“El sentido esencial de nuestra revisión del pasado no es otro que el de mantener viva la conversación que somos”.

Hans – George Gadamer

 

Los conceptos, como los Estados no son elementos estáticos, no son estructuras perennes, todo lo contrario unos y otros responden a las tendencias y a los avatares de los tiempos que les rodean, a los acontecimientos de la historia, a sus marchas y contra marchas, a sus devenires y cambios. Pero en este pequeño ejercicio reflexivo deseamos que usted, estimado lector nos acompañe a buscar algunas luces sobre la conexión existente entre las Relaciones Internacionales y la Teoría Política; deseamos introducirlo en un grupo de meditaciones que tratarán de discernir el papel de los conceptos políticos y el enfoque histórico como elementos auxiliares de las Relaciones Internacionales, por medio de una relación que reivindicará la importancia de las ideas políticas como elementos de interpretación de la realidad y de los conceptos que las conforman como unidades de análisis que operacionalizan el escrutinio del fenómeno, que no es otra cosa que intentar mostrar al enfoque histórico de las ideas políticas como un elemento auxiliar para esta disciplina.

Entonces, veamos si las herramientas propuestas resisten ser falseadas indagando un poco sobre su definición y función. Un concepto es la manifestación de un pensamiento, no es otra cosa que la representación mental de un objeto que surge a partir del razonamiento o de la imaginación de sujeto cognoscente, en este caso el objeto cognoscible es la realidad o un fenómeno político relativo al nivel de análisis, una idea que se encuentra expresada por medio de un lenguaje integrado por palabras, este –el concepto– puede ser considerado intemporal e inmutable, pero la experiencia nos ha mostrado que los conceptos van cambiando respecto al tiempo y al contexto en el cual son emitidos, que ellos poseen un elemento acumulativo y multidimensional de sus acepciones. De acuerdo con lo argumentado por la historia de los conceptos “Begriffsgeschichte” que propone la escogencia de un conjunto de Conceptos Base alrededor de los cuales se ha de centrar el análisis desde una visión que presume retomar la importancia de los textos, Gadamer y Koselleck (1997) en su Historia y hermenéutica contemplan estos cambios dentro del contenido conceptual de las palabras porque van cambiando a lo largo de la historia o porque se les cambia por razones utilitarias respecto a lenguajes técnicos.

Al abordar el ámbito del pensamiento político encontramos lo que se expresa en palabras de Manuel García Pelayo (1968) que la Idea de la Política se construye por intermedio de la reflexión en torno a dos imágenes antagónicas respecto de la naturaleza de la política una imagen se centra en torno a la tensión y a la lucha y la otra al orden o la paz. La sistematización y compilación de esas y otras imágenes del pensamiento político edifican lo que conocemos como la Historia de las Ideas Políticas, que no es otra cosa que una disciplina que busca recrear, reconstruir y reinterpretar el discurso de los agentes o pensadores políticos a lo largo de la historia, pero también atiende las reflexiones, experiencias e “ideas fuerzas” del género humano respecto a lo que conciben como la política o la cosa pública a lo largo de un determinado ejercicio histórico de su vida en sociedad, o respecto a los grandes temas que suponen esa vida en sociedad.

Así las cosas, consideramos oportuno recapitular también que las Relaciones Internacionales son consideradas parte de las ciencias sociales –también llamadas ciencias humanas, apelativo que las califica de reciente data que alude a su objeto de estudio que es el ser humano en el aspecto de sus manifestaciones inherentemente humanas–; las Relaciones Internacionales como disciplina existen a manera de ejercicio teórico formal desde el final de la segunda década del siglo pasado, teniendo en principio como objeto el análisis el estudio de la relaciones entre los Estados-Nación Westfalianos, a la luz de las interrogantes sobre el porqué de la guerra y la paz entre ellos entre otros fenómenos, pues tomando las palabras de Stanley Hoffman citadas por Esther Barbé en su Relaciones Internacionales (2003), las Relaciones Internacionales tratan el “estudio sistemático de fenómenos observables, que intenta descubrir las variables principales, explicar el comportamiento y revelar los tipos característicos de relaciones entre unidades nacionales”, el cual para llevarse a cabo agrupó en su origen, herramientas de otras Ciencias Humanas para construir su conocimiento tal como la historia, la diplomacia, el derecho y la política.

Si, usted mí estimado lector se preguntara y donde entra toda esta reflexión epistemológica en nuestro ámbito de estudio, pues la respuesta se encuentra en la revisión de la teoría que articula esta disciplina. Es por ello que al saberle avezado en estas lides, no pretendo aburrirlo con el conocido deseo de los teóricos de las Relaciones Internacionales de sistematizar su conocimiento en visiones, escuelas o paradigmas que buscan ordenar su aporte intelectual. Por ello únicamente aludiremos a que este esfuerzo de ordenación y “conversación dialéctica” entre distintas visiones será denominado por Dougherty y Pfaltzgraff en su Teorías en Pugna en las Relaciones Internacionales (1981) como los “Debates Teóricos”, que posteriores a 1970, llevó al Debate-Diálogo entre el Neorrealismo y el Neoliberalismo Institucional, y proporcionó un aire optimista respecto a la posibilidad de llegar a puntos de acuerdo dentro de la elaboración teórica alrededor de los conceptos de Anarquía, Conflicto, Hegemonía, Cooperación, y Regímenes Internacionales, para abordar los nuevos temas en la agenda internacional. El desarrollo de los debates coloca entonces el resaltador en la necesidad de emprender un “Real Debate” Ontológico, Epistemológico y Metodológico, a fin de dar cabida no sólo a explicaciones sobre la realidad internacional, sino sobre cómo se elabora el conocimiento en esta disciplina, fenómeno este que se conocerá a partir de la década de los 90 como “El Cuarto Debate de las Relaciones Internacionales” en el cual se indagará en corrientes como la Posmodernidad, donde autores como Foucault y Derridá, plantean la “Genealogía de los Discursos”; mientras que por otro lado lo planteado por el Constructivismo Social que nos sugiere la construcción intersubjetiva de las relaciones sociales por medio de conceptos como Identidades, Intereses, Normas y Percepciones planteados por sus autores más representativos como son Alexander Wendt y Nicholas Onuf, reflexiones estas que  sirven la mesa para la discusión y colocan al conocimiento de la disciplina en el ámbito del enfoque histórico del pensamiento político.

De toda la reflexión anterior, podemos inferir, que si el enfoque histórico desde una perspectiva hibrida de la History of political thought de Skinner y de la Hermenéutica de Gadamer y la Begriffsgeschichte de Koselleck, siendo una metodología aplicable al estudio de las ideas políticas y teniendo en cuenta que esas imágenes pudiesen ser consideradas como la manifestación analítica de las Relaciones Internacionales, ergo  esta perspectiva se pudiese aplicar al estudio de esta disciplina, al considerar que utilizan como elemento de análisis las ideas políticas o el pensamiento político. Por tanto, se estima necesario plantear a las Relaciones Internacionales como un espacio desde donde se crea teoría política y como una disciplina en el marco de las ciencias sociales o humanas. También se estima pertinente que sus unidades de análisis/conceptos-base requieren ser compilados en un espacio que les agrupe (lexicón), en el cual se encuentren integrados los distintos significados y acepciones de estos conceptos como elementos de análisis dentro de la disciplina, donde se logre no solamente que se busque esbozar la acepción actual y científicamente aceptada de dicho término, sino también lograr recopilar la evolución histórica de las distintas significaciones de esas estructuras lingüísticas en las que se yuxtaponen estratificadamente distintas acepciones a lo largo de su evolución como parte de esta y que ha sido abordado tradicionalmente como elementos inmutables y perennes dentro de la misma.

En un entorno donde se habla de la vuelta a visiones y paradigmas del pasado en la disciplina, que nos muestra un escenario de cambio de la realidad internacional dentro del cual nos hemos pillado a nosotros mismos hablando de la reedición de la “Guerra Fría”, sus “esferas de influencia” y “equilibrios de poder”, producto de los reacomodos de los actores y alianzas basados en el resurgimiento o reposicionamiento del Estado-Nación como actor fundamental de estas relaciones con la llegada al poder en la potencia hegemónica de un líder que puede ser calificado de populista, quien se encuentra enarbolando banderas de estatocentrismo, conflicto, poder y seguridad nacional, podemos decir sin temor a equivocarnos que “el realismo no ha muerto”, todo lo contrario el realismo político en el escenario internacional nunca se ha ido y sigue siendo un elemento central en la disciplina, una que le debe mucho, pues todos sus enfoques de alguna manera tienen una deuda académica con él, este que vuelve su rostro a la teoría política, desde una perspectiva teórica que ahora se encuentra apalancada por la influencia del “giro lingüístico” y con ella se llega de vuelta a los “Conceptos– Base” de la disciplina, a leerse a sí misma desde sus clásicos.

Y es que ha sido una tendencia teórica del realismo reinventarse y revisarse,  ahora desde el llamado “Realismo Neoclásico” producto de la refinación del Neorrealismo a partir de un redescubrimiento de los textos del Realismo Clásico, pero en esta oportunidad no se trata de apalancarse en el Textualismo de la Historia de las Ideas Políticas, sino en la vuelta a los Conceptos–Base de la disciplina desde una mirada desde la historia intelectual, que es una suerte de “Back to Basics”, es la vuelta a las palabras y como vemos a la disciplina a través de ellas, es ver con ojos nuevos las interrogantes sobre el porqué de la guerra y la paz.

@LaCoplera

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