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Hemos visto con preocupación las reacciones de vecinos como Brasil, Colombia, Panamá, las Antillas Holandesas y otros países  quienes  no consiguen que el Gobierno cumpla con sus compromisos  financieros a pesar de haber recibido las ventajas de la adquisición de bienes y servicios. El  “Estado de Emergencia” decretado de manera arbitraria por Maduro, no solamente ha agravado las penurias de los venezolanos ocasionando una crisis humanitaria sin precedentes  al imponer cargas  desestabilizadoras y el desabastecimiento brutal, sino que ha afectado a los países vecinos por  sus permanentes incumplimientos. A ello se suman medidas aislacionistas como el cierre de fronteras, con lo que cada vez más, Venezuela  –un país continental-  se parece a  una “Isla” como lo es Cuba, imponiendo dificultades similares para emigrar. El insólito cierre de fronteras con países claves para la integración como Colombia y Brasil; el enfrentamiento con Guyana; las dificultades impuestas para que los viajeros se trasladen  al exterior por falta de pasaportes, vuelos o costos elevados, hace cada vez más difícil la emigración, pero no la detiene. La crisis humanitaria rebaza las fronteras y a pesar de que el Gobierno “bolivariano” impone “muros ficticios”,  hoy no son solo los profesionales los que emigran, sino que a la diáspora se le suman miles de venezolanos pobres que buscan refugio en ciudades cercanas como Boa Vista, o Cúcuta, o Willemstad, o Panamá, produciendo graves problemas de tipo social.

En el caso de Brasil, este mes la prensa carioca ha denunciado de manera pormenorizada la mala fe de las autoridades oficiales al negarse a realizar el pago de bienes que se adquirieron legalmente. El prestigioso diario O Globo denuncia en su edición del 29 de enero que el Estado adeuda más de 6 millardos de dólares a las empresas  al sur del Orinoco y que los efectos son visibles en el flujo comercial que se redujo en pocos meses a menos de una tercera parte. En el año 2016 operaron reducciones drásticas entre los dos vecinos: la exportación de bovinos se redujo un 75,7%; la de pollos en un 58%; al igual que la de puerco. Las empresas Sadia y Perdigao que vendían sus productos al vecino amazónico está reorientando sus ventas al Medio Oriente,  lo que repercutirá  negativamente  en el consumidor venezolano al sacar del mercado la adquisición de alimentos, ya agravada por la reducida oferta nacional como resultado de la destrucción de la producción agro-pecuaria debido a las políticas confiscatorias impuestas por el Gobierno del PSUV.

Pero ello no solo opera en el rubro alimentario. Excluyendo los escandalosos contratos tipo Odebrecht que deja un “cementerio de obras” pagadas y no ejecutadas,  las exportaciones brasileñas lícitas de productos de línea blanca (neveras, cocinas, lavadoras, secadoras) están restringidas al máximo por la ausencia de pago, al igual que la suspensión de vuelos de aerolíneas como Varig-Gol y Tam que unía a los dos países fronterizos, y  que ya no operan por la deuda acumulada e incumplida por varios años.  La previsión no es nada optimista- según O Globo–  en el 2017 se profundizará aun más esta reducción, porque los exportadores solo aceptan colocar sus productos mediante el pago anticipado dándole razón a Humberto Barbato, Presidente de una Asociación Brasileña de exportadores: “Es mejor no exportar que exportar y no cobrar”.

@milosalcalay

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