El nuevo Secretario General de la ONU, don António Guterres, lusitano, puso a Venezuela en aviso. O el “Diferendo” con Guyana sobre el Territorio Esequibo se encamina, con el concurso de su nuevo representante, Sr. Nylander, noruego,  a un arreglo por las buenas antes de expirar este Año del Señor de 2017 o enviará el caso a la Corte Internacional de Justicia, no aceptando dimes o diretes a menos que sean compartidos por las partes.

Nylander, hombre de bien sin duda, y veterano de lides imposibles, rodeado de incienso laudatorio por el recientemente suscrito Acuerdo de Paz en Colombia, en el cual actuó como mediador, no las tiene nada fácil. Allá en la confluencia de los tres grandes ríos guayaneses -Esequibo, Cuyuní y Mazaruni- en Georgetown, así como en las más modestas riberas del Guaire, en Caracas, reinan los uniformes patrioteros y mentalidades asociadas. Pero en el piso 38 de la torre de vidrio que domina el algo más imponente East River, el mantra es  “prevenir” conflictos, y ello aunque la doctrina sea un tanto improvisada y voluntarista. No importa que un “conflicto” no sea “conflicto”, como en términos clásicos, hasta que los sables no sean quienes debaten razones. Lo que importa es que el Sr. Guterres tenga algo nuevo que aportar a la doctrina y praxis de una organización que no por ser criticada deja de saber lo que hace, entendiéndose, como punto de partida, que sabe bien lo que no puede hacer (no porque no pueda, sino porque no la dejan). El Sr. Guterres, a pesar de sus juramentos, ya está entendiendo, poco a poco, hasta dónde le llega el mandado, o la cabuya, para hablar en criollo. No es por nada que en la ONU los que ponen los dineros y los muertos tienen algunos privilegios. A éstos, les encanta decidir, donde nadie los vea, oiga o pregunte necedades. La ONU es apenas un escenario y el Señor Secretario su más amado títere. Y después de su antecesor, Sr. Ban Ki Moon, las malas costumbres son difíciles de alterar. Lo malo es que, cortesía al fin, habrá que darle algo que masticar al Señor Secretario, y ese algo, pareciera poder ser el “Diferendo de soberanía sobre el territorio Esequibo”, que tantas rabias le causan al Excmo. Sr. General Granger allá en las bajas marismas guyanesas, permitiéndole que dore su escudo enterrando el mentado Diferendo en el limbo de los justos, con el Sr. Nylander de sepulturero.

Esperemos que no sea el caso y que justicia, así sea más práctica que legal, se haga, apreciando en su justa dimensión la aberración de un tribunal arbitral anglo- estadounidense bajo presidencia rusa debatiendo los títulos de soberanía de la República de Venezuela, heredera de aquéllos de la Corona de Castilla, que bien los supo defender durante tres centurias. Si la siempre ilustre y nunca tan patriota Casa Amarilla, mandada desde la casa de Misia Jacinta, no lograse pronto entender que lanzar al ciberespacio comunicados airados o complacientes, a tenor del dogma revolucionario y sus fantasías, o sobarle el lomo al ingrato vecino, no es lo mismo que hacer política exterior ni lo mismo que defender la Nación, llegará a su fin 2017 y la Guayana Esequiba, tan venezolana -a pesar del inicuo Laudo de París de 1899- como La Angostura o Nuestra Señora de Belén de Tumeremo, será puesta en almoneda política. Y el Sr. Guterres pondrá la lápida al Acuerdo de Ginebra de 1966… Deseemos luces, paciencia y buen tino a los Señores Guterres, lusitano y Nylander, noruego; otro tanto al Sr. Presidente Obrero, ya sabemos de dónde, así como al General de Brigada Granger, igualmente de solar conocido.

@cbivero

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *