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Recientemente el Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales (COVRI) realizó un foro en la sede del prestigioso diario El Nacional. Un éxito total. Masiva asistencia. Las presentaciones impecables. Es un esfuerzo que debe ser imitado y repetido en otros escenarios. COVRI es un verdadero centro de reflexión. Éste, realiza eventos que no discriminan a nadie por posturas ideologías o bien por fatuos egos jerárquicos, que emanan de la tradición organizacional. Creemos que lo importante es la cultura y ella no debe asumir como suyas esas diferencias burocráticas. Debe, sólo fomentar la audacia para desafiar, aprender, innovar y explorar el universo del conocimiento. Este es el gran mérito del COVRI

Hemos citado en varias ocasiones una frase, cuyo padre no recordamos: “En las elecciones de EEUU debemos participar todos”. El caso es que el 8 de noviembre de 2016, se llevarán a cabo las respectivas elecciones. Clinton o Trump. La lógica del sistema electoral estadounidense, resume la intención de los Padres Fundadores de esa nación, para evitar el empoderamiento del mesianismo en esa sociedad. Tocqueville, firme creyente en esas prácticas de los estadounidenses, las aplaudió, justamente porque éstas facilitaban y fortalecían a los ciudadanos y no a un ciudadano.

En total son 435 colegios electorales; éstos, escogerán no sólo al Presidente, sino a representantes uninominales en el Congreso, 34 de los 100 escaños del Senado que se renuevan también en estas elecciones, 12 estados y 2 territorios elegirán  a sus gobernadores. Por tanto, el proceso de elección será muy amplio. Desde el punto de vista de la importancia de la política estadounidense, como global, el color que asuma el  Congreso será tan importante como la escogencia de la persona que triunfe como Presidente de EEUU.

Ya sabemos, pues se observan desde hace cierto tiempo, las apuestas políticas, que surgen inevitablemente, como mecanismo, para atinar sobre quien recaerá ese papel. Importa saber quién regirá los destinos de EEUU desde 2017 en adelante.

La verdad es que, debido al tipo de campaña, la más sucia, escatológica, procaz y negadora de la decencia natural estadounidense, se hace difícil atinar el ganador. Jamás en la historia de los procesos electorales de EEUU, la campaña había alcanzado ese nivel tan dañino para el sistema. Ambos partidos, el Republicano y el Demócrata saldrán de esa contienda heridos gravemente, junto a sus respectivos candidatos. No obstante, nos atrevemos a adelantar: realmente el partido político que concentrará la mayor carga de las pérdidas, será el “partido del elefante”, pues un tercera legislatura fuera del poder, los marcará y sumirá en una profunda crisis existencial. Luego, si gana Trump, ese partido estaría en manos de comerciantes y un tinglado de individuos de corte businessmen, alejado de las ideas y que observa al Mundo, cual Tío Rico McPato, a través de lentes cuyo elemento visible, en los cristales, es el dólar.

Trump es el resultado de la adopción de una extraña mezcla de ideas conservadoras con nativismo, mercantilismo e idealismo socialista. En pocas palabras, un acentuado populismo, basado en un kitsch y en la explotación de la miseria humana por medio de la TV. Ahora, en 2016, cuando el neoconservadurismo ha caído en desuso, los republicanos estadounidenses se quedaron sin refuerzo intelectual, lo que traduce una orfandad intelectual debilitamiento de sus creencias políticas, lo que puede dar lugar a un desastre electoral; todo por compartir su liderazgo político con este demagogo. Es muy compleja la realidad del Partido Republicano.

El enorme éxito de Trump en las elecciones primarias republicanas, decíamos, merece una mirada más cercana. Los republicanos se conformaron con Trump, por no creer en el peso de los nuevos liderazgos. Algo parecido ocurre en otras partes del Mundo. Trump no tuvo oposición por esa diabólica lógica que amarra al elector a escoger a una figura mediática, independientemente que a éstos, les acosa la orfandad de ideas.

Pensamos que el éxito de Trump, como candidato, se explica por el desorden político de los republicanos. Veremos este martes si le alcanza fuella para convencer a esa masa de votantes indecisos que no están satisfechos con los demócratas. Éstos, también sufren del mismo síndrome. Toda América y el Mundo también lo sufren. Es la mediocridad, la que se impone gracias al facilismo mediático. La elección de los republicanos por Donald Trump confirma que ese desorden viene alimentado desde finales del período de Reagan. La sequía intelectual alcanzó al Partido Republicano por su incapacidad de impulsar nuevos liderazgos. George Bush (senior) llegó gracias a la onda expansiva que dejó en el escenario electoral, Ronald Reagan, el último gran mito de la política en EEUU. Mientras que Bush (junior) reflejó un EEUU alejado de las grandes ideas y los aportes que ofrecía el liberalismo del cual nos hablase el francés Alexis Tocqueville.

Bush (junior) triunfó por la movilización de los últimos estertores de vector ideológico basado en una plataforma neoconservadora cuyas opciones cambiaron por los ataques terroristas del 11 de septiembre. Éste, repitió como Presidente, pues ese nefasto hecho, impactó considerablemente, en el elector quien ponderó innecesario cambiar el timonel en plena campaña contra el terrorismo islámico. Lo cierto es que el Partido Republicano está herido. El Partido Demócrata también. El sistema político está grave. Deben cambiar y reducir el apego a esa visión corporativista de la política. Estamos en siglo XXI y el ciudadano adquiere relevancia cada vez más. Si observamos detenidamente la historia desde 1991, sólo los demócratas han contado con hombres emblemáticos: Bill Clinton y Barack Obama. En tanto que los republicanos han dado palos de ciego en busca de liderazgos frescos y, hoy se toparon con el hombre del copete fijado con laca. Creemos no será suficiente, aun si gana, será rebasado por la realidad, la cual no es la que él vive en la TV, sino una que se traga a los hombres fatuos. De ganar Trump, seguro ese EEUU, tarde o temprano le dirá: ¡You are fired!

@eloicito

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