Donald Trump es el Presidente electo de EEUU, y el Mundo aún no sale del asombro. Ha ganado nuevamente un outsider como ocurrió con Obama en 2008, pero Trump no goza de la habitual luna de miel con la opinión pública mundial debido a su campaña políticamente incorrecta. Obama generaba grandes esperanzas, mientras Trump fuerte rechazo y ansiedad. Recuerdo que en 2009, cuando participaba en la reunión anual del Consejo de Energía de EEUU en Wichita (Kansas), un Embajador venezolano me señalaba con elocuencia que Obama materializaría “el sueño de las Panteras Negras” y “revolucionaría” EEUU. Tras escucharlo, le espeté: “si Obama lo hace bien, será un nuevo Clinton; si lo hace mal, será un segundo Jimmy Carter”. Me miró con desagrado a través de sus espejuelos, y tras decirme que estaba equivocado, agregó: “a la política no se le puede quitar de esa manera el sabor”. El tiempo me dio la razón. Obama se marcha con una buena gestión -considerando la pesada herencia-, dejando un legado en ciertas áreas y con un buen nivel de aprobación: similar a Clinton. La técnica de escenarios resulta útil para descifrar a Trump. No se trata de restarle sabor al futuro, sino de mitigar incertidumbres a partir de la información disponible.

Escenario Nixon: Trump decide que va a materializar las cosas que prometió en la campaña. Debe dejar un gran legado aunque esto implique generar una tormenta. En su libro El arte de la negociación subraya la importancia de tener una perspectiva concreta y pelear por ella. Empieza por construir el muro entre EEUU y México, e iniciar la deportación masiva de inmigrantes ilegales, generando rechazo en América Latina. Lo hace a golpe de discursos, redes sociales y medidas ejecutivas para arrinconar al Congreso. Para eso, llevó al controversial Steve Bannon a la Casa Blanca. Acto seguido, y tomando el ejemplo de Richard Nixon en 1971, Trump decide imponer aranceles adicionales de 10% a todos los bienes y servicios importados. Esto iría contra las reglas de la OMC, pero le da igual. También abandona el TPP, declara a China un “manipulador de divisas” y le impone aranceles del 45%. Se inicia una dura guerra comercial que perjudica a empresas como Microsoft, Apple, Google, Facebook, Amazon y Boeing. Trump no logra convencer a México de renegociar el NAFTA, lo denuncia unilateralmente y negocia con Canadá un nuevo CUSFTA; esto perjudica a empresas como GM, Coca-Cola, Heinz y Cargill, pero complace a su base electoral. El Congreso discute sobre su competencia legal para hacer todo esto, ante el intenso lobby de las empresas afectadas. Trump denuncia la corrupción de los congresistas, y apela al Tea Party para rodear al Congreso y presionar a los líderes republicanos.

Trump comunica a sus aliados que deben pagar más por mantener su seguridad, lo que implica por ejemplo, que los miembros de la OTAN deben aumentar sus gastos de defensa al 2,5% del PIB. EEUU ya no será el “policía del Mundo”. Trump permite que Putin derroque al gobierno de Kiev, a cambio de hacer frente común contra ISIS y el yihadismo, lo cual pasa además por rehabilitar a Assad y apoyar a los autócratas del Medio Oriente. Incluso deporta a Fethullah Gülen para entenderse con Erdogan. Paralelamente, decide abandonar el Acuerdo de Paris contra el Cambio Climático y mover la Embajada de EEUU en Israel desde Tel Aviv a Jerusalén provocando una nueva Intifada. Las críticas a nivel mundial son airadas, pero Trump las ignora. La crisis económica en la que se hunde China la hace mucho más agresiva a nivel externo para mantener su estabilidad política. Seúl intimidada, realiza una “revolución diplomática”: rompe amarras con Washington y establece una alianza estratégica con Beijing. El Congreso de EEUU protesta, los expertos advierten y los medios acusan. Trump aprende duramente que no siempre la lógica de los negocios aplica a la geopolítica. Las bolsas de valores se hunden, lo cual lleva a una recesión global y refuerza el proteccionismo. La era de la Pax Americana y la globalización ha dado paso a una era de vacío de poder, neomercantilismo y desglobalización. Asia es un polvorín: se teme que una China envalentonada intente apoderarse de Taiwán, llevando al Mundo a un conflicto directo entre la potencia emergente y la declinante, algo ya visto en la historia. La popularidad de Trump toca suelo. Tras estallar un escándalo por el espionaje del FBI al líder republicano y férreo crítico, Paul Ryan, el Congreso inicia un impeachment. Un escenario muy peligroso.

Escenario Berlusconi: Trump cambia al llegar a la Casa Blanca, y decide hacer sólo parte de lo que prometió. Una cosa es ser candidato y otra ser Presidente. Para poder hacer America great again necesita mantenerse ocho años en el poder, y eso implica inteligencia, paciencia y constancia. Bajo la coordinación del Vicepresidente, Mike Pence, y su Jefe de Gabinete, Reince Priebus, reúne a los líderes republicanos del Congreso y a una serie de expertos de renombrados think tanks conservadores como Heritage Foundation. Expulsa a los inmigrantes ilegales con antecedentes penales, endurece la política migratoria, y baja los impuestos. Trump da muchos discursos para anotarse todas estas medidas como muestra de su compromiso con la clase trabajadora y se consolida como líder carismático. Más que un “Comandante en Jefe” es un ubicuo “Comunicador en Jefe” que aprovecha cada oportunidad para generar polémica con su lenguaje llano y políticamente incorrecto, para interactuar con figuras mediáticas, y así alimentar su reality show. La política económica de Trump amalgama dos tradiciones republicanas contradictorias: la reducción de impuestos y el keynesianismo militar de Ronald Reagan, y el proteccionismo de Warren Harding y Herbert Hoover. Aprueba un plan de defensa, energía e infraestructuras. El aumento del gasto público hace que la economía crezca 4% hacia 2018. La Reserva Federal ante el aumento de la inflación, sube gradualmente las tasas de interés. El dólar se fortalece y esto aunque esto tendería a ampliar el déficit comercial, no lo hace como en la década de 1980 por el proteccionismo y el aumento de la producción de energía. EEUU vuelve paulatinamente a cierto equilibrio fiscal y monetario porque aumenta la productividad, los salarios y la recaudación. La Trumponomics funciona y los “republicanos de Trump” ganan las elecciones legislativas de mitad de período.

EEUU lucha contra los paraísos fiscales y la competencia desleal. Trump renegocia el NAFTA aumentando 5% los aranceles y fortaleciendo la cláusula laboral. Abandona el TPP y el Acuerdo de París. Desde la OMC, presiona a China para que revalúe el yuan, y llega a un acuerdo de bandas de flotación evitando una guerra comercial. Se estabilizan las relaciones con Rusia para combatir ISIS y contener a China, cediendo a cambio Ucrania y Siria. Los populistas europeos le admiran y fundan el “Foro Republicano”. El orden internacional construido por EEUU desde 1945 se agrieta con el neoaislacionismo de Trump, aunque logra que aliados y rivales contribuyan más a mantenerlo debido a sus dotes de negociador y al temor que genera su carácter impredecible. La reelección, y la consolidación de su revolución conservadora, están al alcance de la mano.

Los escenarios no son la realidad misma, sólo son herramientas útiles para arrojar luz sobre las incógnitas que depara el futuro y ayudar a los actores a diseñar una respuesta eficaz. El Presidente Trump estará en algún punto entre Nixon y Berlusconi, y América Latina –con excepción de México- no será una prioridad de su política exterior. La Asamblea Nacional de Venezuela debe empezar a trabajar cuanto antes con el Congreso de EEUU para mantener la crisis venezolana en el radar de una Administración Trump que, por otra parte, tampoco tendrá mucho interés en promover la democracia a nivel mundial. ¿Y usted qué opina?

@kenopina

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