14 de marzo de 2017. El Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Sr. Almagro, puso sobre el tablero diplomático del Hemisferio Americano su informe actualizado sobre la situación en Venezuela. Se le acabó la paciencia y dejó los matices. Si alguien se imaginaba que el llamado al “diálogo” formulado por el Consejo Permanente de la Organización hace ya casi un año, con el cual se canalizaron entonces las señales de alarma reportadas por Almagro en su primer informe, iba a permitir luz en el horizonte, se equivocaba. Don Luis es serio en el descargo de sus responsabilidades. Página tras página desnuda sin eufemismos la tragedia del pueblo venezolano, víctima de su propio gobierno en el altar propiciatorio de la ambición de poder de una minoría y de la salvaguarda de un comunismo populista caribeño tan difunto como fracasado.

El objeto y sujeto del informe Almagro es el pueblo, el indefenso pueblo venezolano, que ve día tras día cómo sus derechos y su destino se achican, difuminan y desaparecen. El tiempo, que tanto ha jugado en favor de la ambición totalitaria del así llamado “chavismo”, y que en última instancia es lo que más valora éste, es un regalo que no se le puede seguir otorgando sin, al menos, denunciarlo en toda su hipócrita perversidad. Aquí no hay “revolución”; lo que hay es el Ogro Totalitario, disfrazado carnavalescamente de rojo y oliva, con un no tan nuevo discurso, obsceno en su esencia, una vez más queriendo campear en América.

La vida democrática, como las libertades y las instituciones destinadas a salvaguardarlas, han muerto en Venezuela. Lo que queda es un cascarón de apariencias, cada día más diáfanas. Si el pueblo es el objeto y sujeto de la democracia, pues sólo apelando a su dictamen se podrá superar el impasse y corregir el rumbo de un país que cada día bordea de más cerca la condición de Estado fallido. Pasado ya un año de farsa y disimulo, Almagro no ve razón alguna para  dar más de treinta días perentorios al “Presidente obrero” para que se someta al juicio de la ciudadanía en elecciones libres.

La decisión es, sin embargo, de los Estados Miembros de la OEA como suscriptores de la Carta Democrática Interamericana. ¿Se atreverán a sentar el precedente de honestidad política que el caso Venezuela reclama avalando la recomendación del Secretario General Almagro? O, ¿preferirán que Venezuela continúe agonizando mientras voltean el rostro creyendo que esta tragedia no es asunto suyo? Mucho ha cambiado en un año. ¿Habrá sido lo suficiente para entender que el callejón sin salida en que vive Venezuela y la inestabilidad asociada a la situación política, económica, social y humanitaria, requiere urgentes medidas de prevención? La primera necesidad es reconocer que el problema existe, que no puede ser simplemente delegado ni, mucho menos, pospuesto. La segunda es poner el dedo en la llaga, y eso ya lo hizo el Informe Almagro. La tercera es cauterizar la herida.

@cbivero

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