Mucho se ha escrito en estos días para rememorar a Pompeyo Márquez, quien impactó a diferentes generaciones con múltiples testimonios de actividad política y humana. Pero en mi caso, quisiera referirme –entre tantos otros temas- a su inmenso aporte en el campo internacional

Debo recordar -en momentos de pesar y luto-  a dos personalidades multifacéticas que influyeron en mi formación diplomática: Arístides Calvani, quien en enero cumplirá cien años de su nacimiento; y Pompeyo Márquez, quien cumpliría cien años en poco  tiempo, si su cuerpo lo hubiera permitido. ¿Qué identifica a estos dos Estadistas de orígenes ideológicos, políticos e institucionales tan opuestos? Para mí, no hay duda de que se trata de la autenticidad, unida al compromiso de ambos como luchadores con humildad, profundidad y amor por Venezuela.

Tuve la suerte y el privilegio de acompañar a Pompeyo durante cuatro décadas, en las que me prodigó con el afecto de un Maestro y una paternal orientación. Como Vicepresidente del Senado, siempre admiré el respeto que le tenían personalidades que escuchaban sus consejos, desde sus amigos Fernando Henrique Cardoso, o Belisario Betancur, hasta ciudadanos sencillos, garimpeiros, indígenas y jóvenes, que no escondían su admiración por este insigne venezolano. Se sumaban revolucionarios de Centroamérica y del Caribe que encontraban al hombre de compromiso dispuesto a identificar los principios y valores  por  alcanzar un cambio pacífico pero firme y en pluralismo. Sin abandonar su visión de izquierda, no le tembló el pulso para condenar los excesos de la URSS, o de la Revolución Cultural China, o la exportación armada de Fidel. Como Editor de la Revista Punto, los análisis brillantes de la realidad internacional nunca faltaron; en los cursos de la Academia Gual y España, o en sus reuniones, formó generaciones enteras, en las que el tema internacional estaba presente. Su visión integradora invitaba a compartir su sueño de futuro.

¡Cuánta admiración recogió Pompeyo como forjador del Parlamento Andino! Su  propuesta de integración física fronteriza uniendo Cúcuta a San Cristóbal fue un modelo que inspiró al PNUD en otras regiones; o  al asumir la posición venezolana como integrante de la Comisión de Fronteras con Reinaldo Leandro Mora e Hilarión Cardozo, fue respetado por la contraparte colombiana. Lo mismo hizo como Ministro de Fronteras del gobierno de Rafael Caldera, que durante cinco años forjó una dinámica integradora con los Jefes de Estado vecinos, recorriendo una y  otra vez el estado Roraima o Santander Norte, como proyección de nuestro territorio, para defender la interconexión vial entre Manaos y Santa Elena, o propiciar la interconexión eléctrica a través del Guri; o la creación de una ciudad fronteriza como Ciudad Sucre. No abandonó la dimensión de nuestra frontera del Norte, al transformar el mapa de Venezuela. Pompeyo decía:  “Venezuela no limita al Norte con el Mar de las Antillas, sino que limita con Curacao, Trinidad, San Cristóbal y Nevis, Puerto Rico, Republica Dominicana, etc”. Hoy la Primavera Venezolana con sus jóvenes valientes –siguen su llamado, tal como cantaron los amigos en su ultimo adiós: “¿Quiénes somos? Venezuela; ¿Qué queremos? Libertad”. Gracias Pompeyo por tu lucida orientación, que sigue vigente.

@milosalcalay

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