente Amplio uruguayo no logra entender el proceso autoritario militarista, que con un falso discurso populista impera en Venezuela.
En Mercosur también encontramos las contradicciones y ambigüedades para enfrentar de manera firme y decidida el autoritarismo. Consciente de la tendencia autoritaria que caracterizaba al proceso bolivariano, lo incorporaron como miembro pleno de forma arbitraria; lo que parecía un acto de mera ideología o interés crematístico. Luego, optaron por el silencio y la complacencia, cuando los hechos se tornaron dramáticos, iniciaron algunas acciones timoratas y. cuando la situación ya resultaba grave, como fue la aprobación de la ilegal asamblea constituyente venezolana, al fin optaron por el camino jurídico que correspondía, la aplicación de la Carta Democrática, y sólo se han limitado a la suspensión política del proceso bolivariano, sin llegar a considerar las diversidad de medidas que contempla ese instrumento.
Por otra parte, también se debe estar vigilantes frente a los falsos discursos populista que están avanzando en varios países de la región, como: en México con el partido Morena; en Colombia con una diversidad de grupos de izquierda, que incluye el radicalismo de las Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC); en Brasil, donde no obstante la negativa experiencia de gobierno el Partido de los Trabajadores aún goza de popularidad y exacerba su falso discurso nacionalista.