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Desde el día 23 de abril es declarado oficialmente por PETROTRIN la descarga de petróleo de uno de los tanques de la Refinería Pointe-a-Pierre, que no tardó en reconocer  a las 24 horas  como un derrame que salió del canal de seguridad que se establece para dichos tanques. Esta Refinería se encuentra al suroeste de la isla de Trinidad. Dada la cercanía de frontera marítima con Venezuela, el movimiento histórico de los vientos y del mar en esa zona compartida que a  los pocos días se tuviera noticias de los efectos en las riberas del “otro lado de la frontera marítima”: Golfo de Paria, Delta del Orinoco e Isla de Margarita, entre otras.

A una semana del incidente, el Reporte de Prensa (28.05.2017)  tiene mayor sustancia y revela lo delicado de la situación. Si bien en algunas de las notas de prensa previas  se habla de derrame y en otras se califica de incidente o perturbación, la descripción de afectaciones del Río Guaracara, comunidades aledañas, aves y otras especies silvestres revela la gravedad del impacto en la fauna, poblaciones y ecosistema de la costa suroeste de Trinidad,  pero también pone en entredicho la efectividad de los mecanismos de prevención y riesgo de la Refinería.

El día 30 de abril, una nota de prensa de PETROTRIN  informa oficialmente de la comunicación con las  autoridades correspondientes en Venezuela:

“… una de esas zonas de hidrocarburos que estaba cerca de la frontera ha entrado desde entonces en aguas venezolanas. Nuestro Ministerio de Energía ha notificado a las autoridades competentes y se ha hecho una solicitud de asistencia de conformidad con el acuerdo bilateral de derrames de petróleo entre los dos países. Se espera que la contraparte venezolana de PETROTRIN, Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA), trate con el material derramado al otro lado de la frontera” (Petrotrin.com, 30.05.2017).

Si tomamos en cuenta los notas de prensa de PDVSA  en las cuentas de redes sociales como la voz de la posición y acciones oficiales, observamos que desde el 28 de abril se habla de seguimiento de la situación -inferimos se tuvo información preventiva del vecino país-  y desde el 13 de mayo de la intensificación de un Plan de Contingencia, pero no hay detalles de las poblaciones que están siendo atendidas, más allá de indicar el “sobrevuelo de las zonas afectadas (¿?)” y de los videos donde se dan imágenes del traslado de materiales y personal que participa en el Plan de Contingencia. Hay coherencia en señalar que el derrame fue ocasionado por la empresa petrolero trinitobaguense PETROTRIN y que viene desde la Refinería Point-a-Pierre, pero no queda tan claro en las mismas notas de prensa publicadas en las redes sociales de PDVSA si se trata de la activación o del reforzamiento  de un Plan Nacional o Regional, y cuál es la fecha de inicio del mismo.

Si bien hacemos un llamado de atención sobre la efectividad con la que pudo haber sido atendida la situación generada por la empresa PETROTRIN a través de la Refinería Pointe-a-Pierre en las costas ribereñas e insulares de la zona nororiental de Venezuela, también  es pertinente señalar el conocido el estilo de las petroleras, en general, de enmascarar el impacto ambiental y socioeconómico, entre otros, de los derrames petroleros. En el caso de Trinidad y Tobago, las notas de prensa gubernamental destacaban la rapidez del mecanismo de coordinación entre los entes gubernamentales para atender un desastre ecológico/ambiental  que tomará su tiempo en retornar a niveles aceptables. En el caso venezolano,  la historia reciente también nos muestra como se han minimizado con las mismas técnicas comunicacionales, aderezadas con la variable ideológica, los reclamos de organizaciones comunitarias y ambientalistas  sobre el impacto de los derrames ocurridos en la zona oriental de nuestro país. El caso más emblemático: el derrame del Complejo de Jusepín (PDVSA) sobre el Río Guarapiche (Estado Anzoátegui)  en el año 2012, del cual para la fecha se desconoce informe oficial con recomendaciones a las denuncias que aún hacen comunidades cercanas y extendidas como las misma población de Güiria, hoy afectada por el derrame desde Trinidad.

A este incidente del derrame petrolero desde la Refinería Point-aPierre y llamado de cooperación técnica-funcional de dos empresas petroleras  PETROTRIN y PDVSA, se añaden variables diplomáticas y geopolíticas con los países del Caribe-CARICOM, ya que la relación bilateral con estos países es atendida por el cuestionado gobierno de Venezuela en un  contexto crítico de “alianzas” para retrasar el  tratamiento de la crisis venezolana en los organismos multilaterales de la región, específicamente en la Organización de Estados Americanos (OEA).

Vale la pena señalar que hace apenas un año (23 de mayo de 2016), Nicolás Maduro en una de sus tantas salidas no anunciadas formalmente, hizo una corta gira caribeña que incluyó una jornada de 24 horas en Trinidad y Tobago; encuentros con Antony Carmona y Keith Rowley (Presidente y Primer Ministro respectivamente), sesiones técnicas ministeriales y la suscripción de una serie de acuerdos bilaterales. Según la nota oficial del MINCI involucraban las áreas estratégicas de energía, comercio y seguridad, además de crear un Fondo de inversión inicial de 50 millones de dólares  “para dinamizar el intercambio comercial  sobre todo en la zona oriental venezolana”. Quedó el compromiso de la agenda operativa de seguridad bilateral que fue suscrita el 30 de mayo, con la visita de una delegación trinitobaguense a Caracas. Tal parece que a los problemas de la migración, contrabando de extracción  y el narcotráfico, a esta agenda bilateral le urge incorporar la prevención y el riesgo en materia de hidrocarburos. La región Caribe, en esta zona suroriental, es muy apetecida por las empresas petroleras transnacionales y cada uno de los gobiernos hacen apuestas significativas como fuente de proyectos de inversión extranjeras y de seguridad estratégica, tal y como queda reflejada en los planes y proyectos no sólo de Venezuela sino también de Trinidad y Tobago y de otro país vecino como Guyana.

@mirnayonis

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